“Señores dejo todo y me voy a ver a Chivas”, cantaban seguidores de las Chivas de Toluca, Ciudad de México, Tlaxcala y Puebla cuando agarraron los microbuses, coches o camionetas y se lanzaron a la Angelópolis para apoyar al Deportivo Guadalajara en su visita el viernes al Estadio Cuauhtémoc.
Lo habían prometido en la víspera y lo cumplieron pintando de rojiblanco Puebla, o al menos las calles aledañas del norte de la ciudad, incluida la México-Puebla, ahí donde descansa el dos veces mundialista.
Todos los barristas convocados y que respondieron al llamado se reunieron a las afueras de la Angelópolis, pasando apenas la fábrica de coches Volkswagen, en la mera México-Puebla para desde ahí emprender el asalto al coloso de la Colonia Maravillas.
Los Chiva Hermanos, llegando al Cuauhtémoc desde la carretera, se unieron así al convoy rojiblanco para ahora sí presumir una caravana (en cuatro ruedas) en la extensión de la palabra.
Resultaba fácil identificarse, bastaba con ver las banderas asomadas en las ventanas de los vehículos participantes. Una vez identificados, lo que seguía era tocar el claxon, cantar y unirse a los micros o camiones.
Mientras los líderes de los grupos de animación pedían “calma, ¡calma cabrones!” a sus seguidores que de pronto por el alcohol en las “aguas locas” o la marihuana ya se andaban pasando de tueste.
Luego, mostrando el músculo como grupo de animación se bajaron de los vehículos para llegar caminando al estadio Cuauhtémoc. “Sin miedo al éxito”, decían.
Todo esto cuando hace año y medio hubo un cruce entre barristas del Puebla FC y las Chivas en plena Repesca, del cual no hubo detenidos y sí heridos.
Sea como sea, sin disturbios,sin sus más o sus menos con fanáticos del Puebla FC la caravana rojiblanca llegó al Cuauhtémoc… “Ohh… ohhh…Chivas ya llegó; ya llegó,ya llegó, Chivas ya llegó”.
Sí, la barra llegó sana y salva al dos veces mundialista… todo un hito en futbol mexicano cada vez más violento en la grada.