Era 1977, un Día del Padre como cualquier otro, las familias poblanas se habían reunido para la celebración cuando el pánico se apoderó de ellas. Una fuerte explosión cimbró el suelo y atemorizados observaron una enorme nube negra de humo.
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Una fuga de gas en Promociones Industriales Mexicanas, S.A. (PRIMEX) originó un incendio y cuatro explosiones con una magnitud y proporciones nunca antes vistas en la ciudad. El sitio fue declarado zona de peligro, quedó acordonado y aislado.
Las pérdidas fueron millonarias, no solo para PRIMEX, también para otras industrias y empresas aledañas, así como para el agro poblano.
Una aterradora celebración
Era un tercer domingo de junio, y como es costumbre, familias completas estaban reunidas para celebrar el Día del Padre. La gente estaba en feliz convivencia cuando de repente se escuchó una fuerte explosión que cimbró el suelo. Se hizo un silencio, e inmediatamente después, todos corrieron despavoridos a las calles.
El pánico se apoderó de la población cuando, con el rostro desencajado, observaron atemorizados una enorme nube negra de humo que se elevaba hacia el cielo. El panorama era aterrador:
“Dos gigantescas, negras –terriblemente negras—y espesas columnas de humo, cuyas bases eran enormes llamas de grandes proporciones que remataban en inmensos ´hongos´ grises, podían verse desde cualquier punto de la ciudad”, refiere la publicación del lunes 20 de junio de 1977, en la que este diario, El Sol de Puebla, dio a conocer a la sociedad poblana los pormenores del desastre.
“Las familias huían despavoridas (…) En la ciudad hubo confusión: muchos curiosos pretendían trasladarse en sus automóviles al lugar del incendio para saber lo que estaba ocurriendo y provocaron congestionamientos (…) Horas después empezó a llover, ¡fue una bendición! El humo se inclinó, llevado por el viento, oscureciendo gran parte de la zona de las unidades habitacionales, que para esos momentos ya habían sido evacuadas”, se lee en la publicación.
Así sucedió el desastre
Eran las 13:00 horas del domingo 19 de junio de 1977, cuando una fuga de gas en la fábrica de plásticos PRIMEX, originó un incendio y cuatro explosiones subsecuentes, que provocaron decenas de intoxicados y lesionados por quemaduras, además de muertos, o desaparecidos.
La planta de Promociones Industriales Mexicanas, S.A. (PRIMEX), se había establecido en el número 73, del kilómetro dos, de la carretera a La Resurrección. La fábrica estaba valuada en 250 millones de antiguos pesos, y en su interior contaba con siete tanques de cloruro de vinilo con capacidad de 200 mil litros cada uno. Dicho gas produce 800 kilos de calor por cada litro, y una vez liberado, al contacto con el oxígeno de la atmósfera, es explosivo.
Lo que provocó el incendio y las subsecuentes explosiones de los tanques de acero que volaron entre 100 y 600 metros cayendo en diferentes lugares de la carretera y el campo, abiertos como flor, y que estaban llenos de dicho gas de efectos anestésicos, fue una chispa o una flama de cerillo o encendedor que alguien había prendido en el área de peligro.
Los esfuerzos por localizar y controlar la fuga de gas por parte de los ingenieros que estaban al interior, fueron inútiles, porque dentro de la planta, éste ya había formado una neblina blanca, a ras de suelo, como de un metro de altura, según informaron los testigos presenciales. Fuera de la planta y con menor densidad, el vapor se extendió en un área de 1,200 metros cuadrados.
Al arder y explotar, los químicos formaron dos enormes columnas de humo que cubrieron gran parte de la ciudad. Entonces comenzó una lluvia de residuos ardientes que lesionó a algunas personas o dañó su ropa.
En el momento de la explosión algunos desechos salieron disparados como proyectiles y causaron daños en fábricas contiguas. El pasto, en las cercanías de la planta, se tornó de verde en amarillo.
El sitio había sido declarado zona de peligro. Los rescatistas, los bomberos, la policía y el Ejército, estaban en alerta, trabajando en conjunto.
Colonias populares como La Ciénega, La Rosa, Colombres, Maravillas y la Unidad Amalucan-Infonavit, fueron evacuadas.
La zona del desastre quedó acordonada y aislada.
