Por Vicente L. Avendaño Fernández
Una media docena de goles fue suficiente para que los locales deRio 2016 accedieran a la final del futbol varonil de estacompetencia mundial. Honduras fue incapaz de contener el vendavalque los arrasó desde el segundo 15 de juego, instante en el que semarcó el gol más rápido de la historia de las Olimpiadas.
Neymar, el artillero del Barcelona e indiscutible 10 de laselección mayor, es quien encabeza todo un esfuerzo para lograr loque nunca: una presea aurea. Ya en anteriores editoriales heseñalado la importancia de obtener ese primer lugar para loscariocas, no sólo en el plano deportivo, sino en el social, mástodavía por haber sufrido una humillación mayúscula hace 2años.
Al cierre de esta edición, aún no se definía el otrofinalista, lugar que se disputarían Alemania y Nigeria y que puededar como resultado una especie de partido de la venganza.
Aunque no se trate de una Copa del Mundo, un triunfo del “jogobonito” significaría alegría para millones de personas queviven en un país que parecía ir rumbo al desarrollo, pero cuyasolidez se ha cuestionado en los últimos meses.
Ahora bien, hay que analizar un poco la historia y hasta lasuperstición que se crea en esta ocasión, se dice que el peorlugar donde juega Brasil es Brasil, esto debido a los fracasos quehan tenido en los mundiales: el conocido “Maracanazo” de 1950,en el que perdieron sorpresivamente frente a los uruguayos; y en2014, cuando recibieron esos 7 goles por parte de los actualescampeones del mundo. Es cierto que en suelo carioca han ganado laCopa América y la Confederaciones, pero su actuación como localesdista de ser la mejor.
Otro dato que resulta notable es la ausencia de la presea doradaen sus vitrinas, pese a ser pentacampeones y protagonistaspermanentes, nunca se han podido colgar esa medalla.
En Los Ángeles 1984 cayeron ante un rival que los ha echadofuera de un mundial en tres ocasiones como lo es Francia; en lasiguiente edición cayeron frente al equipo de la UniónSoviética; y justo hace 4 años sucumbieron ante nuestro equipotricolor por marcador de 2 goles a 1.
Personalmente creo que hay un factor psicológico que haimpedido que el país del “orden y progreso” alcance un triunfoen la fiesta deportiva de la humanidad.
Repito lo dicho: como en ninguna otra ocasión Brasil requieredel oro en el balompié. La crisis que vive y la urgencia de unareivindicación hacen que este triunfo sea prácticamente obligado,lo cual también tiene sus riesgos y sus sorpresas.
Si Brasil perdiera la final con Alemania, sería un acabose anivel nacional, sin embargo, creo que ahí podría haber unaintervención gubernamental para evitar eso, lo cual no es algoirreal, ya varias ocasiones se han dado esas situaciones en otrascompetencias, así que no sería nada nuevo.
Esperemos el partido definitorio, para ver quién substituye aMéxico como campeón olímpico. Hasta la próxima semana.
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