Si las seleccionadas de softbol tiraron o no a la basura los uniformes con los cuales participaron en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 como restándole importancia a los colores que defendieron en los últimos días; hay quien desempolvó el suyo y lo revaloró por su carácter de histórico como lo hizo la poblana Ana Circe Rosas Vázquez.
Ana no participó en una justa veraniega; sí lo hizo su madre, Ana María del Carmen Vázquez Rentería hace 53 años dentro de los Juegos de México 1968, los primeros organizados por una nación latinoamericana.
La mamá de Ana tampoco era una atleta, simplemente formó parte de la escolta que acompañó a la flama durante su paso por Puebla rumbo al pebetero del estadio Olímpico de Ciudad Universitaria en la capital del país.
Gracias a eso portó la indumentaria oficial del evento con la tipografía y diseño ideado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez.
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Pero para ganarse ese derecho debió de rehusarse a su destino y reescribirlo, pues para esa corrida histórica al lado del fuego olímpico no se le seleccionó por su altura y complexión, según cuenta a este diario su hija, ya que Ana se adelantó en el camino este año.
“Mi mamá estudió en el BINE (Benemérito Instituto Normal del Estado), fue maestra, ahí se hizo una convocatoria para hacer una escolta que acompañaría al fuego olímpico desde la zona de Los Fuertes al estadio Cuauhtémoc. Pero el problema es que querían altas y delgadas; mi mamá era ‘llenita’ y chaparrita, pues obviamente en la primera selección no quedó”, compartió la hija de Ana.
“Sin embargo, ella no se dio por vencida y persiguió al entrenador o al profesor de educación física hasta que éste le dio permiso de entrenar con todas las del grupo diciéndole, ‘si tú aguantas ocho vueltas a la pista, te quedas con nosotros’”, agregó.
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Ana se preparó entonces a conciencia como cualquier otro atleta olímpico ante su cita con la historia, ejemplificando en carne y hueso el lema de los Juegos, “citius, altius, fortius” (más rápido, más alto, más fuerte), siendo capaz de integrar la escolta.
“Esta es una historia de esfuerzo, de perseverancia, pues al final mi mamá rindió lo que se necesitaba hasta integrar el equipo, rompiendo los estigmas gracias a su esfuerzo. Por esa razón yo guardo el uniforme de mi mamá, por ese entusiasmo, porque además fuimos la sede de unos Juegos Olímpicos y hacíamos historia”, aseguró.
“El uniforme de mi mamá y el de todos los atletas para mí es el resumen de todo el esfuerzo de una persona o de los deportistas para lograr un sueño. No soy quién para juzgar, como dice el meme, pero por eso no entiendo lo hecho por las chicas de softbol”, recalcó.
Por otro lado, según Ana su madre estaría hoy contenta de ver la realización de los Olímpicos, pues el año pasado no daba crédito a su aplazamiento derivado de la pandemia de COVID-19. Además, no cabría de la emoción por lo exhibido por Tokio en la ceremonia de inauguración.
“Los Juegos Olímpicos para ella siempre fueron muy importantes y sin duda estaría muy emocionada, feliz por verlos en marcha a pesar de todo. Estaría impresionada por la evolución de las cosas en la ceremonia de inauguración con aquello de los drones en Tokio, después de que en Barcelona se encendió el pebetero con una flecha; al final uno entiende por qué le gustaban tanto los Olímpicos, simplemente porque fue parte de esa historia”, remató.
- A los Juegos Olímpicos de México 1968 siempre se les recordará por ser la primera vez en la que una mujer, Enriqueta Basilio, encendía el fuego olímpico; por el poder negro ejemplificado por Tommie Smith y John Carlos; o cuando Dick Fosbury revolucionó el salto de altura con su técnica