La reacción de la población
Al momento de escuchar las explosiones que ocurrieron en el corredor industrial La Resurrección, la gente que estaba en la ciudad volteó hacia Los Fuertes, en donde se levantaba un gran hongo de humo, similar al provocado por las explosiones de la bomba atómica, que se habían visto en diarios o por televisión.
Afortunadamente, era Día del Padre, la gente no trabajó y en la mayoría de las fábricas que lo ameritaba por su producción, solo trabajó un grupo reducido de personas.
Los vecinos de las colonias aledañas que habían salido a pasear, trataron de regresar a sus casas corriendo, alejándose del humo y el fuego. Mientras los que estaban más lejos, lo hacían en su automóvil por la vía más rápida para llegar a la zona: el Bulevar 5 de Mayo, el cual se volvió un enorme estacionamiento, porque todos los vehículos del carril que venía del sur al norte de la ciudad, estaban detenidos.
“Yo tendría como 10 años cuando sucedió la explosión. Era Día del Padre y toda la familia estaba celebrando en casa de mi abuelita, en San Manuel, en la calle Río Sabinas. Recuerdo que se oyó un estruendo muy fuerte y todos los adultos se quedaron viendo. Después salimos a la calle y para mí fue muy impresionante, se veía un hongo todo negro que yo relacioné con el de la bomba atómica”, dice Mónica Meza.
En la calle estaban todos los vecinos con cara de espanto, no sabían lo que estaba sucediendo. Fue hasta que volvieron a entrar a sus casas que escucharon en la radio que había ocurrido una explosión en PRIMEX.
“Mi tío vivía en Maravillas y dijo: 'vamos a ver mi casa'. Todos los hombres se fueron para allá pero no los dejaron pasar, la zona estaba acordonada y no había acceso. Evacuaron a toda la gente de los alrededores. Mi tío y su familia tardaron como una semana en regresar a su casa”, aseguró la entrevistada.
Los gases que se desprendieron de la explosión provocaron una lluvia ácida que afectó, no solo a las fábricas adyacentes, también a las personas que se encontraban en la calle. Hubo reportes de auxilio de muchas personas afectadas por la lluvia quemante, a quienes les brotaron manchas en la piel.
Las primeras medidas de seguridad fueron tomadas en las colonias aledañas, se le pidió a la gente cerrar las llaves del gas, pilotos de estufas, calentadores, etcétera. Sobre las azoteas había residuos de cenizas y papel quemado, también se presentaron manchas en el cromado de los automóviles.
Los elementos de Rescate y Auxilio transmitieron avisos importantes a través del radio, para mantener la integridad de la población civil: Solicitaron a la gente que se mantuviera en casa y bajo techo; en caso de haber recibido el impacto de algún desecho, lavarse con agua y “sin” jabón, porque éste les irritaría; no consumir alimentos que hayan estado expuestos a la intemperie; y alejarse del lugar siniestrado.
Lo que se vivió en la planta
Al interior de la planta de PRIMEX se encontraban el gerente, Jorge Álvarez Martínez, dos ingenieros, seis obreros y dos guardias de seguridad. Desde las 11:47 horas se había detectado la fuga de gas y dieron aviso a la Cruz Roja, al tiempo que intentaban localizar el origen de la misma para controlarla.
La Cruz Roja había enviado a siete ambulancias que ya se encontraban en la zona. Dos ingenieros fueron sacados en brazos por los trabajadores para ser atendidos por los socorristas porque ya estaban sintiendo los efectos de la emisión del gas.
Al momento que ocurrió la primera explosión, uno de los ingenieros que estaba afuera, grito: “Ya se murieron todos los que estaban adentro”, aventó el casco y salió corriendo hacia el interior de la planta, pero su pretensión se vio frustrada cuando fue golpeado por un socorrista que impidió que regresara al lugar, de donde ya salían flamas de 80 metros de altura. Tiempo después, sucedieron las otras tres explosiones y la fábrica quedó reducida a escombros.
Las fábricas cercanas habían sido avisadas de la peligrosidad del gas, que debido a la atmósfera, se había quedado a menos de un metro del piso. Para detenerlo, regaron agua en el pasto. Gracias eso, las otras tres explosiones no afectaron sus instalaciones.
