En el futbol, el éxito depende del trabajo colectivo y si bien los goles se los hacen al equipo, el vencido siempre es el arquero.
Por lo tanto, un guardameta debe de presumir de “una gran autoestima y una mentalidad positiva”, asegura el psicólogo Nicolás Vikonis.
Sí, el custodio de la puerta del Puebla presume en casa un título de Psicología por la Universidad de la República de Uruguay.
Para el charrúa, el futbol siempre se trató de un sueño; sin embargo, sus padres le insistieron en terminar los estudios para gozar de un “plan alternativo” por si la carrera como jugador no resultaba.
“En el 2000, aun siendo un adolescente, Huracán Buceo me dio mi primera oportunidad y al mismo tiempo recibía el llamado de la selección Sub-17. Por las mañanas entrenaba con mi club y por las tardes lo hacía con la selección”, platica.
“Entonces llegó un momento en que ya no podía estudiar y pensé en dejarlo. Pero mis padres se opusieron de inmediato y si bien respetaron mi sueño de buscar en el futbol, siempre me recalcaron la necesidad de tener un plan B”, agrega.
Vikonis desde entonces entendió del sacrificio para alcanzar un sueño, “si de verdad quería eso, iba a hacer hasta lo imposible para lograrlo y así fue como sucedió”.
El oriundo de Montevideo se inscribió en el secundario nocturno (preparatoria), tan sólo para quedar más tarde cautivado por la mente y sus secretos.
“Me parecía atractivo saber cómo funcionamos en la mente y entonces me matriculé en la Universidad en psicología, sin saber que a partir de entonces comenzaría un verdadero viaje, porque debía de mantenerme a tope en la escuela y en el futbol”, relata.
La psicología lo sacó a partir de entonces a flote en varios momentos de su carrera, le mostró cómo mantenerse en equilibrio cuando las pulsaciones van a más de 100 dentro y fuera del terreno de juego, a asumir los errores como aquel cuando se “calentó” y la lío con unos aficionados en Colombia, acarreándole un castigo ejemplar.
En otros momentos le ha mostrado cómo volver al juego después de cometer un yerro, situación no exenta de estrés o presión, pues cuando un portero se equivoca, el fallo siempre resulta evidente, para muestra lo sucedido con Loris Karius, el guardameta del Liverpool en la final de la Champions League perdida en 2018 en contra del Real Madrid.
Por lo tanto, el cancerbero “debe de aceptar y aprender a convivir con la posibilidad del error, pues equivocarse forma parte del juego”.
Si se falla, a decir de Vikonis, el portero necesita “‘resetear’ (reiniciar) de inmediato” y hacerse fuerte “con el pensamiento positivo”. Es decir, el guardavalla o cualquier persona realizando un trabajo profesional, debe siempre de “acordarse del por qué ha logrado lo que ha logrado, o por qué está donde está a pesar de haber fallado”.
Las lesiones graves de un portero, donde más tardan en curar, están en la cabeza
Aitor Ares, autor/pedagogo
No hay que quedarse con el error, porque eso ya pasó. Pero tampoco cuando hay épocas buenas, hay que creerse el mejor
Nico Vikonis, portero/psicólogo