Para los pilotos de la Fórmula E el subirse a un bólido viajando a más de 240 Kilómetros sobre hora y atacando las curvas a 100, es un día más en la oficina. Pero para un mortal, un hombre común y corriente, sin preparación o entrenamiento, es experimentar en todo su esplendor las Fuerzas G.
El domingo, como parte de los eventos previos a la última ronda del e-Prix de Puebla, El Sol de Puebla tuvo una “probadita” de lo que vive un conductor profesional tras subirse al Safety Car del campeonato mundial eléctrico, un BMW E-5 híbrido, junto al piloto Bruno Correia.
Para el conductor lusitano se trató de un día de campo, pero para este diario no fue así… al menos durante las primeras dos vueltas, pues la cabeza pesaba más que de costumbre e iba de un lado a otro, conociendo en primera persona a las Fuerzas G.
Imagine que su cabeza pesase seis veces más hacia el lado que hacia el suelo, pues esa fuerza la sienten los pilotos profesionales en cada carrera y la cual sirve para determinar qué tan grave es un accidente en pista. Un hombre con el entrenamiento debido es capaz de resistir hasta 7G, siempre y cuando acompañe su preparación con un traje especial para afrontar dicha fuerza.
Por lo tanto, cuando atacábamos una curva sobre el BMW E-5 híbrido, si bien nuestro cuerpo no sintió las 6.5 G; sí trataba de seguir la trayectoria del auto, pero soportando el empuje que iba en sentido contrario.
Es decir, las Fuerzas G no son otra sensación que la inercia, todo eso cuando el vehículo piloteado por Correia apenas alcanzó en par de ocasiones los 200 Kilómetros sobre hora (Km/h), aunque en los giros más cerrados del Miguel E. Abed el auto pasaba de 200 a 80 u 60 Km/h en menos de un tris, suficiente para sentir la inercia; en la curva peraltada, una de las más veloces y que proyecta el coche hacia la recta principal del trazado poblano… mejor ni hablamos; aunque si usted trata de darse idea sobre esto o experimentar una sensación similar, súbase a la montaña rusa.