No hay mal que dure 100 años, pero en Puebla parece la “empatitis” se ha agudizado tras la octava igualada del semestre, ahora 2-2 con los Bravos de Juárez.
De poco le sirvió al conjunto de Larcamón arrancar de forma meteórica el viernes con Maxi Araújo percutiendo por izquierda o el quinto gol de Martín Barrangán en el semestre, si al final los yerros de la funesta racha sin éxitos aparecieron de nuevo como el ceder demasiado en la pelota parada o relajarse tras sentirse ganadores antes de tiempo.
Sí, Araújo ilusionó a los locales apenas a los dos minutos con un fogonazo que le venció las manos a Talavera.
Pero el dolor de cabeza de La Franja, el defender la táctica fija del rival, le volvió a hacer presa para darle un premio gordo a un visitante inexistente en 17 minutos en el dos veces mundialista.
Quien agradeció el consentimiento en la marca fue Carlos Fierro. El centrocampista, autor de la igualada con la testa, celebró por primera vez en cuatro años un gol en la Liga MX.
El dato, sin quitarle méritos a Fierro, evidencia lo mucho que permite Puebla cuando se trata de táctica fija.
Los fronterizos con el juego nuevo plantaron dos líneas de cuatro detrás del ecuador del campo para quitarle campo a las electrizantes carreras de Araújo.
El Puebla basculó entonces el esférico, pero a mediana velocidad y sin cambios de ritmo o frente, sin juego entre líneas, desaprovechando así una interesante sociedad entre Jordi Cortizo, Araújo y Martín Barragán, quienes invitaban al vértigo cuando se juntaban, pero de eso contadas las ocasiones en el primer tiempo.
Ante la falta de creatividad para abrir la lata juarense, Puebla apostó por el músculo y casi hizo el segundo tras llegar empujando al área rival, pero Israel Reyes empalmó muy cruzado un intento de primera para tirar la bola por fuera del marco de Talavera.
Reyes, por cierto, sigue demostrando por qué lo llaman a la selección nacional. El central ante las bajas en el Puebla ha sido adelantando en la cancha para cumplir funciones de contención o medio por derecha, donde no sólo destruye, juega con criterio y se incorpora por sorpresa al frente.
Pero con músculo o tal vez sapiencia, según se vea, Puebla inclinó la balanza a su favor sacándole jugo al balón parado en el complemento. Mancuello colgó un balón a segundo poste tras una falta en el vórtice del área visitante; De Buen emergió preciso para relanzar a goleador Barragán, el resto fue historia… suave toque con la frente, aparente gol gana y el alma de regreso al cuerpo porque la situación se comenzaba a poner muy cuesta arriba para Larcamón y compañía.
“Pero quién ríe al último, ríe mejor”, y ahí apareció Matías García para sorprender a toda Puebla con un disparo desde fuera del área para incrustarlo en las redes del arco norte del dos veces mundialista para el 2-2 de Juárez.
El toque o magia de Larcamón ha quedado otra vez en entredicho y la afición ya comenzó a apretar con gritos de, “Larcamón haz algo”, o “chale, otro empate”.
Barragán, cabe destacar, tuvo para apaciguar las críticas. Pero se perdió un mano a mano con Talavera.