El peor juego del torneo lo dieron en Ciudad Universitaria (CU)y cuando el referente del adversario anda fino es hasta normalperder. Si Lobos no salió en su día ese no fue problema deNicolás Castillo, a quien las dos que le permitieron las embocópara que Pumas regresara a la senda del triunfo 2-0 y de paso lepropinara la primera derrota del ciclo a La Manada. Da la impresión que con poco los auriazulesvencieron a Lobos, que se dieron el lujo de regalar los primeros 45minutos en el Olímpico México 68… o más bien, nollegaron. Al equipo de Rafael Puente del Río lefaltó alma y corazón en el primer capítulo, esa misma alma ycorazón que le faltó a Luis Advincula en la jugada del tanto queabrió la cuenta para los auriazules.
Daba la impresión de que el peruano pudo llegar a tapar eldisparo dentro del área de Nicolás Castillo, pero tal vez lomachucado del tiro hizo que Advincula pecara de confianza para nocorrer a bloquear.
Lobos estaba por primera vez en desventaja en el torneo, momentoideal para juzgar cómo es que se gestionan las emociones en LaManada cuando se está con el escenario en contra. Y es que a esasalturas habían perdido a otros de sus pilares en la cancha, JuanCarlos Medina que por un pinchazo en el muslo derecho tuvo queceder su lugar en el 11 en el primer tiempo. Así que había que meterse al partido con otrosque hasta ahora no vieron acción en el torneo, o muypoco. Puente movió las fichas y con una doblemodificación apostó por la posesión de Jonathan Fabbro en lugardel vértigo de Diego Jiménez, inexistente por 53 minutos. El otromovimiento fue el más atrevido, ya que quitó a un zaguero comoFrancisco “Maza” Rodríguez por un punta como AlfonsoTamay.
El mensaje, al menos desde la banca, era ir a todo o nada. Seperdía igual por uno, que por dos o por 10.
Lobos emparejó la posesión y recuperó algo de la dinámicamostrada en las últimas semanas. Pero faltaba el último toque, elque va al arco de forma fina, de un hombre como Julián Quiñones.Qué costosa la fiesta y la bronca dehace una semana. Pumas, obligado a congratularseante su afición tras la dolorosa derrota contra las Águilas delAmérica de la fecha pasada, agredía a la contra sabiendo que sicascaba al rival le haría daño porque defendía sin un zagueronatural.
El terreno era furtivo para Nicolás Castillo, quien sobre elfinal se encargó de expulsar a Pedro Aquino. El chileno desbordóal hinca en los últimos metros de la cancha de Lobos y elfutbolista de la BUAP con una amarilla a cuestas bajó a suadversario con una tacleada para cortar el avance manifiesto.
Sin chistar, el central Oscar Macías Romo le mostró la segundaamonestación para mandarlo temprano a las regaderas.
La victoria estaba consumada, pero había que dejarla clara yCastillo se encargó de rubricarla. El andino tras ser derribadodentro del área cuando quedaba franco ante Canales no perdonódesde los pasos para el 2-0 que da la impresión que fue demasiadocastigo para el rival.