A principios del siglo XX, el Rancho de la Rosa comprendía también las tierras del Rancho San José de Rementería, ambos ubicados al nororiente de la ciudad. Así fue adquirido en copropiedad por el migrante alemán, Pablo Petersen, y su esposa Esther Colombres, hija del destacado general.
Petersen echó raíces en Puebla. Estableció un negocio próspero y también se dedicó a la agricultura. Donó una buena extensión de tierras para formar una de las primeras colonias de la ciudad y otras, para la construcción del edificio del Colegio Alemán.
Junto con su esposa procreó a ocho hijos que continuaron su legado hasta que sus tierras desaparecieron, cuando se comenzaron a fraccionar para ser urbanizadas y convertirse en parte de la ciudad.
El heredero de un marqués
Francisco Javier de Vasconcelos Berrueco y Arellano (1667) fue un ilustre poblano que en 1692 recibió el único título nobiliario conferido al Valle de Puebla por el rey Carlos II, el de Marqués de Monserrate.
El marquesado abarcaba una gran extensión de tierras al nororiente de la ciudad que el marqués heredó a sus hijos, nietos y bisnietos. Pero en 1856, el sexto y último marqués, adoptó al hijo de un amigo que había muerto por la epidemia de cólera junto con su esposa, el niño Joaquín Colombres.
El Marqués de Monserrate cuidó al niño como si fuera suyo porque no tuvo hijos. A su muerte, el ya general, quien tuvo una destacada participación en la Batalla de Puebla y el Sitio de Puebla, rechazó el título nobiliario por no tener lazos sanguíneos con él, pero sí recibió sus bienes y propiedades.
Joaquín Colombres se casó y tuvo tres hijos, Saúl, Esther y Raquel. Sus hijas se casaron con dos hermanos alemanes que habían llegado a Puebla a finales del siglo XIX en busca de un futuro promisorio: Pablo y Federico Petersen.
Dos germanos en Puebla
Pablo Petersen von Raben nació en la región de Schleswig-Holstein, al norte de Alemania, en 1867. Era joven y soltero cuando llegó a Puebla a probar fortuna. Después vino su hermano Federico y se establecieron. Se asociaron con otro alemán de apellido Dorenberg y fundaron la empresa Dorenberg, Petersen y Compañía.
“La empresa fue muy conocida, se dedicaron al negocio de las ferreterías. Estaba en la esquina de las calles 2 norte y 2 oriente (enfrente de Vip´s). Después se movieron sobre la 2 oriente (frente a Sanborn´s). Era una ferretería grande, bien surtida y exitosa”, relata Carlos Petersen Dieseldorff, nieto de Pablo.
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El negocio empezó a funcionar, los alemanes comenzaron a hacer fortuna y a relacionarse con la sociedad poblana. Así, los Petersen conocieron a las hermanas Colombres y se casaron. Primero Pablo con Esther, después Federico con Raquel.
Carlos comenta que uno de los lugares donde vivieron sus abuelos fue en la calle 20 oriente, en una casa antigua enfrente de la Cruz Roja que ahora es la Escuela de Enfermería.
Probablemente ahí fue donde nació su padre en 1904, Carlos Federico Petersen Colombres. Porque asegura que sus abuelos hicieron buena amistad con los descendientes de Antuñano, al grado que uno de ellos, Esteban, fue padrino de bautizo de su papá.
El rancho y su anexo
En 1904, Pablo Petersen y su esposa Esther le compraron el Rancho de la Rosa y San José de Rementería a la sucesión de los Ortiz Borbolla. Tomaron posesión de él en 1906. Las tierras estaban al nororiente de la ciudad y colindaban con las de Manzanilla que habían heredado las hermanas Colombres.
“Por ahí hay un dato que, a principios del siglo XX, el Rancho de la Rosa comprendía 300 hectáreas en total, junto con su anexo, Rementería. El casco del rancho es lo que es hoy la Secretaría del Bienestar, antes SEDESOL (Secretaría de Desarrollo Social) y la escuela de lenguas de la BUAP (20 oriente y 24 norte)”, detalla Carlos.
