El impulsivo Campestrini

Jorge Alejandro López

  · martes 11 de abril de 2017

Pocas personas le ponen pasión a lo que se dedican,más si eso es lo que les gusta. A lo largo de la carrera deportivade Cristian Daniel Campestrini, el tan señalado portero delPuebla, han existido situaciones en las que ha tenido que mostrarsu pasión, que muchas veces se ha descontrolado y caro hapagado.

Este actuar visceral por parte del arquero argentino le ha costadocaro también al Puebla, expulsiones, desconcentraciones y juegoscon balines, por citar algunos temas.

Sin duda, esa misma situación le ha llevado a grandesactuaciones con atajadas impresionantes, la salvación de hace unaño y la Copa MX.

Eso es lo que hace daño, un contraste marcado junto con unainestabilidad que no le ayuda en nada al jugador ni al equipo.

Cuando Cristian Campestrini llegó al futbol mexicano al futbolmexicano, su misma pasión lo llevó a pagar el derecho de piso. Suforma de reclamar (tan sudamericana) lo puso de inmediato en lamira del arbitraje.

Fue la primera llamada de atención por la forma de ser delarquero del Puebla, que con atajadas espectaculares, con salvadasde gran nivel y con actuaciones sobresalientes se fue ganando elcariño y el respeto de la afición camotera, tal como pasó en elOlimpia de Paraguay y en los clubes donde ha militado.

Los Camoteros comenzaron a ser dependientes de Campes, pero élestaba luchando contra el quisquilloso arbitraje mexicano ysufrieron cuando por sus arrebatos los árbitros le sacaban laroja.

“Yo tengo la intención de cobrar rápido, después él diceque me expulsa por insultos, la verdad yo ni he hablado, ningúninsulto ni nada. Cuando hago pendejadas lo reconozco, hoy mesorprendió la roja. A comer mierda y esperar lo que viene”,fueron las declaraciones luego de ser expulsado hace un año en laderrota 2-0 a manos de Monarcas Morelia en abril de 2016.

Suenan fuertes, pero en realidad lo declaró de la manera máscalmada, algunos argentinos hablan así y para ellos es lo másnormal, pero aquí en México nos impacta, esa es la realidad.

Todo se normalizó y entonces Campestrini se mantuvo como elportero que tanto necesitaba el club de la franja.

Después vino el tema de los disparos con balines a lospoblanos, pero bueno, eso es cosa extra cancha, reprobable eindignante.

Campestrini actúa con pasión en lo que hace, eso ha quedadoclaro.

Con la pifia que cometió el pasado sábado en la cancha deChivas, me queda claro que él estaba metido en lo suyo, a sumanera, pero metido, con la mente alterada como la de cualquierjugador del Puebla que sabía que perdieron una ventaja de dosgoles.

Su actuar no me da lugar al sospechosismo, en lugar de eso creoque Carlos Fierro, el jugador de Chivas que lo madrugó, se pusovivo, más concentrado en el juego.

Concentración contra desesperación.

La calidad bajo los tres postes de Campestrini es innegable,pero también es innegable que en el Puebla lo que menos hay esconcentración y nada más porque la falla del portero fue épica,pero ¿qué me dicen de Iván Centurión?, el mismo que durante lasemana declaró que la directiva tiene adeudos. Ese autogol leabrió la puerta a Chivas.

¿Qué me dicen de Adrián Cortés? A sabiendas que el árbitroestaba presionado por todo Guadalajara fue a tirar una patada enmedio campo.

José Saturnino Cardozo seguramente ajustará tuercas en laintimidad del vestidor, como debe de ser; una cosa es lo que salgaa decirle a los medios y a la gente en una conferencia de prensa, yotra la que se vive dentro, ahí es donde deberá pedirconcentración y respeto, respeto al trabajo de él mismo y detodos en el plantel.