/ sábado 19 de noviembre de 2022

Teatro Principal, el coliseo con 260 años de historia | Los tiempos idos

El Teatro Principal también funcionó como almacén de cañones y polvorín e incluso se utilizó para corridas de toros y peleas de gallos

La historia de más de 260 años del Teatro Principal ha sido muy compleja. No solo funcionó como escenario teatral, también sirvió como almacén de cañones y polvorín, e incluso, se utilizó para corridas de toros y peleas de gallos.

Por si fuera poco, el antiguo coliseo del siglo XVIII, sufrió un incendio que lo redujo a escombros en su interior. El edificio quedó abandonado y se convirtió en una ruina cubierta de maleza y basura hasta que el gobierno lo recuperó y renovó.


Una necesaria y nueva restauración trajo consigo la fundación del patronato “del principal”, lo que le devolvió su esplendor al coloso y revivió el gusto del público poblano por ir al teatro. Esta es su historia.

El coliseo de Puebla construido en el siglo XVIII es el más antiguo de América | Foto: Cortesía Biblioteca Lorenzo Becerril |

Corrales de Comedia

“Los primeros 150 años de la ciudad no existía un teatro como tal pero sí había muchos entusiastas, entonces la gente hacía piezas teatrales en sus propias casas. Se llamaban Corrales de Comedia, aprovechaban los patios interiores para poner un escenario y presentarse al público”, expone el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.

Refiere que en la Ciudad de los Ángeles existieron cuatro Corrales de Comedia. El primero fue de Juan Gómez de Melgarejo, y estaba en la antigua Calle de Herreros (3 poniente y 3 sur). Pero esta actividad no dejaba réditos a la autoridad y con el pretexto de que distraían a la población de sus actividades fueron clausurados.

Así la autoridad decidió construir un “Coliseo” (nombre con el que se conocían las salas de espectáculos), por lo que solicitó una bula, es decir, la autorización real para ello puesto que los ingresos que se generarían entrarían a las arcas de la corona.

Así lucían las ruinas del Teatro Principal en 1914, tras el devastador incendio que redujo a cenizas su interior en 1902 | Foto: Cortesía Biblioteca Lorenzo Becerril

El Coliseo Poblano

En 1742 el coronel Miguel de Román de Castilla y Lugo, quien era el alcalde mayor eligió el lugar donde se levantaría el Coliseo bajo el proyecto arquitectónico de Francisco Javier Salazar.

Se empezó a construir pero la bula (autorización real) y los permisos tardaron en llegar, dice y agrega que, aunque no estaba terminado el edificio, durante ese período se realizaban puestas en escena y la gente llegaba con su propia silla o sillones de sus casas para ver la función.

“El arquitecto Salazar no terminó la construcción y se la vendió en obra negra a Juan Ruiz de Ayala, quien para darle continuidad a la obra tuvo que pedir un préstamo y las que le prestaron el dinero fueron las monjas de Santa Clara. La bula data de 1752 pero todavía se tardaron nueve años en terminar la construcción, la autorización real está inscrita en la fachada del edificio“, detalla.

El Coliseo se inauguró en 1760, acondicionado para mil 600 personas, y funcionó hasta 1811 cuando las presentaciones fueron suspendidas de forma temporal por el movimiento independentista que había estallado en 1810.

“El obispo decía que no era de dios estar haciendo diversión cuando había gente peleando y matándose, se tenía que ir a misa a rezar para que se acabara el conflicto”, comenta.

El coliseo quedo abandonado después del incendio y se convirtió en ruinas cubierta de maleza y fresnos | Foto: Libro Historia del Principal de Puebla | Archivo General Municipal de Puebla

“El principal” de Puebla

Las funciones se reanudaron para 1821-22 pero el paso del tiempo había causado estragos en el Coliseo. Había que darle mantenimiento y el ayuntamiento no tenía los recursos para hacerlo, por eso durante algún tiempo permitió que en su interior se llevaran a cabo corridas de toros y peleas de gallos.

“El ayuntamiento buscaba algún concesionario para que se comprometiera a repararlo y que recuperara la inversión con las funciones pero no encontraba quien, fue un periodo muy inestable y las presentaciones eran intermitentes. Después vinieron las epidemias y los conflictos bélicos y poco a poco se fue arruinando hasta que se quedó el puro edificio. Para 1856 ya era ocupado como almacén de artillería; de hecho, durante el Sitio de Puebla se utilizó como almacén de provisiones”, señala.


