/ sábado 5 de noviembre de 2022

San Cristóbal, el gigante lleva-Cristo que le dio la vuelta al mundo | Los tiempos idos

La escultura del santo patrono de los viajeros, de más de 4 metros de alto, fue construida por un poblano en el siglo XVII

La Ciudad de los Ángeles fue frontera entre varios señoríos y sitio de paso para embarcarse al Reino o las colonias españolas. Cuando los viajeros se marchaban de la localidad se encomendaban al cuidado de San Cristóbal para que los acompañara en los largos trayectos que habían de realizar, lo que se volvió tradición.

Con sus más de cuatro metros de largo, la talla del santo patrono de los viajeros reposó en la extinta capilla de San Cristóbal a las faldas del cerro de Loreto, cerca de la entrada a la ciudad, hasta que se trasladó a la Catedral. Sufrió los embates de la guerra y perdió ambos brazos. Aun así, emprendió un largo viaje por el mundo hasta que regresó a Puebla en 1976.


La figura modelada en madera que plasma a un hombre corpulento y colosal con un niño a cuestas, se presume que fue construida por un poblano a inicios del siglo XVII. Hoy es considerada la más grande de la Época Colonial en México y da muestra de su majestuosidad en el Museo Regional del INAH en Puebla.

La estatua de San Cristóbal antes de ser trasladada al Museo de Artesanías que se convertiría en el Museo Regional de Puebla y Tlaxcala del INAH | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

El santo patrono

La gigantesca escultura de San Cristóbal, conocido como el Gigante Lleva-Cristo, fue adoptado por los viajeros como su santo patrono contra accidentes y demás vicisitudes en el camino. Se encontraba en la ermita del cerro de San Cristóbal, que fue el primer nombre del cerro de Loreto y Guadalupe, lugar al que irónicamente regresó en el siglo XX al Museo Regional del INAH, expone el investigar Gustavo Velarde Tritschler.

“Los viajeros que hace siglos efectuaban el peligroso recorrido de la capital del virreinato para embarcarse a España o las colonias españolas, sufrieron largas jornadas de fatigoso viaje en carruajes o a lomo de sus cabalgaduras, todos ellos debieron encomendarse al cuidado de San Cristóbal cuya efigie milagrosa los acompañaría en el trayecto erizado de obstáculos”, detalla.

La tradición cuenta que la materia prima de la escultura se obtuvo de un tronco de árbol con forma humana a la que los indígenas daban cierta veneración, ante esto los frailes franciscanos cortaron y ocultaron el objeto de tal idolatría hasta que un anónimo escultor de inicios de siglo XVII realizo con ella la figura del Gigante lleva-Cristo.

Esta es la pintura de San Cristóbal de la desaparecida casa de la 3 Poniente 141 donde hace siglos estuvo el Tribunal de la Santa Inquisición | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Traslado de la escultura

En el libro Las calles de Puebla de Hugo Leicht se lee que la gigantesca estatua se trasladó a la Catedral cuando fue inaugurada en 1649. Para hacer honor a su patrocinio de protector de todas las entradas y salidas, la escultura se colocó detrás de la puerta y permaneció ahí hasta los tiempos del intendente Manuel de Flon, Conde de la Cadena, quien gobernó Puebla de 1787 a 1811.

“Hay una anécdota trágica que tiene que ver con Manuel de Flon. Sucedió que los festejos de su nombramiento iniciaron con un Te Deum en Catedral (para alabar y dar gracias a dios). Su esposa estaba embarazada y al ingresar al recinto religioso no advirtió que la escultura estaba semi oculta tras el cancel. La impresión al ver la enorme y patética figura en la penumbra, le introdujo un parto prematura en el momento, narra.


Por esta razón la estatua de San Cristóbal permaneció “castigada”, oculta tras un paño, y después arrumbada en una bodega, asegura el investigador, quien agrega que, en 1863, en medio de la turbulencia del asedio de los franceses a la ciudad de Puebla, la sacaron para usarla como trinchera por sus dimensiones. Así perdió ambos brazos y sufrió daños a sus acabados. Afortunadamente la recogieron y la llevaron al templo del Barrio de Santiago.

A mediados del siglo XX regresó al mismo lugar donde antiguamente estuvo, en la cima del cerro de Loreto y Guadalupe pero ahora en la ermita de Loreto: “En el museo histórico tristemente olvidado y saqueado cuando ambos fuertes se encontraban en el más absoluto descuido y donde San Cristóbal era la única atracción”.

