Hola queridos lectores, como cada sábado su servidor el Barón Rojo pasando lista de presentes, siempre con el deseo de que se encuentren bien en compañía de su familia. En esta entrega les voy a platicar como fue el nacimiento de esta institución: la Casa de la Cultura.
Hoy en día no hay ciudad o población de mediano o regular tamaño que no cuente con una casa de la cultura, pero, ¿en sí qué es una casa de la cultura? Es la institución oficial de todo gobierno estatal que marca la pauta para la divulgación de las artes en su comunidad e incluso es sede de la enseñanza de las artes y oficios de ese lugar, para preservarlos históricamente entre la población.
El dato más antiguo de la existencia de una casa de la cultura se tiene del año de 1970, cuando el gobierno del Estado de México, que presidía el profesor Carlos Hank Gonzáles, en su tierra natal Ixmiquilpan se instala la estatua original de la Diana Cazadora la mítica figura femenina de una mujer sosteniendo un arco de flechador.
Esto viene a colación porque esta figura original estuvo embodegada en algún sitio en la Ciudad de México, ¿pero por qué la embodegaron?, pues por cuestiones de moralidad. A finales de los años cincuenta esta figura fue retirada de su rotonda en el Paseo de la Reforma porque estaba desnuda, y en su lugar se instaló otra figura idéntica, pero con pantaleta; en aquella época las reglas eran muy estrictas.
La original fue descubierta y depositada en una bodega del gobierno del Estado de México, entonces el gobernador Carlos Hank ordena que se le coloque en una rotonda en su tierra natal y para festejar el evento, a la casa colonial que está enfrente de esta rotonda la bautiza como “Casa de la Cultura”.
A partir de ahí se pone de moda en todos los gobiernos estatales el establecer un sitio de enseñanza de las artes de manera oficial y, lógicamente, el gobierno del estado de Puebla no se iba a quedar atrás.
ELIGIENDO EL SITIO IDEAL
Estando vigente la gubernatura interina del licenciado Guillermo Morales Blumenkron se decide por el antiguo Colegio de San Juan, localizado en la calle 5 Oriente enfrente de la entrada sur de la catedral angelopolitana.
Ese edificio era ocupado por oficinas de gobierno, la notaría encargada de registrar las actas de todos los educandos en la ciudad de Puebla, la secretaría de Gobernación, oficina de catastro estatal y, colindante a este, en el segundo edificio jesuita de los cuatro que integraban el colegio de San Juan, estaban las oficinas de tránsito estatal, pero principalmente se decide por este inmueble porque en su interior se localiza la histórica Biblioteca Palafoxiana.
El día 18 de noviembre del año de 1974, a las 13 horas, abre sus puertas a la ciudadanía la gran Casa de la Cultura del estado de Puebla, cortando el listón inaugural el doctor Guillermo Jiménez Cantú, secretario de salubridad del gobierno federal, en representación del presidente Luis Echevarría Álvarez y también el gobernador interino, Guillermo Morales Blumenkron.
Para la inauguración se presentan varias exposiciones de arte, entre las principales estaban colecciones de José Guadalupe Posada, José María Velasco y Carlos Rocha, y para amenizar el evento se presenta el quinteto de cuerdas y alientos Vivaldi.
Esta bellísima casona, la cual la integran 4 de los famosos colegios jesuitas construidos en el siglo XVI, funcionó como colegio superior de filosofía, teología y moral, teniendo como su primer rector al catedrático de la Pontificia Universidad de la Nueva España Juan Larios, inaugurando el inmueble el día 15 de diciembre del año del señor de 1595 el obispo de Puebla, Diego Romano, diseñado por el maestro Diego de Arganda y el escultor Juan Bruselas.
Querido lector, esta es solo una pequeñísima reseña de la fundación de esta institución. Para tu servidor es motivo de mucho orgullo el publicar esta nota, pues fue aquí precisamente en el año de 1977 cuando inicié mi vida laboral bajo la dirección del profesor Pedro Ángel Palou, desempeñándome como encargado de la formación de la hemeroteca de esta institución. Gratos recuerdos de mi juventud, que hoy guardo en mi mente con mucho orgullo.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos el próximo sábado.
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