El estadio Cuauhtémoc lució sus mejores galas para recibir la tercera edición del Derby poblano, si bien la mayoría de aficionados portaron los colores azul y blanco, es notorio el aumento poco a poco de seguidores portadores del rojinegro característico de los licántropos.
Si bien minutos antes de iniciar el partido en las inmediaciones del inmueble dos veces mundialista se registraron algunos conatos de bronca entre seguidores de ambos equipos, afortunadamente no pasó a mayores ya que la afición poblana estaba ávida de que lo registrado durante toda la semana en cuanto a " bombardeo" publicitario entorno al aniversario 50 del estadio Cuauhtémoc y el Derby Poblano, se reflejará en la cancha.
Lo emotivo, la manta gigantesca que cubrió la zona baja de la portería sur con la leyenda "50 años de azul y blanco" así como el intento de mosaico con el público de tres zonas donde al final no fue del todo exitoso ya que aún varios aficionados no ocupaban aún sus asientos.
Humo azul y blanco y gritos eufóricos, fue el marco perfecto de una afición camarera deseosa de ganar los 3 puntos por orgullo y necesidad para aspirar a meterse a zona de liguilla.
Inició el partido, la parcialidad de Lobos, ubicada en zona norte, se mantenía expectante, tímida, pero apoyando a los suyos.
La inmensa mayoría alentaba a su Franja con todo, querían la fiesta completa.
Pasaron los minutos, el partido no ofrecía espectáculo, más de un bostezo, la expectativa se quedaba corta.
Pero llego el minuto 37, el gol de Lobos, Leonardo Ramos otra vez se hacía presente y los pocos aficionados de la jauría celebraban con todo mientras que los Camoteros callaban al término de los primeros 45 minutos y al final, un sonoro abucheo de los enfranjados.
El segundo tiempo ofreció emociones, las modificaciones de Meza comenzaron a surtir efecto, Espericueta y Cavallini le daban la vuelta al marcador y el júbilo de la localía no se hizo esperar.
Parecía que la fiesta estaría completa sin embargo, a minutos del final, el gol del empate de la BUAP fue un balde de agua helada para Puebla y de júbilo para Lobos al robarle un triunfo ya cantado para los Camoteros y donde el sinsabor de una fiesta completa se hizo presente en el estadio Cuauhtémoc.