En estos días dedicados a la muerte, vale la pena hacer una reflexión acerca de lo que significa esta condición humana al momento de estar practicando alguna disciplina.
La vida y la muerte forman un binomio inseparable, los sueños de vida eterna corresponden a visiones religiosas o supersticiones que son muy comunes y respetables, sin embargo, la idea de una vida sin fin puede ser verdaderamente funesta, además de biológicamente imposible.
Ahora bien, ante este ineluctable destino puede haber una especie de elección, pero sobre todo, una actitud ante el final de la existencia.
Un deportista tiene como axioma la práctica de esa actividad, ya sea de forma profesional o amateur, siempre hay una creencia férrea acerca de realizar las cosas de mejor manera.
Hay casos donde un famoso atleta muere trágicamente, como es el caso de Kobe Bryant o el avionazo del Chapecoense al ir a disputar la final de la Copa Sudamericana, pero hay que ver el caso de quien fallece dentro del terreno de juego o en el área de su práctica. El primer caso podría ser el de Filípides, aquel griego que inspiró el Maratón y que falleció después de haber corrido extraordinariamente para dar un aviso militar.
Actualmente los deportes no implican un riesgo mortal en su mayoría, pero hay algunos que sí implican un gran peligro, tales como el automovilismo y el alpinismo, tomando la afirmación de Hemingway en relación a que esos eran los únicos deportes verdaderos. También el Nobel de Literatura mencionó a las corridas de toros, sin embargo, estas no son propiamente un deporte, aunque cabe decir que las características del matador indudablemente obedecen a una disciplina física propia de cualquier atleta.
Pensemos el caso de Ayrton Senna, el brasileño que estaba buscando el tetracampeonato y falleció en una curva, así como muchos otros pilotos que han dado la vida por buscar la gloria del pódium.
Tenemos muchos alpinistas que se han muerto por las bajas temperaturas o accidente, inclusive muchos de ellos se conservan congelados por años sin que nadie los mueva, como muestra de las agallas que los impulsan a conquistar una cumbre.
Qué decir de los toreros, esos héroes contemporáneos que se juegan la vida en una danza que tiene profundos significados, la cual nos recuerda muchos aspectos de la condición humana y la forma de mostrarlos sofisticada y estéticamente.
Estos y otros atletas que han muerto por algún factor, dentro del terreno de juego, ofrendaron su vida, por así decirlo, a algo que les apasionaba, situación que siempre será plausible, ya que precisamente una vida se considera exitosa cuando se le da un sentido y este es buscado afanosamente, inclusive a costa de la propia existencia.
Personalmente mi admiración máxima está en aquellos que se visten de luces y afrontan a la muerte cara a cara, buscando crear arte y alcanzar la trascendencia. Morir puede resultar negativo, pero morir en el ruedo es un honor y un privilegio con el que sueñan muchos toreros.
Estos días recordemos a nuestros fallecidos y el mejor honor que podemos darle es cuidándonos del covid-19, para así alcanzarlos por el envejecimiento y no por la imprudencia. Hasta la próxima.
- Vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven