Lo de Lobos en el Clausura siempre se trató del descenso, pues si el domingo se despidió de toda chance de pelear por la calificación, al caer 1-4 con Cruz Azul en el cubil, se debió a su terrible marca contra rivales en zona de calificación: 0-8.
La Máquina, al igual y como hiciera Tigres hace dos jornadas en el Universitario, amarró su invitación a la fiesta en Puebla. Pero a diferencia de los felinos, los cementeros dejaron serias dudas sobre qué esperar de ellos en las finales cuando su pueblo aún se frota las manos deseando el fin de 22 de años de sequía liguera.
Y es que Cruz Azul mostró sus dos caras en el cubil. En uno de esos rostros exhibió su mejor versión, jugando un cuarto de hora en estado de gracia, derrotando 0-2 a Lobos con par de testarazos.
Aunque el central Fernando Hernández Gómez debió de apoyarse en la tecnología para dar uno de esos tantos -el primero- como bueno, pues a primera instancia juzgó falta en el remate de Pablo Aguilar ante la marca del zaguero paraguayo, Gustavo Velázquez. Pero con la ayuda del VAR corrigió su primera decisión, desencadenando la locura en el cubil de los casi 12 mil fanáticos, en su mayoría cementeros.
La Máquina, embalada y sin conocer la derrota en los últimos ocho encuentros, pitó de nuevo con una bella combinación entre Orbelín Pineda y Milton Caraglio. El primero le sirvió con la testa al “9” cementero y éste mandó con la frente el balón a la red para el segundo a los 15 minutos.
Después, Cruz Azul simplemente bajó las revoluciones ante el enfado de su técnico Pedro Caixinha, haciendo más de un aspaviento desde la lateral, exigiendo a sus pupilos no quedaran satisfechos por tan poco.
La Manada así se metió al juego y casi al marcador de no ser por un remate descompuesto de Leo Ramos. “El Tanque” a los 21 desperdició un servicio lleno de veneno de Michaell Chirinos, pero a la distancia dio la impresión de apresurarse al momento de la definición y acabó echando por fuera la bola, apenas a centímetros de la meta defendida por “Chuy” Corona.
Aquello se trató del primer aviso, pues una vez más Ramos gozó de la opción; no obstante, el abanderado lo pilló en posición fuera de juego, dejando al argentino con el pie encasquillado.
La Manada entonces creyó y se quitó de complejos, adueñándose del esférico y sirviéndoselo a su referente en el eje del ataque a los 41 minutos. Ramos, dictando cátedra de técnica individual, mató con el pecho la bola y sin dejarla caer al piso la empalmó de volea para el 1-2.
Lobos se lanzaría por la épica, como hace una semana en Tijuana, ante La Máquina; pero Roberto Alvarado apaciguó la crecida de las aguas firmando en la reanudación el 1-3 y a 16 del final sentenció las cosas con el segundo de la tarde para él.
La Máquina parece va de menos a más y al menos volverá a pelear por exorcizar a sus demonios por enésima vez.
Lobos, en cambio, se despidió de toda opción de Liguilla, pero aún aspira a lograr 23 puntos, claves en la lucha de mantener la categoría el próximo año cuando es casi un hecho habrá dos equipos con un porcentaje volátil con Veracruz pagando su continuidad en el máximo circuito y con Dorados y San Luis jugando la final en el Ascenso.