No era la Liguilla, pero como si lo fuera, Puebla ha ardido como pocas veces en este siglo con serenatas a La Franja para arengarla en la noche previa al duelo de repesca ante las Chivas, con revendedores de boletos a kilómetros del estadio Cuauhtémoc, donde en la víspera al encontronazo hubo hasta barbacoa de cartón.
Los grupos de animación blanquiazules han puesto el color en la repesca del futbol mexicano convirtiendo las zonas aledañas al dos veces mundialista en una fiesta, subiéndosela a las barbas a un grande llamado Guadalajara, ridiculizándolo con la quema de una piñata con forma de chiva a par de horas del juego de recalificación como si se tratase de la mismísima quema de los Judas.
La Franja ganaba en la previa el duelo por aquello de conjurar a su afición habida de una noche mágica tipo Champions, como si la Calzada Zaragoza se tratara del Paseo de La Castellana; mientras ahí los aficionados Chivas aguardaban en calma… obvio, dicho pueblo está más acostumbrado a estos trotes, pero a decir verdad, “arrastrando la cobija”, aspirando a la Liguilla vía repechaje.
Y es que a los “grandes” hay que medirlos con otra vara porque están hechos, según ellos, de otra pasta.
Así, Puebla ha ardido y aunque se pinta en la grada del Cuauhtémoc de rojiblanca como ha sido costumbre desde el ascenso de su equipo a Primera en 2007, aún hay resistencia en pequeños sectores de la afición porque éstos anhelan ver en su generación lo que escucharon y forjaron los Lapuente, Larios, Ruiz Esparza, Aravena y Poblete hace casi 30 años atrás… esa historia, por cierto, se puso en marcha con Chivas en 1983.
A partir de entonces, los “enfranjados” creen que uno de sus clientes es el conjunto rojiblanco con todo y su grandeza.