En ese momento (1863) el gobernador de Puebla era Jesús Gonzáles Ortega y como la situación económica del ayuntamiento era muy desesperada le vendió el Coliseo a Manuel Azpíroz, quien no lo pudo reclamar hasta que terminó la Intervención Francesa en 1867.

Azpíroz fue un abogado y un militar poblano que participó en la Batalla de Puebla, también fue miembro del jurado que condenó a Maximiliano en Querétaro y después diplomático en Washington.

A partir de que Azpíroz obtuvo el teatro se comenzó a regularizar la vida útil del mismo. Lo reconstruyó, lo echa a andar y lo explotó como empresario junto con sus descendientes. Fue su mejor época.

“A lo largo del siglo XIX otros particulares fueron abriendo sus propios teatros, como el progreso, el círculo católico, el del genio, el de los gallos; y para diferenciar el Coliseo de los demás, lo empezaron a llamar: Teatro Principal, porque era el más antiguo de la ciudad”, subraya.

Así estaba el teatro al iniciarse la restauración de 1959 | Foto: Libro Historia del Principal de Puebla | Archivo General Municipal de Puebla

Una tragedia griega

El Teatro Principal cobró vida durante más de tres décadas en las que deleitó a propios y extraños con ópera, zarzuela, comedia y drama.

El 28 de julio de 1902 un lamentable descuido humano acabó con los sueños de actores, directores, tramoyistas, utileros, escenógrafos, etcétera, cuando el Teatro Principal se incendió hasta quedar completamente derruido.

“Dicen que después de una función que terminó de madrugada alguien olvidó apagar la vela de su camerino y todo el interior se quemó. El incendio fue declarado a las 5 de la mañana. El teatro quedó reducido a escombros y el empresario lo declaró como pérdida total”, advierte.

Aspecto interior y palcos del teatro durante la restauración del 59 | Foto: Libro Historia del Principal de Puebla | Archivo General Municipal de Puebla

Ruina cubierta de maleza

El antiguo Coliseo del siglo XVIII quedó destruido y el edificio quedó arrumbado, sus muros, ventanas y balcones se convirtieron en una ruina cubierta de maleza y basura casi cuatro décadas.

Fue entonces que en 1939 el gobierno encabezado por Maximino Ávila Camacho, expropio el predio para derrumbar por completo el edificio.

“La idea del gobernador era tirarlo para construir ahí una gasolinera, pero en aquel momento hubo artistas, estudiosos y académicos que intercedieron para que no se llevara a cabo tal atrocidad, entre ellos Francisco de la Maza, quienes le enviaron cartas apelando a su sensibilidad”, dice.

Finalmente el gobernador decidió rescatar el antiguo Coliseo que era el más antiguo del continente y comisionó a Rodolfo Sarmiento para hacerse cargo de la restauración. En 1941 lo vino a inaugurar el presidente Lázaro Cárdenas.

A mediados de la década de los cuarenta, el teatro comenzó a servir también como escenario para festivales escolares, graduaciones, mítines sindicales y toda clase de eventos artísticos. Daba cabida a orquestas sinfónicas, zarzuelas y conciertos de música.

Completamente derruido el escenario del Teatro Principal | Foto: Libro Historia del Principal de Puebla | Archivo General Municipal de Puebla

La restauración definitiva

Hacia finales de la década de los cincuenta, el teatro estaba nuevamente deteriorado por la actividad que se realizó durante 20 años. Entonces se emprendió una nueva restauración, la definitiva, promovida por Manuel Reigadas Huergo, conocido como “El señor del teatro” y quien ha ocupado diversos cargos como promotor de la cultura y el teatro, para el estado y la República.