La industria poblana mostró su solidaridad al saber de la explosión en PRIMEX. Varias de ellas enviaron a todos los hombres que integraban los cuerpos de bomberos de dichas empresas, quienes acudieron a prestar auxilio llevando su propio equipo, entre ellas los de Hylsa, Volkswagen, Ciba Geygi, Síntesis Orgánicas y Alumex.
Se calcula que fueron más de 75 traga humo, incluido el cuerpo de bomberos local, los que ayudaron a auxiliar a personas y sofocar el fuego, que logró ser controlado alrededor de las 17:00 horas.
En total, los socorristas rescataron a 38 lesionados, y tres camilleros que resultaron con quemaduras en el cuerpo.
Magnitud de la explosión y toxicidad
La explosión fue de tal magnitud que, según datos técnicos, fue mayor que una explosión de dinamita, ya que por cada kilo de vinilo se liberan 800 kilos de calor, y tomando en cuenta la cantidad que había almacenada en los 7 tanques, 5 grandes y 2 chicos, es como si en el mismo momento hubieran explotada 10 albercas olímpicas.
También se supo que la fuga de gas provino de la parte baja de uno de los 7 tanques que almacenaban el químico. La nube blanca que se observaba a ras de suelo, era precisamente, el monómero de vinilo, que al contacto con el aire produce mezclas, y siendo más pesado que el aire, tiende a bajarse, pero absorbe el oxígeno a tal grado que les quita el aire a las personas, anestesiándolas. Además es demasiado inflamable al contacto con el oxígeno del aire.
Se informó que el monómero de vinilo sirve para producir cloruro de polivinilo, que es una especie de talco que se utiliza para recubrimiento de plástico de cables de energía eléctrica (conductores eléctricos) y que tiene otros usos industriales importantes. En la época era un procedimiento moderno.
La planta de PRIMEX contaba con las mejores disposiciones de seguridad, además de un alto grado de tecnología y el equipo más moderno de la época. De ahí que fue valuada en, cuando menos, 250 millones de antiguos pesos. Se supo que uno de los dueños era Alejo Peralta, quien pertenecía a una conocida familia poblana.
Acerca del propietario de PRIMEX
“Yo fui muy amigo de Alejo Peralta Díaz Ceballos, por muchos años, a pesar de que era más grande que yo, él ha de haber nacido por ahí de 1920. Era muy deportista, jugábamos frontón y viajamos juntos por negocios, tengo muchas anécdotas. Él y su familia emigraron a la Ciudad de México”, refiere el empresario Jorge Rodríguez Pacheco.
Señala que “Alejo”, era su apodo, porque su nombre era Alejandro. Tenía un hermano llamado Anacarsis, que era conocido entre la elite mexicana como “Carcho” Peralta, quien era dueño del Hotel Regis de la Ciudad de México, que se cayó en el terremoto del 85, y de la Plaza de Toros el Toreo de 4 Caminos.
“El primer monopolio en México de conductores eléctricos se formó con tres empresas: Pacheco y Compañía, que era de nosotros; Industrias Unidas (IUSA), de Alejo; y La Consolidada. Cuando explotó PRIMEX, la lluvia de ácidos que produjo la explosión, perforó el techo de lámina de la fábrica que yo tenía en San Jerónimo Caleras, se llamaba Cobre y Acero. Lo destrozó y tuve que cambiarlo. La planta de Alejo tuvo que cerrar, pero su patrimonio no se vio comprometido”, puntualiza.
Los daños colaterales
El siniestro fue considerado uno de los más grandes de Puebla, por sus proporciones y por la peligrosidad del incendio.
El martes 21 de junio, El Sol de Puebla, informó que los proyectiles ardientes provocados por la explosión dañaron cinco fábricas vecinas, más otras aledañas con afectaciones, que reportaron pérdidas millonarias.
En Alumex, varios rollos de aluminio se doblaron y reblandecieron; las láminas de la pared se abrieron; la lluvia de proyectiles incandescentes materialmente perforó los techos dejando grandes boquetes en cuatro partes; el cuarto de la planta eléctrica de emergencia y de bombas, fue perforada en sus dos paredes; se destruyó el transformador y se dañó la torre de enfriamiento. Además, se solidificaron 20 toneladas de aluminio al apagarse el horno.