“Viendo algunos mapas antiguos deduzco que el lindero natural del rancho era la barranca que después fue el arroyo y ahora es el Bulevar Xonaca. El otro lindero es la 14 oriente que era la antigua carretera a Veracruz. Otro punto de referencia era la antigua Garita de Amozoc (que fue la entrada a la ciudad). La 16 oriente que era el antiguo camino al pueblo de la Resurrección y a la hacienda de Manzanilla (San Diego) que era de las más grandes de esta zona”, agrega.
Dice que el terreno de la embotelladora de PEPSI también era parte del rancho, así como una planta que fabrica partes automotrices que está sobre el libramiento que va hacia el estadio; y pasando la vía, a donde estaba Chiclets Adams y unas empresas químicas que ya demolieron.
El Rancho San José de Rementería, en el siglo XVIII le había pertenecido a Vicente Rementería. Colindaba con el Rancho San José Maravillas y el Rancho de Oropeza. A principios del siglo XX, ya pertenecía al Rancho de la Rosa.
En la medida que la ciudad fue creciendo, hubo necesidad de aprovechar los terrenos de los ranchos o haciendas cercanas para urbanizar. Así se comenzaron a fraccionar.
Las hectáreas que pertenecieron al Rancho de la Rosa hoy son las colonias Miguel Alemán, Cristóbal Colón, América Norte y Humboldt. Esta última fue la primera colonia y se comenzó a construir a principios del siglo XX (1914). El terreno para la primera parte del residencial, fue donado por Pablo Petersen.
El terreno correspondiente al anexo San José de Rementería, hoy son las colonias: Carril de la Rosa, México 68, Miguel Hidalgo, Mercado Morelos y Villa Verde.
Un dato histórico acerca de San José de Rementería, es que los franceses tomaron posesión temporal de él para refugiarse, guardar el parque y planear su estrategia de ataque en la Batalla del 5 de Mayo. Desde ahí montaron cañones, se alistaron, y subieron al cerro de Loreto y Guadalupe.
La producción del rancho era de temporal y se cultivaba maíz, trigo, frijol y alfalfa, pero también era un rancho ganadero. Pablo Petersen trajo ganado vacuno del norte de Alemania, de la región donde nació, Schleswig-Holstein. Su nieto Carlos, asegura que, por eso, es considerado el introductor del Ganado Holstein en México.
Habitan la Mansión Giacopello
Hacia finales del siglo XIX, la ciudad había comenzado a experimentar un cambio importante en su fisonomía. Personajes prominentes de la época compraron parcelas del Rancho de San Sebastián (hoy colonia) para construir sus casas. La calle 7 poniente (hoy Avenida Juárez), se había trazado bajo el nombre de Avenida del Vencedor, por el triunfo de Porfirio Díaz sobre los franceses en la Toma de Puebla.
A pesar de haber adquirido el rancho, Pablo y Esther no se fueron de inmediato a vivir para allá. A principios del siglo XX, se establecieron sobre la calle señorial de la ciudad, en la Mansión Giacopello (Casa de los Enanos). Era la última de la zona, no había nada más hacia el cerro de La Paz.
Las habitaciones de planta alta de la casa están del lado de la Avenida Juárez. Carlos relata que su papá le platicó que un día toda la familia estaba en la mesa lista para desayunar, pero su tío, el hermano pequeño, Pablo, no aparecía. Lo buscaron por toda la casa y lo encontraron en el clóset de su recámara.
“Cuando le preguntaron qué pasaba dijo que estaba muy asustado porque en la noche se despertó, se asomó por la ventana y vio que el volcán (Popocatépetl) estaba todo rojo en la parte de arriba. Eso le asustó tanto que se fue a esconder. Mi abuelo se enojó y le dijo: ´Ay niño nos hubieras dicho, a mí me hubiera gustado ver esa erupción del volcán que tú viste”, dice.
