En la antesala del infierno

  · martes 19 de mayo de 2020

Mauro Ruiz fue un pitcher derecho nacido en San Miguel Allende, Guanajuato, que jugó ocho campañas en Liga Mexicana, repartidas entre dos equipos: Tigres y Pericos.

Pero este Mauro Ruiz, ya fallecido, que jugó entre 1960 y 1967 consiguió un hecho insólito en su carrera como lanzador que nadie ha repetido en la historia del beisbol profesional: ganar y perder el mismo partido.

El hecho sucedió en 1963 y recuerdo haberlo comentado muchísimas veces con los cronistas y peloteros de antaño que hablaban de ese hecho insólito conseguido por el lanzador derecho.

“El Mortero” Aravena durante una de sus visitas a Puebla se pasea frente a Catedral. Foto: Archivo El Sol de Puebla

En los tiempos modernos, donde el beisbol se promueve con mucho entusiasmo en las redes sociales, se narró la historia hace pocos días, lo que provocó un colapso entre los aficionados al beisbol.

Muchos aún incrédulos se preguntaban cómo pudo suceder un logro así, otros tenían sus dudas, pero la realidad es que sí pasó, en un capítulo que comenzó en el parque del Seguro Social y finalizó en el estadio Ignacio Zaragoza.

Los factores se combinaron perfectamente para que Mauro Ruiz pasara a la historia.

Ese duelo, último de una serie entre Tigres y Pericos se suspendió por una falla de energía eléctrica cuando se jugaba la apertura del quinto episodio, con los Tigres arriba 3-2, pero con los verdes en pleno ataque, ya que tenían corredores en los dos primeros sacos, cuando vino el apagón.

Al no regresar la energía se acordó que el juego se reanudaría en la próxima visita de Tigres a Puebla, precisamente en la última serie como local de los Pericos.

Mauro Ruiz, que lanzaba por los Tigres cuando vino el apagón y dejó dos corredores de herencia, a los pocos días fue adquirido por los Pericos, con los que terminó su carrera en 1967, por lo que cuando se reanudó el juego días después en Puebla, el guanajuatense era elegible para lanzar por los poblanos.

Se reanudó el duelo y los Pericos, ya contra el relevo de Tigres, le dieron la vuelta a la tortilla para ponerse arriba 4-3.

Tony Castaño, manager verde, entonces mandó al relevo a Mauro Ruiz, quien hizo un trabajo magistral el resto del partido, para levantarse con el triunfo.

Pero lo insólito fue que, como Mauro Ruiz había dejado los dos corredores de herencia cuando el juego se suspendió lanzando para los Tigres, también se convirtió en el pitcher derrotado.

Hay que destacar que, con ese triunfo y la derrota de los Diablos, los Pericos amarraron el campeonato en 1963 cuando aún le restaba completar la serie contra los Tigres y la visita final a Reynosa.

Recuerda Ronnie Camacho que Fernando Rodríguez tomó el micrófono y en el sonido local hizo el anuncio, que la combinación de resultados aseguraba el título para los Pericos.

Para nada fue un duelo para desempatar el liderato entre Pericos y Tigres ya que, en esa campaña, los Pericos terminaron con ventaja de 9 juegos sobre el segundo lugar, Diablos, y 14 sobre los mismos felinos.

Los factores que se combinaron fueron: la suspensión del juego por la falla de energía; que Mauro fue cambiado a Pericos; que el choque no era legal todavía; la voltereta de Pericos y que Ruiz fuera utilizado para relevar, a partir del quinto episodio.

Un hecho insólito que en 57 años no ha vuelto suceder, y que será complicado volver a ver.

Los más altos estándares de instrucción y preparación llegan a Puebla. Foto: FMF

El zaguero uruguayo, en la presentación de Puebla en el torneo. Foto: AFP

La Franja igualó con San Luis en la última fecha. Foto: e-Liga MX