“Yo llegue al teatro para participar en el Don Juan Tenorio del señor Gómez Haro, estaba horrible, muy destartalado. Después yo iba a traer la obra ´Trece a la vez´ y fui para rentarlo, me cobraron 200 pesos y me dijeron que me pusiera de acuerdo con el de tramoya. Cuando fui con él me dijo que se necesitaban tuerquitas para las bancas y tapones para las luces porque no había y me pidió 120 pesos, era mucho pero dije, bueno, por lo menos ya para la próxima ya estará arreglado”, señala

“Hicimos la función entre pulgas y piojos. A los dos o tres meses regresé y otra vez, todo destartalado. Resulta que el señor quitaba los tornillos, quitaba los tapones y te los volvía a cobrar, así con todos los que llegaban a rentar el teatro”, añade.

Recuerda que los camerinos estaban en el mismo lugar de siempre pero eran de madera y cada vez estaban en peores condiciones. Un día llegó muy tarde y vio a un señor con burros que llegó a tocar y se metió.

Manuel Reigadas Huergo supervisando las obras de renovación del teatro en 1959 | Foto: Libro Historia del Principal de Puebla | Archivo General Municipal de Puebla

“Resulta que alquilaban los camerinos para dormir. Llegaban los comerciantes con sus burros cargados con carbón o leña y los dejaban afuera, ellos se metían a dormir a los camerinos. Se levantaban a las siete de la mañana y salían a vender, por eso había pulgas y de todo”, detalla.

Después de haber presentado tres obras de teatro decidió dejar de tener problemas y arreglar el teatro. Formó el Club Amigos del Teatro y cada uno aportó una cantidad, pero se acabó.

En febrero de 1959 formó el patronato del Teatro Principal representado por Jorge Gómez Haro e integrado por Alfonso Sobero, Federico Bárcena, Pedro Ángel Palou, Manuel de la Fuente, Daniel Pacheco Fausto Andrés y Aguirre, Mariano Sánchez Sampedro, Joaquín Díaz Loredo, Carlos Menéndez, Mario Arrioja, Virgilio Cuétara, Manuel Otero, Enrique Reigh y Roberto Cañedo.

Obtuvo donaciones del Club dramático ERS, Club Rotario de Puebla, Club Rotario Cinco de Mayo, Club de Leones, Club 2-30, Club Sembradores de Amistad, Club Deportivo Automovilístico de Puebla, la Cámara de la Industria Textil de Puebla y Tlaxcala, la Cámara Nacional de Comercio, la Cámara junior, la Sociedad Mutualista de Dependientes, la Sociedad Mutualista Siglo XX, la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material; el Conservatorio de Música y Declamación del Estado.

Pero nuevamente se acabó el dinero así que pidió apoyo a William Jenkins, quien en dos ocasiones le otorgó un donativo y así se logró terminar la obra.

Aspecto del Teatro Principal en los años sesenta del siglo XX | Foto: Colección David Ramírez Huitrón

“Fui con Jenkins y me dijo: ´Déjame ir a ver lo que me estás contando (…) dame cuatro días´. Al cuarto día llegó al teatro y lo recibí junto con un colaborador. Empezó a observar, se metió en el foso y pregunto: ¿Esto qué es?, y le explique: ´Aquí arriba va un techo de madera, se pone la concha, el que no se sabe el papel se le va soplando´, y dijo: ´Entonces es para los conchudos´, me hizo mucha gracia porque nunca se me habría ocurrido. Se lo conté a todo el patronato y se carcajeaban”, recuerda entre risas.

Reigadas dice que le pidió a Jenkins un millón y medio de pesos, y él le respondió: “Estos cuatro días te averigüé. Eres el único que no roba en el gobierno, ven por tu dinero”. Pero el dinero se volvió a acabar sin concluir la obra y tuvo que regresar a verlo.

“Me dijo: ¿Qué quieres, más dinero?, le dije, sí señor. Entonces fue a ver las obras y le pidió cuentas al arquitecto. Todo estaba en orden y me volvió a dar dinero. Cuando se reinauguró el teatro él estuvo presente”, puntualiza.

El Teatro Principal recuperó su esplendor y comenzó a ofrecer un foro digno para las compañías teatrales y un espacio para grupos de aficionados, así como para actores, directores y músicos de renombre. Se presentó lo mejor del teatro y los espectáculos a nivel nacional e internacional.

Desde entonces a la fecha el Teatro Principal ha sufrido tres modificaciones y de acuerdo con al maestro Reigadas, el patronato está extinto.