La nave principal de 3,500 metros cuadrados de Convermex, se quemó; estalló un tanque de oxígeno; se perdieron miles de cajas de productos terminados; un montacargas nuevo quedó hecho pedazos. También fueron destruidos unos moldes que para ser fundidos requieren, cuando menos, 700 grados centígrados de calor. Los daños se calcularon en 10 millones de antiguos pesos.
En la destiladora Destilby, que elaboraba licores, se registraron fuertes daños en techos, muros y producción, pero lo más importante fue que, por un milagro, su depósito de más de 170 mil litros de alcohol, no fue tocado ni por la lluvia ácida ni por ningún proyectil incandescente.
Otras fábricas denunciantes fueron, Crawnier que sufrió daños por 5 millones de antiguos pesos, Texmundi (techos de loza de concreto) y la Fábrica de Parquímetros.
La administración del fraccionamiento Las Fuentes de Puebla, S.A., denunció daños estimados en 3 millones de antiguos pesos ocasionados en el campo de golf que quedó completamente dañado y hubo que cambiarlo, así como las pistas greens, una extensión de 10 hectáreas.
Las fábricas de Chiclets Adams y Laboratorios Parke Davis, denunciaron afectaciones por las cuales tuvieron que parar su producción, lo que ocasionó grandes pérdidas económicas.
“La Volkswagen rentaba campos de futbol en los llanos de su alrededor para almacenar los coches que salían de la producción. El Caribe acababa de salir de línea de montaje y estaban almacenados en uno de esos campos. La lluvia química les quemó la pintura, la decoloró totalmente, fueron miles de coches. Luego se pusieron a venderlos ahí mismo, en los llanos, los vendieron muy baratos porque estaban sin rodar, y uno nada más los tenía que pintar”, detalló Jorge Eduardo Zamora, conocido como el Barón rojo.
Suspenden el uso de albarcas
Las albercas de los clubes Alpha 1, 2 y 3 fueron suspendidas temporalmente como medida preventiva.
Se tomaron muestras del agua de los estanques del 1 y 2, para hacer análisis clínicos. Por estar cerca de la zona siniestrada y porque sus aguas se tornaron verduzcas, la alberca del Alpha 3, fue vaciada en su totalidad. Los socios que habían hecho uso de las instalaciones del club el domingo, sufrieron escoriaciones, dermatosis en brazos, piernas y otras partes del cuerpo.
Contaminación de cultivos
La explosión de PRIMEX provocó que la siembra de maíz y de alfalfa de la zona se dañara por los productos químicos que esparció la nube negra.
En San Jerónimo Caleras, quedaron completamente calcinadas 450 hectáreas sembradas de maíz de temporal. Otros denunciantes, manifestaron la pérdida de 12 hectáreas de alfalfa, 15 de maíz y 1 ½ de trigo, que resultaron quemadas por la explosión. Las denuncias fueron presentadas en la Liga de Comunidades Agrarias., que procedió a demandar el pago de la siembra a PRIMEX.
Atención a las colonias y medidas de prevención
Durante dos semanas se efectuaron brigadas de atención y valoración médica, canalización de enfermos, orientación a la población, muestras de agua y verificación de daños, en las colonias que se consideraron dentro del área siniestrada.
En total se atendieron a 35 enfermos con ligeras lesiones, náuseas, vómitos, dolor de cabeza y quemaduras de la piel.
Las colonias fueron la Unidad Magisterial México 68, Maravillas, Porvenir, La Ciénega, La Rosa, Arboledas de Guadalupe, Lomas de 5 de Mayo, Tepeyac, Santa María, Morelos, González Ortega, 20 de Noviembre, Humboldt, Las Fuentes, América Sur y América Norte, Rincón del Bosque, San Miguel Canoa, La Resurrección, San Sebastián de Aparicio, Manzanilla, Xonaca, Xanenetla, Cuauhtémoc, Chapultepec, Gonzalo Bautista, Álamos, Adolfo López Mateos y Buenos Aires.
Cuatro días después de lo ocurrido, se informó que ya no había peligro latente y que la gente podía regresar a la normalidad. Se estimó que la cantidad de residuos ardientes que se vertieron en la atmósfera por las explosiones quedaron consumidos en su totalidad por las lluvias.