Del golbol al futbol para ciegos, la historia detrás de los campeones

Alland Jhonnathan López López

  · martes 10 de octubre de 2017

Foto: Sandro Franco

Hace seis años el capitán de los Topos de Puebla, EduardoCerezo, batallaba con estabilizarse en un trabajo para no tronarselos dedos y hacer frente a los gastos familiares.

Además, vivía con la esperanza de llevarse el premio estataldel deporte y la remuneración económica que el mismorepresentaba.

El premio jamás llegó, a pesar de la medalla de plataconseguida en los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara 2011dentro de la especialidad de golbol.

Tras el golpe de realidad, Lalo se puso manos a la obra yencontró en una fábrica de embutidos la tranquilidad emocional yeconómica para seguir con sus sueños deportivos sin dejar de ladolas responsabilidades como cabeza de familia.

“Me dedico desde hace seis años a los embutidos, amarrochorizo y longaniza”, platica Lalo mientras se prepara paraentrar a la cancha de la Universidad Anáhuac con el objetivo decumplir con el entrenamiento de los campeones nacionales de futbolpara ciegos y débiles visuales.

“La verdad se han portado muy bien conmigo ahí. Desde quellegué me enseñaron lo que tenía que hacer y se los agradezco.Aprendí rápido el negocio; además, el trabajo tampoco mecomplica para venir a los entrenamientos con los Topos”,ahonda.

ENTRE DOS PASIONES

Después de sortear las necesidades económicas con un empleofijo, tras depender únicamente de las ventas de comida que por untiempo preparó para trabajadores de la armadora Volkswagen, elnuevo desafío para él pasaba por definir el deporte en el que serealizaría como persona.

¿El golbol o el futbol para ciegos y débiles visuales?

En el primero lo logró todo, la medalla de losParapanamericanos en casa lo acredita. En el segundo, al cualllegó por su círculo de amistades, le representaba un retoconquistar lo mismo o más de lo que alcanzó dentro delgolbol.

Así que rápidamente despuntó en el balompié adaptado,llamando la atención de los seleccionadores nacionales que, alenterarse de sus convocatorias en la otra especialidad, lo pusierona elegir.

“En la Federación me dijeron: ‘¿Te quedas en golbol o tevas al futbol? Porque no puedes estar en los dos, más si hayeventos internacionales’. Por lo que decliné al golbol con lailusión de triunfar en el futbol y representar a México una vezmás”, confiesa.

Aunque Lalo ya se dio el lujo de vestir la playera delrepresentativo de futbol en competencias como los Parapanamericanosde Toronto 2015.

Y hoy su nombre forma parte de la preselección nacional convías a participar en la Copa América de Santiago de Chile denoviembre próximo.

CUENTAS PENDIENTES

Pero la asignación pendiente de Lalo dentro representativonacional del futbol para ciegos y débiles visuales se llama JuegosParalímpicos.

A Río se quedó con las ganas de ir por un erroradministrativo: una mala calificación en cuanto a su rango devisión, que no rectificó el organismo federado en México, lecostó el sueño veraniego.

“Voy por la revancha. En su momento se equivocaron y noquisieron corregir el error; pero hoy sueño con estar en elpróximo proceso comenzando con éste que arrancará con la CopaAmérica”, sentencia.

Eduardo cuenta con un hermano que también milita dentro de losTopos de Puebla, Moisés Cerezo. Ambos figuran hoy en lapreselección nacional.