Este gran musical que pretende trasmitir enseñanzas a los más pequeños del hogar. Foto: Archivo | El Sol de Puebla




La historia de más de 260 años del Teatro Principal ha sido muy compleja. No solo funcionó como escenario teatral, también sirvió como almacén de cañones y polvorín, e incluso, se utilizó para corridas de toros y peleas de gallos.

Por si fuera poco, el antiguo coliseo del siglo XVIII, sufrió un incendio que lo redujo a escombros en su interior. El edificio quedó abandonado y se convirtió en una ruina cubierta de maleza y basura hasta que el gobierno lo recuperó y renovó.


Una necesaria y nueva restauración trajo consigo la fundación del patronato “del principal”, lo que le devolvió su esplendor al coloso y revivió el gusto del público poblano por ir al teatro. Esta es su historia.

El coliseo de Puebla construido en el siglo XVIII es el más antiguo de América | Foto: Cortesía Biblioteca Lorenzo Becerril |

Corrales de Comedia

“Los primeros 150 años de la ciudad no existía un teatro como tal pero sí había muchos entusiastas, entonces la gente hacía piezas teatrales en sus propias casas. Se llamaban Corrales de Comedia, aprovechaban los patios interiores para poner un escenario y presentarse al público”, expone el investigador David Ramírez Huitrón, fundador de Puebla Antigua.

Refiere que en la Ciudad de los Ángeles existieron cuatro Corrales de Comedia. El primero fue de Juan Gómez de Melgarejo, y estaba en la antigua Calle de Herreros (3 poniente y 3 sur). Pero esta actividad no dejaba réditos a la autoridad y con el pretexto de que distraían a la población de sus actividades fueron clausurados.

Así la autoridad decidió construir un “Coliseo” (nombre con el que se conocían las salas de espectáculos), por lo que solicitó una bula, es decir, la autorización real para ello puesto que los ingresos que se generarían entrarían a las arcas de la corona.

Así lucían las ruinas del Teatro Principal en 1914, tras el devastador incendio que redujo a cenizas su interior en 1902 | Foto: Cortesía Biblioteca Lorenzo Becerril

El Coliseo Poblano

En 1742 el coronel Miguel de Román de Castilla y Lugo, quien era el alcalde mayor eligió el lugar donde se levantaría el Coliseo bajo el proyecto arquitectónico de Francisco Javier Salazar.

Se empezó a construir pero la bula (autorización real) y los permisos tardaron en llegar, dice y agrega que, aunque no estaba terminado el edificio, durante ese período se realizaban puestas en escena y la gente llegaba con su propia silla o sillones de sus casas para ver la función.

“El arquitecto Salazar no terminó la construcción y se la vendió en obra negra a Juan Ruiz de Ayala, quien para darle continuidad a la obra tuvo que pedir un préstamo y las que le prestaron el dinero fueron las monjas de Santa Clara. La bula data de 1752 pero todavía se tardaron nueve años en terminar la construcción, la autorización real está inscrita en la fachada del edificio“, detalla.

El Coliseo se inauguró en 1760, acondicionado para mil 600 personas, y funcionó hasta 1811 cuando las presentaciones fueron suspendidas de forma temporal por el movimiento independentista que había estallado en 1810.

“El obispo decía que no era de dios estar haciendo diversión cuando había gente peleando y matándose, se tenía que ir a misa a rezar para que se acabara el conflicto”, comenta.

El coliseo quedo abandonado después del incendio y se convirtió en ruinas cubierta de maleza y fresnos | Foto: Libro Historia del Principal de Puebla | Archivo General Municipal de Puebla

“El principal” de Puebla

Las funciones se reanudaron para 1821-22 pero el paso del tiempo había causado estragos en el Coliseo. Había que darle mantenimiento y el ayuntamiento no tenía los recursos para hacerlo, por eso durante algún tiempo permitió que en su interior se llevaran a cabo corridas de toros y peleas de gallos.

“El ayuntamiento buscaba algún concesionario para que se comprometiera a repararlo y que recuperara la inversión con las funciones pero no encontraba quien, fue un periodo muy inestable y las presentaciones eran intermitentes. Después vinieron las epidemias y los conflictos bélicos y poco a poco se fue arruinando hasta que se quedó el puro edificio. Para 1856 ya era ocupado como almacén de artillería; de hecho, durante el Sitio de Puebla se utilizó como almacén de provisiones”, señala.