Escultura de San Cristóbal en la iglesia del Barrio de Santiago en la que se puede apreciar la proporción humana | Foto: Libro Las Calles de Puebla de Hugo Leicht

Exhibida en el mundo

A finales de la década de los sesenta del siglo XX, la escultura inédita de San Cristóbal salió de la ciudad de Puebla hacia Europa donde sería exhibida durante seis meses, pero los organismos gubernamentales hicieron uso de ella para mostrarla en diferentes ferias internacionales.

“Como buen viajero, el largo periplo (viaje o recorrido) de San Cristóbal no paro ahí no paró en el museo histórico, la Secretaria del Patrimonio Nacional otorgó un permiso para que la barroca figura saliera del país en calidad de préstamo. Así emprendió un largo viaje de cuatro años por el mundo, no sin antes ser restaurada por el escultor José Luis Silva a quien se le encomendó el trabajo de restañar las heridas causadas dúrate los asedios a la ciudad de Puebla”, asegura.

La escultura de San Cristóbal fue admirada en Berlín, Osaka, Tokio, París, Roma y Vancouver, antes de regresar al país en 1975, donde permaneció un año en la Pinoteca Virreinal del antiguo convento de San Diego, junto a la Alameda Central en la Ciudad de México en donde se ubicó a la entrada al gran recinto.

La talla de madera estofada y policromada de San Cristóbal, que se dice fue elaborada por un artista anónimo de Acajete, Puebla, a inicios del siglo XVII, regresó a Puebla en abril de 1976 para ser exhibida en el Museo Regional del INAH que fue inaugurado el 5 de Mayo de ese año.

San Cristóbal presidiendo la entrada al Museo de la Pinacoteca Virreinal del antiguo claustro de San Diego en la Ciudad de México | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

El santo en la ciudad

“Este San Cristóbal lleva-Cristo es único en el país. En Puebla podemos percibir otras huellas del santo en nichos, hornacinas, en el interior de viejos edificios, templos y museos, como reminiscencia de una época en que la ciudad elegía a sus santos patronos para todos los aspectos de su vida cotidiana”, señala.

La sombra de San Cristóbal está presente en muchos rincones de la ciudad, como en la casa número 111 de Ia Avenida 3 Poniente, donde hace siglos estuvo el Tribunal de la Inquisición de la antigua Ciudad de los Ángeles.

El edificio de la que es hoy Escuela Oficial Himno Nacional, preside una pequeña imagen del San Cristóbal Lleva-Cristo, que afortunadamente ha sido conservada para no desvirtuar el carácter del inmueble, antiguamente anexo a la iglesia de San Cristóbal, 4 Norte 607.

Cuando la escultura de San Cristóbal regresó a la ciudad de Puebla en 1976 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

¿Quién es San Cristóbal?

Corpulento, colosal y de edad mediana es como se plasma a Cristóbal de Licia, quien nació pagano y desde que recibió su nombre, se predijo lo que haría en la vida adulta. Cristóbal significa “portador de Cristo”.

Velarde Tritschler señala que Cristóbal nació en Palestina y fue bautizado por San Babilas, Obispo de Antioquía. Cuando se convirtió al cristianismo tomó parte activa en las campañas apostólicas de su tiempo, por lo cual fue detenido el año de 230 de la Era Cristiana en Samos, torturado y decapitado. Por eso se consideró un mártir.

Enfatiza que la leyenda cuenta que era un gigante que ayudaba a los viajeros a cruzar el rio del que él era dueño y señor, llevándolos a cuestas.

Tablero de talavera dedicado a San Cristóbal en la antigua Locería de Alfaro, 8 Poniente 709 | Foto: Colección Gustavo Tritschler

“Un día le pidió el servicio un chiquillo al que Cristóbal puso sobre sus hombros, al ir cruzando sintió que el peso era demasiado grande para el liviano pasajero que llevaba a cuesta. Cuando llegaron al otro lado el niño le confesó que era Cristo y llevaba sobre él todo el peso de Dios. Así lo convirtió en patrón de caminantes y viajeros”, concluye el investigador.

Debido a su corpulencia también es un santo popular entre atletas y marineros. Además es venerado como uno de los catorce santos auxiliadores, porque su invocación se considera eficaz contra determinados males físicos. San Cristóbal es el santo patrón de muchas ciudades y pueblos del mundo.

