Nuevamente los cementeros llegan a una final, después de tantas veces estar en esta instancia y haber perdido, el tema ha llegado a un hartazgo, desesperanza o frustración que parecen no tener límites.
Dentro de las principales ligas del mundo, creo que no hay equipo con mayores fracasos que el de la Noria, pero esta semana tienen la oportunidad de librarse de una sequía que ya está a punto de cumplir 24 años, amén de los 17 de no coronarse, es decir, más de 4 décadas con un solo título, lo cual no corresponde a lo que muchos creen que es la Máquina.
Algo que hay que entender es que los celestes ya no son un equipo grande, desde hace años no tienen los elementos que he explicado ya en varias editoriales, y eso quizá los ayude a querer recuperar esas glorias que vivieron en la década de 1970 y que los hizo nacer como colosos.
Empiezo señalando algo que han replicado otros periodistas deportivos, la ocasión está ad hoc para que los cementeros puedan alcanzar la corona, empezando por el superliderato de la temporada que se suspendió y la gran campaña actual, además de que su acérrimo rival fue echado de la liguilla por el Pachuca. Ya sin el América, parece ser que ese factor de superstición o jetatura se ha eliminado, lo cual pesa indudablemente en la psique de cualquier deportista.
El factor que puede hacer cambiar las cosas es el siguiente: “Billy” Álvarez anda prófugo de la justicia por los malos manejos en la cooperativa, entre los cuales encontramos un presunto amañe de partidos, debido a que supuestamente se encontraron pólizas de seguro en caso de perder los partidos, situación que desató toda una serie de controversias y acusaciones que todavía no se aclaran. Es entonces que, estando fuera el ex presidente azul, quizá ahora sí los cementeros no se dejen ganar, como algunos señalaron cuando se dieron esas ocasiones inverosímiles, como la final del 2013, en la que solo en la dimensión de algo “chueco” se puede explicar la estrepitosa derrota de los azules ante los de Coapa.
Juan Reynoso tuvo un gran desempeño con Puebla, situación que lo catapultó a llegar a su ex equipo, con quien rompió el record azul de victorias seguidas e igualó la marca histórica del balompié nacional. Es entonces que en el banquillo hay talento, así como en la plantilla que ha desplegado un buen juego, situación que le ha dado la supremacía en puntos por dos torneos seguidos.
Personalmente creo que la superstición de Cruz Azul tiene nombre y apellido: Guillermo Álvarez, pero ya serán las autoridades y las investigaciones quienes digan si efectivamente él es el responsable de estos años tan lastimosos. Es triste ver cómo una institución con tanto arraigo y tanta tradición, formada por el papá de ahora prófugo, esté pasando por estos conflictos.
Santos es un rival incómodo, quien ya le ganó a los cementeros una final y tiene una secuencia de títulos que marca un campeonato cada tres años, y justamente este torneo toca.
Gane quien gane, esperemos que el título se determine por el juego dentro de la cancha, y no por la corrupción, amañes o intereses corporativos. Parece que es la última oportunidad de los de La Noria para empezar a reivindicarse después de décadas de fracasos que auténticamente dan pena ajena, de no ganar, será una losa prácticamente imposible de superar y que puede ser la debacle de una escuadra que nació grande, pero se hizo pequeña.
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