¿Quiénes fueron los más destacados impulsores de atesorar la historia de nuestra ciudad? Los dos principales cronistas que sentaron las bases de la crónica poblana, que llegaron a plasmar en sus libros, fueron Hugo Leicht y Mariano de Fernández Echeverría y Veitya, y sobre ellos les hablaré el día de hoy.
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MARIANO FERNÁNDEZ ECHEVERRÍA Y VEYTIA
Filósofo e historiador, nace en la ciudad de Puebla en el año de 1718, fallece en la ciudad de México en 1780. Fue descendiente de Alfonso el Onceno, rey de León, en España; su padre fue superintendente de la casa de moneda de la nueva España.
Estudió en la Cd. Puebla, termina sus estudios en la nueva España graduándose como bachiller en 1733, y luego como abogado en 1737. Viaja a España para incorporarse al Colegio de Abogados de Madrid, donde funda la academia de los curiosos, para después de obtener el título de caballero de la Orden de Santiago.
Regresa a México en 1750 y después de fallecido su padre se establece aquí en Puebla, se dedica de lleno al estudio de la historia de México. Por medio del correo se contacta con el historiador Lorenzo Boturini, quien se dedica a investigar los temas que este le encarga; al fallecer Boturini, Echeverría y Veytia hereda todo su material de investigación, lo edita y lo publica en parte.
Echeverría y Veitya deja todo su material inconcluso y no es sino hasta meses después de su muerte, en 1780, cuando amigos y seguidores comienzan a terminar de editar y publicar sus libros, entre los que destacan: Historia Antigua en mayo de 1780, los Baluartes de México en 1820, entre otros.
Acerca de la ciudad de Puebla solo escribió un libro que, para variar, quedó sin terminar; dejó los originales de este manuscrito en la Academia de Historia de Madrid, mientras en México, la Sociedad Poblana Alzate consigue una copia de estos escritos.
Y es hasta 1932 cuando, financiado por el gobierno del estado y a insistencia del historiador poblano - germano Hugo Leicht, se logra su publicación para conmemorar el cuarto centenario de la fundación de Puebla, siendo el primer historiador de la ciudad. Así es como el trabajo de Echeverría y Veitya no se conoce en esta ciudad sino hasta casi 150 años después de su muerte.
HUGO ADELBERT HENRY LEICHT MEYER
Nació el 27 de agosto del año 1881 en Hamburgo; fue un historiador alemán, estudió lenguas clásicas, llegando a dominar el latín, el griego, inglés, francés, español, turco y árabe, y una vez radicado en México, el náhuatl y el otomí. Obtuvo un doctorado en lenguas, además de estudiar pedagogía, botánica y filosofía (échate ese trompo a la uña, diría mi padre).
Lo sorprende en Europa el inicio de la Primera Guerra Mundial, lo que lo obligó a tomar la decisión de viajar a América con su señora madre, Edelheid Emma Meyer, quien lo acompañó hasta la ciudad de Guatemala, donde logra colocarse como director del Colegio de la Colonia Alemana en esa ciudad, puesto que ocupó hasta 1918.
En ese año parte hacia la ciudad de Puebla, donde también se coloca como profesor de la naciente escuela de la colonia de residentes alemanes como profesor de francés, inglés, alemán, cálculo, geografía, física y matemáticas.
A partir de este momento se entrega a la tarea de escribir un libro acerca de la ciudad de Puebla, ¿el resultado?, la magna obra que heredamos los poblanos “Las Calles de Puebla”, libro que recopila, calle por calle y casa por casa, las historias de cada casona, mansión, vecindad, familia, personajes del Centro Histórico y todo dato digno de ser recordado.
Este libro vio la luz la navidad del año 1930, 8 años le llevó al señor Leicht el recopilar, ordenar, clasificar, redactar y editar su obra de 552 páginas; lo triste: el libro no fue publicado sino hasta el año 1936, a pesar de tener fecha de publicación 1934.
En 1930, mismo año en que terminó su obra, y gracias a sus estudios, se convierte en el editor de una revista de la época que se llamaba “Puebla “, donde escribe artículos históricos de la ciudad, inclusive logrando definir perfectamente y gracias a sus investigaciones, la fecha exacta de la fundación.
Entrega su alma al creador el 15 de agosto de 1952, es en el año 1965 en que a petición del regidor Luis Sánchez Pontón, se aprueba que el cabildo realice el trámite para traer sus restos a esta ciudad, en el año de 1966 y son colocados junto a los de su madre aquí en el panteón francés, donde reposan hasta nuestros días.
HONOR A QUIEN HONOR MERECE
Ironías de la vida, si no fuera por la afición y el amor que le tuvo el señor Leicht a esta ciudad nunca se hubiera conocido la obra de Echeverría y Veitya, y es gracias a estos dos historiadores que tenemos la más confiable historia de nuestra ciudad.
Lo triste: ninguno de los dos tiene una calle o avenida que porte su nombre, mucho menos un parque público y, para rematar, en cada aniversario de la fundación de la ciudad nunca se les menciona.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos el próximo sábado.
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