En ese momento (1863) el gobernador de Puebla era Jesús Gonzáles Ortega y como la situación económica del ayuntamiento era muy desesperada le vendió el Coliseo a Manuel Azpíroz, quien no lo pudo reclamar hasta que terminó la Intervención Francesa en 1867.

Azpíroz fue un abogado y un militar poblano que participó en la Batalla de Puebla, también fue miembro del jurado que condenó a Maximiliano en Querétaro y después diplomático en Washington.

A partir de que Azpíroz obtuvo el teatro se comenzó a regularizar la vida útil del mismo. Lo reconstruyó, lo echa a andar y lo explotó como empresario junto con sus descendientes. Fue su mejor época.

“A lo largo del siglo XIX otros particulares fueron abriendo sus propios teatros, como el progreso, el círculo católico, el del genio, el de los gallos; y para diferenciar el Coliseo de los demás, lo empezaron a llamar: Teatro Principal, porque era el más antiguo de la ciudad”, subraya.

Así estaba el teatro al iniciarse la restauración de 1959 | Foto: Libro Historia del Principal de Puebla | Archivo General Municipal de Puebla

Una tragedia griega

El Teatro Principal cobró vida durante más de tres décadas en las que deleitó a propios y extraños con ópera, zarzuela, comedia y drama.

El 28 de julio de 1902 un lamentable descuido humano acabó con los sueños de actores, directores, tramoyistas, utileros, escenógrafos, etcétera, cuando el Teatro Principal se incendió hasta quedar completamente derruido.

“Dicen que después de una función que terminó de madrugada alguien olvidó apagar la vela de su camerino y todo el interior se quemó. El incendio fue declarado a las 5 de la mañana. El teatro quedó reducido a escombros y el empresario lo declaró como pérdida total”, advierte.

Aspecto interior y palcos del teatro durante la restauración del 59 | Foto: Libro Historia del Principal de Puebla | Archivo General Municipal de Puebla

Ruina cubierta de maleza

El antiguo Coliseo del siglo XVIII quedó destruido y el edificio quedó arrumbado, sus muros, ventanas y balcones se convirtieron en una ruina cubierta de maleza y basura casi cuatro décadas.

Fue entonces que en 1939 el gobierno encabezado por Maximino Ávila Camacho, expropio el predio para derrumbar por completo el edificio.

“La idea del gobernador era tirarlo para construir ahí una gasolinera, pero en aquel momento hubo artistas, estudiosos y académicos que intercedieron para que no se llevara a cabo tal atrocidad, entre ellos Francisco de la Maza, quienes le enviaron cartas apelando a su sensibilidad”, dice.

Finalmente el gobernador decidió rescatar el antiguo Coliseo que era el más antiguo del continente y comisionó a Rodolfo Sarmiento para hacerse cargo de la restauración. En 1941 lo vino a inaugurar el presidente Lázaro Cárdenas.

A mediados de la década de los cuarenta, el teatro comenzó a servir también como escenario para festivales escolares, graduaciones, mítines sindicales y toda clase de eventos artísticos. Daba cabida a orquestas sinfónicas, zarzuelas y conciertos de música.

Completamente derruido el escenario del Teatro Principal | Foto: Libro Historia del Principal de Puebla | Archivo General Municipal de Puebla

La restauración definitiva

Hacia finales de la década de los cincuenta, el teatro estaba nuevamente deteriorado por la actividad que se realizó durante 20 años. Entonces se emprendió una nueva restauración, la definitiva, promovida por Manuel Reigadas Huergo, conocido como “El señor del teatro” y quien ha ocupado diversos cargos como promotor de la cultura y el teatro, para el estado y la República.


“Yo llegue al teatro para participar en el Don Juan Tenorio del señor Gómez Haro, estaba horrible, muy destartalado. Después yo iba a traer la obra ´Trece a la vez´ y fui para rentarlo, me cobraron 200 pesos y me dijeron que me pusiera de acuerdo con el de tramoya. Cuando fui con él me dijo que se necesitaban tuerquitas para las bancas y tapones para las luces porque no había y me pidió 120 pesos, era mucho pero dije, bueno, por lo menos ya para la próxima ya estará arreglado”, señala

“Hicimos la función entre pulgas y piojos. A los dos o tres meses regresé y otra vez, todo destartalado. Resulta que el señor quitaba los tornillos, quitaba los tapones y te los volvía a cobrar, así con todos los que llegaban a rentar el teatro”, añade.

