Un año después de lograr la categoría, Lobos regresará a la liga de Ascenso al caer 4-0 con Rayados en Monterrey el sábado. Veracruz puede ya darse el lujo de perder en Toluca e inclusive la próxima semana contra Cruz Azul; aunque eso significaría el adiós a las finales del futbol mexicano.
La Manada sólo viajó a la Sultana del Norte a oficializar el trámite del cambio de división gracias a los tantos de Celso Ortiz, Dorlan Pabón y Lucas Albertengo; además del autogol de Francisco “Maza” Rodríguez y el penal errado por Julián Quiñones, el cual hubiera cambiado la historia cuando el partido se hallaba aún al alcance con el 1-0 en la pizarra.
La Manada sólo existió en la Sultana del Norte 20 o 25 minutos; pero después del tanto de Celso Ortiz tras la media hora de partido se murió… de falta de ganas por salvar el nombre de la institución y el propio también.
Celso Ortiz les tiraba la guadaña cuando ganaba con más pericia un rebote a Juan Carlos “Negro” Medina en los linderos del área. Al futbolista de Rayados sólo le bastó con meter la pierna para adelantar al licántropo para así anidar el balón al fondo de la red.
El tanto echaba a andar la fiesta en la Sultana del Norte, pues calificaba de forma matemática a Rayados a la fiesta grande; en el cubil se trataba de un golpe de necesaria realidad.
Los licántropos se desdibujaron, se quedaron sin cabeza y daban la impresión de no tener claro si debían de lanzarse por la igualada o defender para no recibir otro con la categoría de por medio.
El empate, tal vez se les olvidó, resultaba un buen negocio dadas las condiciones del rival de enfrente.
Tras el medio tiempo, Alcántar se la jugó con Amione, Ávila y compañía; pero quien se viniera al cambio ayer, o cualquier otro día de este semestre seguro no cambiaba la historia.
Aun así, Lobos se las ingenió para toparse con un penal bien sancionado por Marco Antonio Ortiz Nava tras mano dentro del área de José María Basanta tapando un disparo de Irven Ávila.
La Manada, comatosa, movía aún la cola.
Julián Quiñones tomó el esférico y lo colocó sobre el manchón. El lanzamiento llevaba intrínseca las ilusiones de la poca, pero fiel afición universitaria.
Aunque el ecuatoriano acabó por sentenciarlos, algunos en su defensa dirán que sólo no falla el que no juega, pero el sudamericano cobró sobrado, displicente, revelándole a Hugo González su disparo.
Penal fallado, penal mal cobrado. No hay más.
Sesenta segundos después, Rayados basado en su verticalidad mataba y en tres toques… el último de Francisco “Maza” Rodríguez a la red cuando trataba de cortar un servicio raso.
Tres minutos más tarde, el silbante Marco Antonio Ortiz se inventó un penal en contra de Lobos cuando Juan Carlos Medina peleaba el balón con un delantero regiomontano, a quien ni siquiera tocó, pero desafiando a la física cayó al suelo; sin embargo, La Manada no perdió la categoría por eso.
Dorlan Pabon le mostró a Quiñones cómo se deben de cobrar las penas máximas.
Rayados no cesó y se dio tiempo para el cuarto a través de Lucas Albertengo.
El castigo parecía demasiado, pero evidenció a una manada a la cual no le acababa por caer el 20 sobre lo que se jugaba.