El siglo XX detonó la construcción de fraccionamientos residenciales en Puebla y uno de ellos fue el que se cimentó sobre los terrenos del antiguo Molino de San Francisco, el primero molino de la ciudad, del siglo XVI, que fue demolido para ello.
Después de un compromiso fallido de compraventa por parte del Ayuntamiento para explotar el terreno, el propietario decidió fraccionarlo para vivienda. Se comenzó a urbanizar en 1936 y los lotes se ofrecieron con entrega inmediata y todos los servicios, además de un jardín central y una pérgola.
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Numerosas familias poblanas de origen español habitaron el fraccionamiento Molino de San Francisco pero, en su mayoría, se asentaron familias de ascendencia libanesa, que forjaron sus historias de vida en feliz convivencia.
Así comenzó su historia…
El proceso para explotar el terreno del Molino de San Francisco comenzó en 1918 con diversas ideas, la principal era vender todo el predio, e incluso, hubo un compromiso de compraventa por parte del Ayuntamiento, expone Carlos Montero Pantoja, catedrático del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP, doctorado en arquitectura y urbanismo con especialidad en centros históricos.
“El gobierno pretendía unir el jardín de San José, ya como Francisco y Madero, extendiendo el área verde al Paseo de San Francisco donde ya existía el moderno y exclusivo centro deportivo Juventud Revolucionaria, de moda en esa fecha. Luego, el paseo seguiría por los cerros para continuar hasta La Malinche. Sin embargo, al final, el Cabildo no aprobó la compra debido al costo. La idea del paseo no se concretó y el propietario decidió fraccionarlo para vivienda”, asegura.
El antiguo Molino de San Francisco fue demolido para edificar el fraccionamiento, que lleva el mismo nombre, en sus terrenos. La urbanización comenzó en 1936 y las calles fueron abiertas en 1937. El proceso de construcción fue lento y se intensificó en la década de los cuarenta.
En el libro Colonias de Puebla del doctor Montero, disponible para consulta en el Archivo General Municipal, se lee que el fraccionamiento Molino de San Francisco se promovió con todos los servicios: agua, luz, drenaje y pavimentación, además de un parque. Los lotes se adquirían con un enganche del 20% y entrega inmediata, para después pagar mensualidades de $29.00, no se especifica el tiempo.
La publicación agrega que, en el estilo arquitectónico de las casas habitación se utilizaron las tendencias urbanas de la época, predominando el colonial californiano. El fraccionamiento se diseñó con un jardín central en forma de rectángulo al que se le agregó una fuente (hoy inexistente) y una pérgola (de ahí recibió su nombre). Alrededor de él se diseñaron las manzanas y se nombró como calle principal la 16 Oriente, quizá porque en su trayecto tiene una rotonda.
Una infancia feliz
La familia de Victorina Sanz Sota era de Orizaba y llegó a vivir a San Francisco en 1941, sobre la 4 Norte. Ahí vivieron poco tiempo porque luego se pasaron a una casa en la 16 Oriente donde estuvieron muchos años hasta que su papá, don Eleuterio Sanz Elvira, español de nacimiento y propietario de la papelería La Esfera, construyó la casa familiar en la tercera central.
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“Qué bonito era vivir en la Puebla de entonces. No había tráfico y por la colonia solo pasaban dos o tres coches. Todos nos conocíamos y las casas estaban abiertas, podías entrar a cualquiera, jugábamos escondidillas y nos metíamos a todas. Cerrábamos las calles y las pintábamos con carriles para hacer carreras de coches y de triciclos. ¡Era divertidísimo!”, confiesa Victorina, quien a la vez enfatiza: “Era nuestro mundo y hacíamos lo que nos daba la gana”.
Recuerda que junto a ellos, en la 16 Oriente, vivía la familia de la Parra, enfrente los Márquez, una profesora de piano y un señor soltero que vivía solo de apellido Bonilla al que le hacían la vida de cuadritos con travesuras de niñas.
Justo a la mitad de la 16 Oriente está el parque La Pérgola, conocido actualmente como el Jardín de Los Enamorados, donde Victorina y los vecinos pasaban tardes divirtiéndose con diferentes actividades y hacían carreras de bicicletas o patines alrededor del parque.
“Había una calle a la que llamábamos ´la bajadita´ que desemboca en el bulevar, que no era bulevar, a mí todavía me tocó el río y bajábamos para ir a caminar por la orilla haciendo equilibrios. La 18 Oriente, que va a dar a San José, era ´la calle ancha´ y ahí vivían los Álvarez, los Martínez, el señor Hidalgo que era dueño de la embotelladora Jarritos y dueño del equipo Puebla”, comenta.
Ella creció junto con Luisa del Peral, que vivía en la 4 Norte y eran muy amigas así como con Tere Henaine, que vivía en la segunda central y cuyas familias se llevaban mucho.
“Nuestros dominios eran de la 18 Oriente hasta la segunda central (cuatro calles), para la 14 Oriente no íbamos. En la tercera central vivían los Sánchez, los Peregrina y otras familias muy conocidas; también una tía de mi mamá, Lupe Soto, que estaba casada con el señor Cienfuegos, dueño del Cine Guerrero que estaba en el portal, donde hoy está el Teatro Municipal”, detalla.
