Desde los dos años de edad, Abigail González González vivió la experiencia de portar su primer traje de huehue, pero fue hasta los cinco años que pudo integrarse a la cuadrilla con mayor conciencia y disfrutar este baile. Su gusto por esta tradición viene de familia, pues su padre, el señor Alejandro González Valdéz, ya lleva más de 40 años participando como huehue.
El portar estos coloridos vestuarios no solo requiere de orgullo, también de inversión, ya que los trajes oscilan entre los 25 a los 75 mil pesos, dependiendo los materiales, el diseño y los detalles. Tan solo las máscaras tienen un precio de siete mil pesos o más.
El costo puede parecer elevado, pero la satisfacción por preservar las tradiciones de los pueblos es mayor, pues a decir del señor González, el ser humano tiene la responsabilidad de cuidar la esencia que distingue a cada región, en este caso, la de San Agustín Tlaxco, perteneciente al municipio de Acajete, de donde son originarios.
Para la familia González González, no solo se trata de un simple baile, representa unión, ya que con un año de anticipación, se preparan en los hogares para la confección de sus trajes; y posteriormente refuerzan sus lazos como comunidad mediante estas festividades que las comparten con los visitantes.
“Para nosotros, el inicio del Carnaval representa una fiesta familiar. Allá (en San Agustín, Tlaxco) no hay cohetes y no hay chicotes, precisamente porque se trata de un baile familiar, donde convive todo el pueblo, toda la ciudad, y lo más bonito es que todos los danzantes convivimos de una forma armoniosa”, compartió a El Sol de Puebla.
Actualmente, el señor Alejandro tiene 53 años de edad, pero desde los 14 ya estaba debajo de una máscara y un traje bailando al ritmo de la música que acompaña a los participantes quienes ensayan sus pasos para hacer una digna representación, por ello, le resulta lastimoso que haya quienes denigran la imagen de los huehues.
“Lo que queremos transmitirle a la gente es que el baile es una expresión cultura, pero esta expresión no debemos llevarla a límites que sobrepasen la armonía y la tradición original. Se trata de disfrutar el momento, tanto los que bailamos como los que nos ven”, destacó.
Sin embargo, esto no sería posible sin el apoyo de su esposa, la señora Josefina González Hernández, quien es la responsable de la creación de estos trajes que deleitan la pupila de propios y extraños. Por su parte, su esposo y su hija hacen lo propio al portarlos con mucha distinción.
“Para mí, representa un gran orgullo porque represento a mi comunidad y a toda mi familia, nos expresamos a través de la música, el baile y lo hacemos con mucho cariño”, compartió Abigaíl.
Por último, ambos pidieron a la ciudadanía a sumar esfuerzos para que no se pierdan estas tradiciones y no desviarlas de su objetivo principal.