El pasado lunes abrió sus puertas el nuevo aeropuerto internacional del México bajo el nombre de “General Felipe Ángeles”, incluso con motivo de un documental creado por Epigmenio Ibarra sobre el AIFA, se puede ver al general Gustavo Vallejo presentarse y rendirle honores a la estatua de este personaje, pero te has preguntado ¿quién fue en la historia de nuestro país?
Felipe de Jesús Ángeles Ramírez nació en Zacualtipán, Hidalgo, el 13 de junio de 1868 y fue un artillero mexicano que participó en la Revolución Mexicana de la mano del general Francisco Villa y José Lucio Blanco, fue hijo de Felipe Ángeles Melo un coronel que también sirvió al país, pero contra la invasión estadounidense en 1847 y la francesa en 1862 y de Juana Ramírez.
Cursó sus estudios en Huejutla, la Escuela de Molango y el Instituto Literario de Pachuca, hasta que a los catorce años ingresó al Colegio Militar por una beca que le concedió Porfirio Díaz, institución en la que, pese a su timidez, sobresalió como uno de los oficiales más brillantes entre personajes como Victoriano Huerta y Rafael Eguía Lis.
Tras egresar de la institución en 1892, fue profesor del Colegio Militar, de la Escuela de Aspirantes, de la Escuela Nacional Preparatoria y de la Escuela de Tiro, de la que más tarde fue director; en el ámbito personal el 25 de noviembre de 1896 se casó con Clara Krause, luego de lo que fue enviado a Estados Unidos para realizar estudios de artillería.
Su carrera militar trascendió fronteras, al grado que en Francia supervisó el armamento adquirido por el gobierno de México, con lo que fue ascendido a mayor y le fue concedida la orden de Legión de Honor por los méritos realizados durante sus estudios, aunque en medio de una entre de premios del Colegio Militar, atacó ante Porfirio Díaz al soldado arbitrario y brutal y elogió al hombre de armas apegado a la legalidad y a las obligaciones institucionales.
FELIPE ÁNGELES, EL MADERISMO Y EL CONSTITUCIONALISMO
Fue durante el gobierno de Francisco I. Madero, que en el año 1912 fue nombrado director del Colegio Militar y sólo seis meses después ascendido a general brigadier, grado con el que combatió al orozquismo en Sonora y más tarde a Emiliano Zapata, siempre mediante métodos conciliadores para pacificar al estado y evitando que sus tropas cometieran excesos.
Previo a la Decena Trágica, Madero nombró a Felipe Ángeles jefe de su Estado Mayor a cargo de las operaciones, aunque debido a las resistencias en los mandos superiores del ejército federal, de estirpe porfiriana, esta orden no fue cumplida y el mando quedó a cargo del general de división Victoriano Huerta, por lo que tiempo después fueron detenidos el presidente, el vicepresidente y del general Felipe Ángeles.
Posteriormente, luego de que el 22 de febrero, Madero y Pino Suarez fueran asesinados, el general Ángeles fue enviado al exilio en Francia, de donde regresó en octubre de 1913 para sumarse al Ejército Constitucionalista de Venustiano Carranza, donde fue nombrado primero Secretario de Guerra y ratificado después solo como Subsecretario.
En 1914 se incorporó a las fuerzas de Francisco Villa como comandante de la artillería de la División del Norte, donde participó en las batallas de Torreón, San Pedro de las Colonias, Paredón y Zacatecas, tales fueron los resultados que como hombre de confianza de Francisco Villa lo representó en la Convención de Aguascalientes y más tarde ocupó por unos días la gobernatura de Coahuila y de Nuevo León.
Tras el triunfo de Venustiano Carranza se refugió en Estados Unidos en El Paso, Texas, pero se mantuvo activo en la política e incluso en Nueva York formó parte del comité ejecutivo de la Alianza Liberal Mexicana e incluso expuso su desacuerdo con la Constitución de 1917.
Su regreso al país se dio hasta diciembre de 1918 para atacar a Venustiano Carranza, pero facasó en sus intentos de unificar a los rebeldes y de disciplinar a los villistas, por lo que fue denunciado y aprehendido; tras formársele un consejo de guerra fue sentenciado a la pena capital, por lo que murió fusilado en Chihuahua el 26 de noviembre de 1919.
Durante su juicio declaró a manera de testamento político, “Mi muerte hará más bien a la causa democrática que todas las gestiones de mi vida. La sangre de los mártires fecundiza las buenas causas».
Dentro de sus ideas destacó siempre el temor de que Estados Unidos se apoderara de más territorio mexicano o subordinara la soberanía mexicana a su imperio, además de que su adversario irreconciliable desde 1914 fue Venustiano Carranza.
Finalmente, se sabe que el aeropuerto de Santa Lucía, lleva su nombre en honor a su espíritu y vocación, pues nunca dudó en servir a su país, además de que siempre luchó por los ideales de libertad, justicia, progreso y el derecho a una vida digna para el pueblo de México.