Francisco “Paquín” Estrada siempre será recordado como uno de los grandes ídolos de la afición poblana.
El nacido en Navojoa, Sonora en el ya lejano 1978 vistió siete de las 26 temporadas que jugó en la pelota mexicana de verano con la organización de Puebla.
Llegó como perico de Puebla en 1974 y le tocó la transición a Ángeles de Puebla, donde se convirtió en el gran cerebro que manejó ese estupendo staff de pitcheo que los llevó a la conquista del banderín en 1979.
Una carrera que comenzó hace 53 años con los Diablos Rojos del México (1966) y que lo llevaría a convertirse en una de las más exitosas en la Liga Mexicana.
Con Diablos estuvo hasta 1970 cuando fue firmado para Estados Unidos y se tomó su tacita de café en la Gran Carpa con los Mets de Nueva York en 1971.
Sólo participó en un juego y tomó dos turnos al bate en un juego contra los Expos de Montreal, pero el sonorense aprovechó bien para conectar un imparable, y dejar marca de .500 de porcentaje en su historial, un hecho que sus compañeros tomaban como broma.
Se pasó el resto en sucursales, hasta que apareció en México con la franquicia poblana para convertirse en uno de los consentidos de la afición, por su calidad como jugador, pero sobre todo por su humildad y don de gente.
En 1980 se fue de Puebla, por la separación que provocó la huelga y cuando los Ángeles estaban de nuevo arrasando en la división, y se vistió como manager-jugador de Campeche, haciéndolos campeones en 1983.
Irónicamente el año siguiente se lo pasó con Toluca y León, pero regresó con los Piratas una campaña después para mantenerse allí hasta 1988.
Llegó a León para ganar su segundo banderín en 1990, y en 1992 apareció como manager de Minatitlán con quienes colgó la mascota como jugador en 1994 después de 26 campañas y conectar 2089 imparables en su carrera.
Se dedicó de lleno a su carrera como manager, ya con dos títulos en sus manos, en 1995 apareció por primera y única vez como manager de los Pericos de Puebla.
Era la apuesta de don Rafa Moreno Valle para poner fin a dos años desastrosos, y el equipo estaba peleando, pero renunció, de buenas a primera, el gerente general Tomás Herrera y como maldición el equipo se vino abajo.
La franquicia se vendió a Cancún donde “Paquín” siguió su carrera, hasta que regresó a Campeche para hacerlos campeones de nuevo en 2004.
En el invierno ganó títulos a diestra y siniestra con Culiacán, además de las dos Series del Caribe al frente de los mismos Tomateros.
A Puebla solo ha regresado enfundado en la camisola del rival de enfrente, pero siempre ha sido recibido con un enorme cariño por la afición.
Hoy, el de Navojoa se encuentra delicado de salud, pero la mejor noticia la dio una de sus hijas vía Twiter: “Mi padre despertó gracias a Dios, ya nos reconoce, sigue delicado y espera de poder desentubarlo y que respire solito... sigan poniéndolo en sus oraciones”.
Hoy “Paquín” está jugando y dirigiendo el partido de su vida, y la familia del beisbol tiene fe, en que como siempre mantenga su mascoteo de lujo, dirija con la sapiencia que lo acostumbra y salga con los brazos en alto.