Señala que en la tercera central vivían muchas familias libanesas, recuerda a Carlos Abraham casado con Aída Slim, también a los Dib, los Julián, los Jacobo, los Esper y una pareja judía, Max y Dora Poltolarek.
Aquellos viejos tiempos
En efecto, la colonia Molino de San Francisco fue habitada por numerosas familias de ascendencia libanesa que se hermanaron con las españolas radicadas ahí. Pero en 1949 comenzó a promoverse la que se convirtió en la zona residencial más exclusiva de la época que concentró a cientos de familias poblanas, en su mayoría de origen libanés: La colonia La Paz.
“Nosotros llegamos a vivir a La Paz el 5 de mayo de 1962, yo tenía 9 años. Cuando viví en San Francisco era muy chico pero recuerdo que todo mundo vivía ahí, era de las colonias buenas de esa época junto con la Santa María, donde las casas eran más grandes, como casonas”, comenta Edmond Bojalil, quien vivió con su familia en la calle 4 Norte 1412, esquina con segunda central.
“Junto a nosotros vivían los Huidobro, también estaban los Henanine, los Alam, y en la mera esquina vivían los Morales que tenían su fábrica de calcetines. En la segunda central, entre la 4 y la 6 Norte, la calle se abría como una rotondita que era donde jugaba con mis primos, canicas o con carritos. Cuando llovía se hacían muchos charcos y poníamos barquitos de papel para que el agua los bajara. Algo que recuerdo mucho es que teníamos que comprar combustible para bañarnos porque no había calentadores”, dice.
Relata que en la esquina de la 4 Norte se ponía una marchanta para vender chalupas que eran deliciosas y del otro lado, en la esquina de las 16 Oriente estaba la fábrica de camisas de su papá. La marca de las camisas eran “Chavito”, por su hermano Salvador y el papá, y “Mon´s” por él (Edmond + shirt).
“Sobre la segunda central enfrente del parque estaba Los Tres Caballeros (hoy La Francia), una tiendita que era el lugar de reunión de todos, principalmente de los jóvenes. En la tercera central había una fabriquita donde hacían tipo artesanías como carritos de balero, trompos, nacimientos, bien padre”, asegura.
La mayoría de las familias que vivían en el fraccionamiento San Francisco, los domingo acudían a misa a la capilla de Dolores. También frecuentaban el Paseo de San Francisco para deleitarse entre las arboledas y unas deliciosas chalupas de La Abuelita, como Edmond y su familia.
“Algo muy bonito que recuerdo de Navidad era que todas las mujeres, tías, primas y vecinas, se juntaban para ir de casa en casa brindando, yo creo que con ponche. Las posadas se hacían en la calle y todos convivíamos, eran ́the good old days´”, concluye.
Un negocio familiar
Eduardo Barragán recuerda que sus abuelos paternos, Alejandrino Barragán Martínez y Josefina Ponce Salamanca, vivían en la colonia Santa María pero en los cuarenta se cambiaron al fraccionamiento Molino de San Francisco por su negocio.
“Mi abuelo vendía artesanías y las bodegas estaban aquí en San Francisco, en la tercera central. Se cambiaron para acá por comodidad. Construyeron su vivienda arriba de la bodega, por eso la casa no tiene las características de las otras”, señala.
“Mi abuelo siempre se dedicó al negocio de las artesanías y mucha gente lo conocía porque en diciembre regalaba juguetes a los niños”, agrega.
En la década de los setenta, los papás de Eduardo compraron una casa en Prados Agua Azul, un nuevo fraccionamiento. En ese entonces, su papá ya se hacía cargo del negocio de artesanías y fue entonces que decidieron que los abuelos se fueran a vivir a la casa de prados y su familia llegó al fraccionamiento San Francisco, donde residen actualmente.
Candiles poblanos
Alrededor de 1950, Cayetano Carreto Olivero, fundó El Arte Francés en la segunda central del fraccionamiento Molino de San Francisco. El negocio dedicado a la fabricación de candiles de prismas, lámparas y artículos de decoración para iluminación, en su momento vistió muchas casas poblanas con sus productos, porque en un inicio también vendían papel tapiz, alfombras y muebles.
Cayetano cedió la tradición del negocio a su hijo Alejandro, quien en 1979 inauguró un local comercial de El Arte Francés en la recién inaugurada Plaza Dorada. Esto supuso un futuro promisorio para su negocio que llegó a tener presencia no solo en Puebla sino en diferentes lugares del país, hasta la actualidad.
Residencia emblemática
Una casa famosa de la época es La Alhambra, ubicada en la 6 Norte 1401. Fue diseñada y construida por el ingeniero Carlos Mastretta, quien edificó diferentes e importantes inmuebles en la ciudad.
En 1946, don Pedro Cué Romano le encargó el proyecto al ingeniero Mastretta y le solicitó diseñará la propiedad tomando en cuenta la Alhambra de Granada, España, y la arcada de la fachada de la Hacienda Baquedano en Tlaxcala, propiedad de su suegro, don Juan Antonio Mier Rubín.
En la actualidad, en la fachada de la casa se puede apreciar la arcada de la hacienda integrada a elementos árabes y sigue perteneciendo a la familia. A pesar del deterioro que ha sufrido el fraccionamiento y que la casa tiene más de 70 años, la propiedad destaca por su personalidad.