Recuerda que los camerinos estaban en el mismo lugar de siempre pero eran de madera y cada vez estaban en peores condiciones. Un día llegó muy tarde y vio a un señor con burros que llegó a tocar y se metió.

Manuel Reigadas Huergo supervisando las obras de renovación del teatro en 1959 | Foto: Libro Historia del Principal de Puebla | Archivo General Municipal de Puebla

“Resulta que alquilaban los camerinos para dormir. Llegaban los comerciantes con sus burros cargados con carbón o leña y los dejaban afuera, ellos se metían a dormir a los camerinos. Se levantaban a las siete de la mañana y salían a vender, por eso había pulgas y de todo”, detalla.

Después de haber presentado tres obras de teatro decidió dejar de tener problemas y arreglar el teatro. Formó el Club Amigos del Teatro y cada uno aportó una cantidad, pero se acabó.

En febrero de 1959 formó el patronato del Teatro Principal representado por Jorge Gómez Haro e integrado por Alfonso Sobero, Federico Bárcena, Pedro Ángel Palou, Manuel de la Fuente, Daniel Pacheco Fausto Andrés y Aguirre, Mariano Sánchez Sampedro, Joaquín Díaz Loredo, Carlos Menéndez, Mario Arrioja, Virgilio Cuétara, Manuel Otero, Enrique Reigh y Roberto Cañedo.

Obtuvo donaciones del Club dramático ERS, Club Rotario de Puebla, Club Rotario Cinco de Mayo, Club de Leones, Club 2-30, Club Sembradores de Amistad, Club Deportivo Automovilístico de Puebla, la Cámara de la Industria Textil de Puebla y Tlaxcala, la Cámara Nacional de Comercio, la Cámara junior, la Sociedad Mutualista de Dependientes, la Sociedad Mutualista Siglo XX, la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material; el Conservatorio de Música y Declamación del Estado.

Pero nuevamente se acabó el dinero así que pidió apoyo a William Jenkins, quien en dos ocasiones le otorgó un donativo y así se logró terminar la obra.

Aspecto del Teatro Principal en los años sesenta del siglo XX | Foto: Colección David Ramírez Huitrón

“Fui con Jenkins y me dijo: ´Déjame ir a ver lo que me estás contando (…) dame cuatro días´. Al cuarto día llegó al teatro y lo recibí junto con un colaborador. Empezó a observar, se metió en el foso y pregunto: ¿Esto qué es?, y le explique: ´Aquí arriba va un techo de madera, se pone la concha, el que no se sabe el papel se le va soplando´, y dijo: ´Entonces es para los conchudos´, me hizo mucha gracia porque nunca se me habría ocurrido. Se lo conté a todo el patronato y se carcajeaban”, recuerda entre risas.

Reigadas dice que le pidió a Jenkins un millón y medio de pesos, y él le respondió: “Estos cuatro días te averigüé. Eres el único que no roba en el gobierno, ven por tu dinero”. Pero el dinero se volvió a acabar sin concluir la obra y tuvo que regresar a verlo.

“Me dijo: ¿Qué quieres, más dinero?, le dije, sí señor. Entonces fue a ver las obras y le pidió cuentas al arquitecto. Todo estaba en orden y me volvió a dar dinero. Cuando se reinauguró el teatro él estuvo presente”, puntualiza.

El Teatro Principal recuperó su esplendor y comenzó a ofrecer un foro digno para las compañías teatrales y un espacio para grupos de aficionados, así como para actores, directores y músicos de renombre. Se presentó lo mejor del teatro y los espectáculos a nivel nacional e internacional.

Desde entonces a la fecha el Teatro Principal ha sufrido tres modificaciones y de acuerdo con al maestro Reigadas, el patronato está extinto.

Este gran musical que pretende trasmitir enseñanzas a los más pequeños del hogar. Foto: Archivo | El Sol de Puebla




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