*Algunos datos de esta investigación fueron proporcionados por el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.

Así luce actualmente la escultura de San Cristóbal del siglo XVII | Foto: Cortesía INAH





La Ciudad de los Ángeles fue frontera entre varios señoríos y sitio de paso para embarcarse al Reino o las colonias españolas. Cuando los viajeros se marchaban de la localidad se encomendaban al cuidado de San Cristóbal para que los acompañara en los largos trayectos que habían de realizar, lo que se volvió tradición.

Con sus más de cuatro metros de largo, la talla del santo patrono de los viajeros reposó en la extinta capilla de San Cristóbal a las faldas del cerro de Loreto, cerca de la entrada a la ciudad, hasta que se trasladó a la Catedral. Sufrió los embates de la guerra y perdió ambos brazos. Aun así, emprendió un largo viaje por el mundo hasta que regresó a Puebla en 1976.


La figura modelada en madera que plasma a un hombre corpulento y colosal con un niño a cuestas, se presume que fue construida por un poblano a inicios del siglo XVII. Hoy es considerada la más grande de la Época Colonial en México y da muestra de su majestuosidad en el Museo Regional del INAH en Puebla.

La estatua de San Cristóbal antes de ser trasladada al Museo de Artesanías que se convertiría en el Museo Regional de Puebla y Tlaxcala del INAH | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

El santo patrono

La gigantesca escultura de San Cristóbal, conocido como el Gigante Lleva-Cristo, fue adoptado por los viajeros como su santo patrono contra accidentes y demás vicisitudes en el camino. Se encontraba en la ermita del cerro de San Cristóbal, que fue el primer nombre del cerro de Loreto y Guadalupe, lugar al que irónicamente regresó en el siglo XX al Museo Regional del INAH, expone el investigar Gustavo Velarde Tritschler.

“Los viajeros que hace siglos efectuaban el peligroso recorrido de la capital del virreinato para embarcarse a España o las colonias españolas, sufrieron largas jornadas de fatigoso viaje en carruajes o a lomo de sus cabalgaduras, todos ellos debieron encomendarse al cuidado de San Cristóbal cuya efigie milagrosa los acompañaría en el trayecto erizado de obstáculos”, detalla.

La tradición cuenta que la materia prima de la escultura se obtuvo de un tronco de árbol con forma humana a la que los indígenas daban cierta veneración, ante esto los frailes franciscanos cortaron y ocultaron el objeto de tal idolatría hasta que un anónimo escultor de inicios de siglo XVII realizo con ella la figura del Gigante lleva-Cristo.

Esta es la pintura de San Cristóbal de la desaparecida casa de la 3 Poniente 141 donde hace siglos estuvo el Tribunal de la Santa Inquisición | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Traslado de la escultura

En el libro Las calles de Puebla de Hugo Leicht se lee que la gigantesca estatua se trasladó a la Catedral cuando fue inaugurada en 1649. Para hacer honor a su patrocinio de protector de todas las entradas y salidas, la escultura se colocó detrás de la puerta y permaneció ahí hasta los tiempos del intendente Manuel de Flon, Conde de la Cadena, quien gobernó Puebla de 1787 a 1811.

“Hay una anécdota trágica que tiene que ver con Manuel de Flon. Sucedió que los festejos de su nombramiento iniciaron con un Te Deum en Catedral (para alabar y dar gracias a dios). Su esposa estaba embarazada y al ingresar al recinto religioso no advirtió que la escultura estaba semi oculta tras el cancel. La impresión al ver la enorme y patética figura en la penumbra, le introdujo un parto prematura en el momento, narra.


Por esta razón la estatua de San Cristóbal permaneció “castigada”, oculta tras un paño, y después arrumbada en una bodega, asegura el investigador, quien agrega que, en 1863, en medio de la turbulencia del asedio de los franceses a la ciudad de Puebla, la sacaron para usarla como trinchera por sus dimensiones. Así perdió ambos brazos y sufrió daños a sus acabados. Afortunadamente la recogieron y la llevaron al templo del Barrio de Santiago.

A mediados del siglo XX regresó al mismo lugar donde antiguamente estuvo, en la cima del cerro de Loreto y Guadalupe pero ahora en la ermita de Loreto: “En el museo histórico tristemente olvidado y saqueado cuando ambos fuertes se encontraban en el más absoluto descuido y donde San Cristóbal era la única atracción”.