Al casarse, Federico y Raquel se fueron a vivir cerca de sus hermanos, sobre la 9 poniente. “Hay una anécdota simpática de los abuelos cuando ya vivían en la zona y es que para avisar que llegaban a su casa, izaban una bandera (alemana) y así, uno y otro, sabían si estaban o no en su casa para poder visitarse”, detalla.
Cuando los hijos de los Petersen tuvieron edad iniciaron ahí sus estudios en el Colegio Alemán. Se fundó en 1911 y tuvo diferentes ubicaciones.
Frida, la hija mayor de Pablo y Esther fue la primera en ingresar. Terminó de estudiar y comenzó a dar clases. En 1943 se casó con el profesor Fritz Theiss, que fue director del colegio más de 30 años.
Pablo Petersen había donado una fracción del terreno del Rancho de la Rosa para la construcción del edificio del Colegio Alemán. Entre 1946 y 1947, se comenzó a edificar a un costado del casco del rancho, en la calle 24 norte 2003. Frida y sus hermanos, que habían sido ex alumnos, realizaron donaciones económicas con la herencia que les dejó su madre. Entonces la escuela cambió de nombre a Colegio Humboldt.
El final de un legado
En orden ascendente los hijos que procrearon Pablo y Esther son: Frida, Carlos Federico, Alicia, Erika, María Elsa, Esther, Pablo y Raquel Petersen Colombres.
Cuando el mayor de los varones, Carlos Federico terminó sus estudios escolares se fue a estudiar Agricultura a Alemania con la idea de que a su regreso se hiciera cargo del rancho. Y así fue, a finales de la década de los treinta, su papá falleció y él regresó a Puebla a hacerse cargo del rancho y de la familia.
“Un día llegó a pedirle trabajo un joven alemán que había llegado a estudiar al Colegio Humboldt. Él vivía en Guatemala junto con su familia, pero como allá no había preparatoria lo mandaron a estudiar a Puebla. Era Guillermo Dieseldorff”, señala.
Billy, como lo llamaban, tenía una hermana que quería conocer la ciudad donde estudiaba y vino a visitarlo. Su nombre era Mildred.
Carlos Federico la conoció. Se enamoraron y se casaron en 1953. Construyó su casa a un costado de la entrada del casco del rancho (20 oriente). Juntos procrearon a dos hijos, el entrevistado, Carlos Enrique, y Juana María de los Ángeles Petersen Dieseldorff.
El entrevistado dice que para su padre había dos cosas centrales en su vida, una era su familia y la otra el rancho. Enfatiza que para él fue el mejor padre y el testimonio de amor hacia su esposa es increíble. Comenta que cuando él construyó la casa solo estaba la suya y otras dos, todo lo demás campo y la barranca. Desde ahí se veía el Popocatépetl y el Iztaccihuatl.
“El campo aéreo estaba cerca, aquí en la 24 sur (ahora Parque Ecológico). Cuando yo era niño, desde aquí escuchaban las avionetas y aviones de la fuerza aérea cuando hacían vuelos de práctica. Eso me fascinaba. En las vacaciones me las pasaba de arriba y para abajo en el jardín con unos binoculares viendo los aviones. Yo quería ser piloto, pero mi papá me convenció de estudiar Ingeniería Mecánica que era una carrera afín. Eso estudié en la Universidad de las Américas que ya se había establecido en Puebla”, recuerda.
“Lo que me transmitieron mis padres y tíos es que don Pablo Petersen era muy querido y respetado por muchos en Puebla, principalmente por su gran altruísmo y desprendimiento. Se cuenta que cuando murió se formó un cortejo fúnebre como pocas veces se había visto en la ciudad, por lo concurrido y largo que fue”, subraya y concluye.
El Rancho de la Rosa y San José de Rementería, quedaron fraccionados durante la década de los sesenta del siglo XX.