Cuando una derrota engrandece | En la antesala del infierno

Juan Luis Hermida Uscanga

  · martes 12 de septiembre de 2017

A veces ganando se pierde.

Pericos perdió el título de la temporada 2017 de la LigaMexicana, pero se ganó el respeto de la afición al beisbol quereconoció la gran campaña de este grupo de guerreros que sin serfavoritos se consagraron bicampeones de la zona Sur, y terminaronrindiéndose ante un poderoso equipo como los Toros de Tijuana.

A Tijuana le pasó lo mismo que a los Pericos el año pasado.Vino por la revancha y lo consiguió.

Después del fracaso del 2015, los Pericos se armaron con todopara el año siguiente y se levantaron con el banderín de la LigaMexicana venciendo en seis juegos a los mismos astados.

En esta campaña, los Toros vinieron con la misma intención yse armaron a los dientes con peloteros de gran calidad, desdeextranjeros, hasta los mexicanos con doble nacionalidad paracoronar un gran año, primero dominando el circuito con el mejorrécord de la campaña; después haciendo lo propio en el Norte yfinalmente ganando el gallardete del circuito para ajustar cuentascon los Pericos.

“Sin cuarto bate no pueden ganar”, fueron las palabras deRaúl Cano cuando vino a hacer el escauteo en la final del Surcontra los Leones de Yucatán.

Cano, que trabaja con los Toros desde el año pasado, serefería a que Chuy Arredondo no podía cumplir con esa funcióndurante todo el año.

A Chuy lo sometieron por completo en la final, y parece mentirapero se apagó su bate, y los Pericos fueron diferentes a los quese impusieron a los Leones en la final del Sur.

Arredondo hizo lo que pudo, y cumplió con la función que se leencomendó.

Sus 15 jonrones y 87 impulsadas son excelentes números para unmuchacho que sin ser un cuarto bate natural, asumió laresponsabilidad de cargar con el equipo y llevarlos hasta lafinal.

No todo se puede siempre.

Cuando Andrés Meza lanzó ese juegazo el sábado después de suinicio tambaleante, las esperanzas renacieron de qué por lo menosla serie se decidiera en Tijuana.

Meza fue el mismo Meza de años atrás. Un pitcheo dominante,fino, y con buena velocidad, que es una señal clara de que serecuperó excelentemente del brazo, cuando los pronósticos erandesastrosos.

Lamentablemente Roenicke no fue el mismo de la ronda del Sur. Yfallando tu carta principal era imposible conseguir algo más.

Además me queda la sensación de ese tercer strike contra CoreyBrwon que se comió el ampayer Daniel Rubio y que pudo acabar conesa pesadilla de la tercera entrada con solo una carrera y no conseis como sucedió finalmente.

No fui el único que vio la pitchada como strike. Lo vio toda laafición en el estadio, y muchas personas en las redes sociales handicho lo mismo.

Es verdad, como humano un ampayer puede equivocarse, perorepetir la historia en el siguiente bateador, se me hace unasinvergüenzada.

No es ardor ni mucho menos, pero Tijuana no necesita de esepequeño detalle para ser campeón.

Finalmente, los Pericos cayeron de cara al sol, y ahora laincertidumbre se centra sobre el futuro del beisbol profesional enPuebla.

Ya Gerardo Benavides lo dijo claramente. No hay planes paramover el beisbol del Puebla, pero mientras no se confirmeabiertamente, la afición se mantendrá en ascuas.

Ah, y un detalle importante, en la final se extrañó laausencia de Gilberto Rondón, el coach de bullpen de los Pericos,que ya no apareció en el equipo desde el segundo juego de labatalla contra los Toros.

Se desconocen los motivos de su salida, pero su experiencia hizofalta al final de la jornada.

En fin, acabó una campaña llena de sorpresas, donde losPericos se ganaron el respeto y la admiración de todos.