Una auténtica debacle llevó a Lobos de regreso al futbol de ascenso, pues al arranque del semestre resultaba difícil e improbable imaginar a La Manada perdiendo la categoría tras sumar 23 puntos durante el torneo Apertura.
El conjunto universitario necesitaba en el Clausura de 15 a 17 unidades para asegurar la permanencia; aunque la cuenta bajaría siempre y cuando Veracruz, el principal candidato a descender en enero, dejara de hacer los deberes en la carrera por la salvación.
Cuatro meses después, Lobos se hundió ante todos los pronósticos y Veracruz alcanzó la salvación por méritos propios.
El conjunto universitario cayó en desgracia por falta de liderazgo a nivel gerencial, por falta de liderazgo en el vestuario, lo cual quedó por demostrado el sábado –y a lo largo de todo el semestre- sobre la cancha.
A continuación, El Sol de Puebla desmenuza los errores del club para volver a la categoría de promoción.
LA GERENCIA
A nivel dirigencia se tardó en detectar o reconocer el poco compromiso del plantel hacia Rafael Puente. Es decir, la directiva no apretó a los futbolistas cuando se debía y con la categoría aun jugándose.
Y si se hizo, los cuestionamientos debieron de enfocarse entonces al técnico, a quien parece por la poca entrega de sus dirigidos se le acabó el discurso o simplemente éste los cansó como en cualquier relación sucede.
Aun así, Puente esquivó la guillotina en la jornada seis cuando lograba la victoria 3-1 sobre Atlas en el Universitario. Aquel triunfo se trató del primero del torneo de Lobos, quien antes desperdició hasta 15 puntos, de los cuales apenas sumó uno.
En el cubil se creía en la aparente reacción con la experiencia de lo vivido durante el camino al ascenso casi un año atrás, donde se aguantó a Puente y éste respondió con creces.
Pero la diferencia del Ascenso a Primera División se trató del grupo.
En la crisis del Clausura 2017 -aún en la promoción- el cuerpo técnico motivaba, generaba juegos al interior del grupo y premiaba.
El futbolista, luego entonces, se sentía motivado y apreciado; pero en los últimos meses se “cepilló” a los héroes del ascenso, quienes salieron a otros equipos o simplemente se les borró.
Omar Tejeda optó por irse a Perú, Jorge Ibarra acabó en Dorados, a Orlando Rincón ni siquiera se le consideró, Escoto pasó de delantero de confianza a comer banca y en el último partido ni siquiera apareció en la convocatoria.
Lobos quedó gracias a todos esto en una situación límite, la cual llevó a la dirigencia a quitar de su cargo a Puente a falta de cuatro partidos por jugar.
La decisión se trataba de una movida arriesgada pensando en el sustituto, porque la preguntaba pasaba por quién llegaría al cubil para entrarle al toro por los cuernos a cuatro fechas del fin del torneo.
La dirigencia optó por Daniel Alcántar por el conocimiento del plantel y el sistema de juego; pero su apuesta también demostró un distanciamiento de éste con Puente, pues en condiciones normales Alcántar hubiera seguido a su “jefe” tras el cese.
Tres fechas después, la sacudida en la plantilla deseada por la gerencia con la remoción del otrora técnico nunca llegó.
Tampoco con Puente el destino de Lobos hubiese tal vez sido otro, pues bajo su dirección hasta la jornada 13 el equipo apenas logró dos victorias, una cada 6.5 partidos.