Aurelio Leonor Solís es uno de los referentes más importantes de las artes plásticas en Puebla. Su carrera como pintor inició hace cincuenta años cuando dejó el oficio de decorador de casas para estudiar en la Academia de Bellas Artes. Desde entonces a la fecha, su obra pictórica decora muchas casas poblanas, incluso, el Salón Gobernadores de Casa Aguayo. Durante la administración del gobernador electo, Alejandro Armenta, el maestro se desempeñará como Subsecretario de Arte de la Secretaría de Cultura.
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Nació el 4 de abril de 1944 en el seno de una familia tradicional poblana. Su vocación como pintor le vino en la adolescencia. Su padre, originario de Tecali de Herrera, era decorador de iglesias, y conoció a su madre cuando pintaba en el templo de tegalpita en la mixteca poblana.
Vivió en la periferia de Puebla, en el rancho Azcarate que ahora es colonia, en donde había puro sembradío de milpa y sobre la 24 sur estaba el campo de Aviación, refirió Leonor Solís, en entrevista para este medio, El Sol de Puebla.
“De pequeño no había que estudiar mucho, por lo menos en mi ambiente, y lo único que quería era jugar. No había casas y eso daba oportunidad a que existieran ´las rondas´, que era cuando todos los niños salían a jugar a la calle canicas, yoyo, trompo, balero, bote pateado, burro castigado o salto de la cuerda. Jugábamos todo el día, y de noche no tanto porque en ese entonces los niños no salían después de cierta hora porque era el tiempo de las brujas, la llorona y los nahuales. Hasta que llegó la luz y la internet y nos espantaron a los monstruos”, agregó.
De la escuela a la Academia de Bellas Artes
Hacia 1957 Aurelio Leonor ingresó al Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (CENHCH) que se había fundado para formar alumnos con valores y habilidades que les permitieran forjarse un futuro.
“Ahí aprendí algo muy importante, la disciplina, con el coronel Raúl Velázquez de Santiago. Mi vida empezó a cambiar, dejé de jugar tanto, y cuando salí del colegio le dije a mi mamá que quería estudiar dibujo y pintura. Me fui a la Academia de Bellas Artes (hoy Casa de las Bóvedas en Av. Juan de Palafox y Mendoza 808), estuve algunos años y conocí a mis grandes maestros, como Ángel y José Márquez Figueroa, quien fundó el Barrio del Artista hace 83 años”, señaló.
A la par de su aprendizaje en la Academia, en donde conoció a esposa Angelina Mariscal de la Luz, con quien procreó a su hija Liliana, Leonor comenzó a ganarse la vida como decorador de residencias.
“Yo le debo mucho a Ángel Márquez. Mi tendencia era el retrato y el me llevaba de viaje para que aprendiera. Me invitaba a la feria al stand de la Academia para hacer apuntes (dibujo) de modelo vivo. Un día regresé a la casa en la noche y le dije a mi esposa ´no vuelvo a pintar una casa, me dedicó a las artes´ (…) Yo sentí un llamado y en la vida hay que ser temerario, entonces regalé todo, mi bicicleta, mis escaleras, mis botes, todo lo regalé a los que trabajaban conmigo. Eso fue hace 52 años”, detalló.
Aurelio Leonor comenzó a exponer su trabajo en las muestras plásticas de la Academia de Bellas Artes y en el Barrio del Artista. Pertenecía a un grupo conocido como “Pintores Poblanos” que recorría los jardines para exponer su obra y pintar al aire libre. Fue en 1983 cuando fue aceptado como socio de la Unión de Artes Plásticas Barrio del Artista, A.C., y un año después tuvo oportunidad de tener su propio estudio.
El maestro Ángel creyó en mí, me permitió compartir con él su estudio mientras me daban el mío. Siempre me decía: Aurelio, usted no deje de perder sus sueños, todo lo que quiera hacer, por favor, hágalo recuerda.
Su estudio le sirvió como refugio para perfeccionar la técnica de dibujo, óleo, pastel, acuarela y acrílico, además de estudiar el color y la composición áurea.
Consolidación de su carrera
Aurelio Leonor comenzó dibujando retratos que reflejan, no solo el físico, sino también las emociones y el carácter de las personas que plasma. Se inspiró en la mixteca poblana para pintar paisajes y vida cotidiana. Su obra pictórica costumbrista es un homenaje al modo de vida y tradiciones de Puebla. Sus lienzos están llenos de detalles, de color y transmiten el espíritu y la atmósfera con mucha estética.
Mi primer encargo fue de la familia Larrazilla, ellos me pidieron que pintara al papá, Jaime Larrazilla, y qué bonito retrato. El público empezó a ver la calidad y el sentimiento de mi trabajo. Así comenzó mi carrera aseguró.
Más adelante, su trabajo fue reclamado por políticos a los que comenzó a pintar como Mariano Piña Olaya, Melquiades Morales, Manuel Bartlett, Mario Marín, Toni Gali, cuyos retratos reposan en la Sala Gobernadores de Casa Aguayo. También tuvo oportunidad de pintar a los ex presidentes José López Portillo y Carlos Salinas de Gortari.
Cada lienzo en blanco se vuelve un reto para Leonor Solís quien a través de líneas y sombras le va dando forma a la pintura. Explica que con la línea uno es capaz de darle un poco de vida, pero con las sombras mucho más. El color le permite manejar velocidad, un fenómeno óptico y psicológico, que se usa para profundizar y/o alejar.
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Mi mundo ha sido maravilloso, mi esposa siempre me ha apoyado y la hemos pasado duras. El artista cumple una misión, y a pesar de las circunstancias y las consecuencias, le vaya bien o le vaya mal, siempre será artista. Es complejo pero me encanta concluye.