El nuevo recinto de los inmortales, cuya construcción solventó don Alfredo Harp Helú, tendrá este miércoles su ceremonia de entronización donde ingresarán los exjugadores profesionales Fernando "El Toro" Valenzuela, Ricardo "Siete Leguas" Sáenz y Daniel Fernández "El Travieso", además del exitoso directivo, Cuauhtémoc Rodríguez, que se cansó de armar equipos para que los Tigres sumarán títulos a diestra y sinietra entre finales del siglo y 2017, y en tres sedes diferentes.
De los cuatro, tres desfilaron por Puebla; como jugador, como directivo y en el caso de Valenzuela, perteneciendo a un equipo, cuya franela jamás defendió.
Valenzuela se ganó su derecho a la inmortalidad, en el nuevo escenario ubicado en el parque La Fundidora, por sus enormes logros en la mejor pelota del mundo, a donde llegó a finales de 1980 con los Dodgers de los Ángeles después de un paso fugaz por la sucursal de San Antonio. Revolucionó las Mayores al año siguiente al recibir la pelota del manager Tom LaSorda para abrir el juego inaugural y blanquear 1-0 a los Astros de Houston.
Un Fernando para el que los Ángeles de Puebla no tuvieron lugar en 1979 y lo mandaron a préstamo a Yucatán, desde donde Mike Brito se lo llevó a los Dodgers. Jugó 17 campañas en la Gran Carpa; ganó la Serie Mundial de 1981 donde consiguió el triunfo en el tercer juego que revivió a los angelinos ante los Yanquis, además lanzó un juego sin hit ni carrera entre los 173 triunfos que logró en su carrera.
Un Fernando que tras momentos complicados en 1991, se vino a México para jugar entre 1992 y parte de 1993 con los Charros de Jalisco, de donde regresó al Gran Circo con Baltimore.
Hoy es alto comisionado de la Liga Mexicana y aparece como dueño de los Tigres de Quintana Roo.
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Ricardo Sáenz vistió como novato la franela de los Ángeles de Puebla en 1985, tras su debut con León en 1983 y su paso por las Truchas de Toluca en 1984. Jugaba tercera base, pero ese mismo año fue cambiado a Veracruz por Norberto Burke.
Después se convirtió en jardinero y se volvió uno de los toleteros más temibles, jugando para Saltillo, Monclova, Tigres, escribiendo páginas gloriosas, sobre todo, con los Acereros, con los que en 2005 se metió a la lista de jugadores con cuatro jonrones en un mismo partido.
El de Sacramento, Coahuila que se retiró en 2007 a los 45 años, lo hizo el 28 de junio contra Aguascalientes en turnos consecutivos, lo que nadie más ha logrado.
Esa misma noche dejó atrás una marca de más carreras impulsadas (11) que estaba en poder de Lonnie Sommers y que permanecía desde los año 50. Sáenz remolcó 14 anotaciones, una marca que parece imbatible en nuestro beisbol.
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Daniel Fernández fue el alma de los Diablos, con los que debutó en 1983 a los 17 años. Dueño del jardín central durante muchos años, acumulando una gran cantidad de campañas bateando arriba de .300, y quien en 2008 debutó como manager y llevó a los Diablos a la conquista del banderín. No jugó con Puebla, pero era un deleite verlo en acción tanto ofensiva como defensivamente.
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"Chito" llegó de Tecolotes a los Tigres a finales de los 90 y los hizo ganar infinidad de títulos, tanto en el Seguro Social, como en Foro Sol, además de Puebla y Cancún.
Hoy el beisbol les hace justicia a cuatro grandes, que han paseado con gallardía su clase por los diamantes, tres en el terreno de juego y "Chito", desde la oficina, armando verdaderos campeones. ¡Enhorabuena!