Escultura de San Cristóbal en la iglesia del Barrio de Santiago en la que se puede apreciar la proporción humana | Foto: Libro Las Calles de Puebla de Hugo Leicht

Exhibida en el mundo

A finales de la década de los sesenta del siglo XX, la escultura inédita de San Cristóbal salió de la ciudad de Puebla hacia Europa donde sería exhibida durante seis meses, pero los organismos gubernamentales hicieron uso de ella para mostrarla en diferentes ferias internacionales.

“Como buen viajero, el largo periplo (viaje o recorrido) de San Cristóbal no paro ahí no paró en el museo histórico, la Secretaria del Patrimonio Nacional otorgó un permiso para que la barroca figura saliera del país en calidad de préstamo. Así emprendió un largo viaje de cuatro años por el mundo, no sin antes ser restaurada por el escultor José Luis Silva a quien se le encomendó el trabajo de restañar las heridas causadas dúrate los asedios a la ciudad de Puebla”, asegura.

La escultura de San Cristóbal fue admirada en Berlín, Osaka, Tokio, París, Roma y Vancouver, antes de regresar al país en 1975, donde permaneció un año en la Pinoteca Virreinal del antiguo convento de San Diego, junto a la Alameda Central en la Ciudad de México en donde se ubicó a la entrada al gran recinto.

La talla de madera estofada y policromada de San Cristóbal, que se dice fue elaborada por un artista anónimo de Acajete, Puebla, a inicios del siglo XVII, regresó a Puebla en abril de 1976 para ser exhibida en el Museo Regional del INAH que fue inaugurado el 5 de Mayo de ese año.

San Cristóbal presidiendo la entrada al Museo de la Pinacoteca Virreinal del antiguo claustro de San Diego en la Ciudad de México | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

El santo en la ciudad

“Este San Cristóbal lleva-Cristo es único en el país. En Puebla podemos percibir otras huellas del santo en nichos, hornacinas, en el interior de viejos edificios, templos y museos, como reminiscencia de una época en que la ciudad elegía a sus santos patronos para todos los aspectos de su vida cotidiana”, señala.

La sombra de San Cristóbal está presente en muchos rincones de la ciudad, como en la casa número 111 de Ia Avenida 3 Poniente, donde hace siglos estuvo el Tribunal de la Inquisición de la antigua Ciudad de los Ángeles.

El edificio de la que es hoy Escuela Oficial Himno Nacional, preside una pequeña imagen del San Cristóbal Lleva-Cristo, que afortunadamente ha sido conservada para no desvirtuar el carácter del inmueble, antiguamente anexo a la iglesia de San Cristóbal, 4 Norte 607.

Cuando la escultura de San Cristóbal regresó a la ciudad de Puebla en 1976 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

¿Quién es San Cristóbal?

Corpulento, colosal y de edad mediana es como se plasma a Cristóbal de Licia, quien nació pagano y desde que recibió su nombre, se predijo lo que haría en la vida adulta. Cristóbal significa “portador de Cristo”.

Velarde Tritschler señala que Cristóbal nació en Palestina y fue bautizado por San Babilas, Obispo de Antioquía. Cuando se convirtió al cristianismo tomó parte activa en las campañas apostólicas de su tiempo, por lo cual fue detenido el año de 230 de la Era Cristiana en Samos, torturado y decapitado. Por eso se consideró un mártir.

Enfatiza que la leyenda cuenta que era un gigante que ayudaba a los viajeros a cruzar el rio del que él era dueño y señor, llevándolos a cuestas.

Tablero de talavera dedicado a San Cristóbal en la antigua Locería de Alfaro, 8 Poniente 709 | Foto: Colección Gustavo Tritschler

“Un día le pidió el servicio un chiquillo al que Cristóbal puso sobre sus hombros, al ir cruzando sintió que el peso era demasiado grande para el liviano pasajero que llevaba a cuesta. Cuando llegaron al otro lado el niño le confesó que era Cristo y llevaba sobre él todo el peso de Dios. Así lo convirtió en patrón de caminantes y viajeros”, concluye el investigador.

Debido a su corpulencia también es un santo popular entre atletas y marineros. Además es venerado como uno de los catorce santos auxiliadores, porque su invocación se considera eficaz contra determinados males físicos. San Cristóbal es el santo patrón de muchas ciudades y pueblos del mundo.

*Algunos datos de esta investigación fueron proporcionados por el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.

Así luce actualmente la escultura de San Cristóbal del siglo XVII | Foto: Cortesía INAH





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