Disfrutar las fiestas decembrinas con olor a pino es un lujo que cada año nos podemos dar al adornar nuestros hogares con un árbol de Navidad frondoso y natural. Pero, ¿conoces la historia del pino navideño?, ¿sabes por qué le colgamos luces, esferas y adornos?
“El pino es una tradición que llegó del norte de Europa que es un área con clima nórdico, demasiado fría, y este árbol es el que más resiste esas temperaturas. Los ingleses son los que trajeron la costumbre cuando llegan a territorio norteamericano”, expone Jorge Eduardo Zamora Martínez, conocido como el Barón Rojo.
“Según cuenta la tradición los antiguos guerreros nórdicos colocaban las pertenencias de los que morían en un árbol, el escudo, el caso, etcétera. Cuando comenzó la evangelización de la iglesia católica en el norte de Europa cambió esto y empezaron a colgar fruta en los árboles, y así fue cambiando hasta legar a las luces y esferas, que son una alegoría de la Navidad”, agrega.
LO QUE DICE LA HISTORIA
En el siglo 18, los antiguos germanos creían que el mundo y todos los astros estaban sostenidos de las ramas de un árbol gigantesco llamado el "divino Idrasil" y también era conocido como "dios Odín".
Dice que a este dios se le rendía culto cada año durante el solsticio de invierno, que es cuando se renovaba la vida. La celebración consistía en adornar un encino con antorchas que representaban las estrellas, la luna y el sol. En torno a este árbol bailaban y cantaban adorando a su divinidad.
El misionero Bonifacio, evangelizador de Alemania, un día taló el árbol que representaba al dios Odín ante la mirada atónita de los lugareños y en el mismo lugar plantó un abeto, que significaba el símbolo del amor perenne de Dios, y dijo: “representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes y porque su copa señala al cielo”.
Bonifacio lo adornó con manzanas y velas, y le dio un simbolismo cristiano. Las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y de los hombres; las velas representaban a Cristo, la luz del mundo.
SIMBOLISMO DEL ÁRBOL
Refiere que esta costumbre alemana se difundió por toda Europa y la tradición llegó a América con la Conquista española y las migraciones. La tradición evolucionó poco a poco y se cambiaron las manzanas por esferas y las velas, por focos que representan la alegría y la luz que Jesucristo trajo al mundo.
Los colores de las esferas representan oraciones: azules, de arrepentimiento; plateadas, de agradecimiento; doradas, de alabanza; y rojas, de petición.
“La estrella que se pone en la punta del pino, representa la fe que debe guiar nuestras vidas. Y las diferentes figuras que se ponen para adornarlo, representan las buenas acciones y sacrificios: los regalos que le daremos a Jesús en la Navidad”, concluye.