El 18 de noviembre de 1910 un cateo en la antigua calle de Santa Clara (6 Oriente), terminó en balacera y cobró la vida de más de una veintena de personas. Las fuerzas federales irrumpieron la casa de los hermanos Serdán generando una sangrienta batalla con la que dio inicio la Revolución. Las mujeres participaron activamente durante el enfrentamiento que duró más de 3 horas en la que se descargaron entre mil y tres mil tiros de armas de alto poder.
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A consecuencia del descontento popular hacia la dictadura de Porfirio Díaz, durante la primera década del siglo XX se comenzó a gestar el movimiento revolucionario. La resistencia era liderada por Francisco I. Madero, quien al igual que muchos mexicanos, se oponía a la reelección del general. Todo estaba preparado para el levantamiento nacional armado convocado para el día 20 de noviembre de 1910, pero los antirreeleccionistas poblanos encabezados por Aquiles Serdán fueron descubiertos dos días antes.
La casa en la que vivían Carmen, Natalia, Aquiles y Máximo, se ubica en el número 206 de la antigua calle de Santa Clara (6 Oriente). Era propiedad de Natalia. Su esposo Manuel Sevilla Rosales, se la había regalado cuando se casaron, en 1897. Cuando enviudó sus hermanos y su madre, María del Carmen, se fueron a vivir con ella. Los Serdán Alatriste vivían en la planta baja. La planta alta estaba dividida en dos departamentos que ella rentaba como casa habitación.
En aquella época, Puebla era una ciudad pacífica en la que la convivencia entre los vecinos de la ciudad era amena y sencilla. No había diferencia de estratos sociales en cuanto al trato entre las personas, a menos que fuera dentro de la organización de un negocio o empresa, y en las casas en donde se limitaba el espacio destinado a la servidumbre.
A pesar de que los padres de los hermanos Serdán pertenecían a familias acomodadas, cuando se convirtieron en adolescentes ya no tenían una posición económica desahogada, sin embargo, eran personas con preparación y conocían la desigualdad social que imperaba en el país. Aquiles se había unido a Madero durante su estancia en la Ciudad de México. Toda la familia estaba convencida de la injusticia que se estaba viviendo en el país.
Inicia la sangrienta batalla
El viernes 18 de noviembre de 1910, la Angelópolis amaneció con normalidad, en la plaza principal (zócalo) las actividades se desarrollaban como de costumbre y en las calles aledañas, como la calle de Mercaderes (2 Norte), los comerciantes comenzaban a abrir sus negocios.
Eran alrededor de las 8:00 horas cuando se escucharon gritos y detonaciones, un grupo de personas salió corriendo y gritando de la calle de Santa Clara (6 Oriente). Dos cuerpos yacían tirados en la calle frente a la casa número 206.
“En uno de los contrafuertes de la iglesia estaba un policía con su arma desenfundada que disparaba hacia la casa. Dos camilleros escoltados venían presurosos tratando de esquivar el humo. En ese momento alguien gritó: ¡Una bomba!, y una granada cruzó la calle. Un camillero salió arrastrándose y el policía que estaba junto a él murió porque le explotó en la cabeza”, detalló el investigador David Ramírez Huitrón.
Mientras tanto, el gobernador Mucio Martínez era informado que la diligencia para hacer el cateo en la casa de los hermanos Serdán, encabezada por Miguel Cabrera, jefe de la policía, Modesto Fregoso y dos policías, había sido recibida con balazos.
La batalla desde el interior de la casa
El día del cateo, una de las familias que vivían en el segundo piso dejó el departamento porque sabían lo que iba ocurrir, la otra se quedó. Natalia se llevó a sus cinco hijos y a los hijos de Aquiles a casa de uno de sus cuñados.
Ramírez Huitrón comenta que entre los balazos de las casas vecinas y de las iglesias donde estaban apostados los militares, Carmen recibió un balazo, pero continuó con su labor de subir por las escaleras del patio interior para llevarles las armas a los que estaban atrincherados en la azotea al mando de su hermano Máximo.
“Cuando volvió a subir alrededor de las 10 de la mañana observó que ya estaba lleno de militares que habían cesado a todos los que estaban ahí, incluido su hermano Máximo”, comentó.
Los Serdán sabían que la batalla llegaba a su fin y no tardarían mucho en tomar la casa. Aun así resistieron un par de horas más. El enfrentamiento duró más de 3 horas en las que se descargaron entre mil y tres mil tiros de armas de alto poder.
Al interior de la casa de los Serdán se encontraban, Filomena del Valle, esposa de Aquiles, con su suegra y con Carmen, quien a pesar de haber recibido un balazo, no se quejaba. Los federales entraron y apuntaron directamente sobre ellas, pero un grito de ¡alto al fuego!, los detuvo de ejecutarlas.
“Fue Joaquín Pita el que dio la orden y al ingresar a la sala le pidió a las tres mujeres que se descubrieran para mostrar que no traían armas. Carmen enojada, se quitó el chal, le mostró el cuerpo y le dijo: ´No estoy armada, estoy herida, pero aunque soy mujer no me quejo porque tengo más valor que ustedes que son hombres´”, señaló.
Todo mundo pensó que Aquiles había huido, se llevaron a las mujeres y el cateo continuó.
Tres horas de angustia
Una de las familias que vivía en la casa eran los Pérez, quienes durante la cruenta batalla permanecieron entre una pieza y otra de la planta baja y por eso salvaron su vida. Eran el padre, la madre, dos menores y un criadito.
“Una bala hizo pedazos un espejo de cristal que se encontraba en la pieza, los fragmentos saltaron cerca de los esposos y de sus hijos que se replegaron temerosos de que otra bala los hiriera, un segundo proyectil arrancó la argamasa llevándose un girón de papel tapiz y luego otro, y otro. Hubo una lluvia de balas, por todos lados y en todas direcciones”, detalló Ramírez Huitrón.
“Los que atacaban la casa eran centenares y disparaban millares de cartuchos. El español agrupó a todos en el umbral entre una y otra recámara y así permanecieron durante las tres horas que duró el ataque. Cuando terminó el combate, o al menos eso creyeron, Pérez envió a su criado a revisar, pero antes de asomarse por la puerta, recibió una descarga que le atravesó el pecho. Era el niño Epigmenio Martínez”, puntualizó.
Aquiles permaneció en el hueco que había cavado en su habitación hasta que fue descubierto durante la madrugada. Al parecer en un acto cobarde, le dieron un tiro por la nuca y lo asesinaron. Eran alrededor de las 2 de la mañana del día 19 de noviembre de 1910.
El día del cateo, el 18 de noviembre, el periodista Ignacio Herrerías se encontraba en la ciudad para entrevistarse con Miguel Cabrera, jefe de la policía, quien falleció al inició de la batalla. Él fue quien informó que el movimiento armado había iniciado enviando dos telegramas a los periódicos con los que él trabajaba, uno era El Imparcial y otro El Diario. El telegrama decía: “Comenzó la Revolución en Puebla. Dos muertos y balazos en la casa de los hermanos Serdán”.