El trabajo es bueno, pero la retribución en ocasiones no. Dicha situación obliga a la gran mayoría de las jugadoras de la Liga Femenil a seguir contando con el apoyo de sus padres, a pesar de no vivir ya con éstos, o a complementar la actividad futbolística con un oficio o profesión.
Menos mal un alto porcentaje de las futbolistas cuenta con estudios como es el caso de Brissa Rangel, María José López, Karla Vargas y Lupita Worbis del Puebla, mezclando todas éstas la cancha con la oficina, los micrófonos o el consultorio para completar sus ingresos y llegar a fin de mes.
A considerar, el salario mensual promedio en la Liga Femenil, según datos dados a conocer por el diario digital INFOBAE en octubre del 2019, es de 3 mil 700 pesos. Aunque hay equipos pagando a sus futbolistas 20 veces más del sueldo medio como sucede en Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
“Se puede vivir del futbol, pero depende de las condiciones en las que estés viviendo y de las situaciones de cada uno de los equipos. En mi caso requiero del trabajo en el futbol y en otras artes que domino para poder mantenerme y rendir”, explica la capitana blanquiazul María José López a El Sol de Puebla vía videoconferencia.
“Yo estudié la carrera de arquitectura, pero al igual y como ‘Majo’ (María José), sabemos que hay ciertos equipos donde se puede vivir del futbol y otros donde necesitamos de la ayuda de nuestros trabajos o profesiones para aliviar el tema económico”, secunda la delantera, Lupita Worbis.
Pero el problema a encarar por Majo o Lupita y otras compañeras de escuadra o del circuito no es sólo la necesidad de encontrar otras formas de hacerse de recursos, es administrar los tiempos para cumplir dentro o fuera de la cancha y no quedar mal con el equipo o en el trabajo.
“En mi caso tengo la facilidad de agendar con mis pacientes sus citas, acomodando los horarios para que me queden bien y no se junten con los del futbol”, indica la zaguera y fisioterapeuta Karla Vargas. “Así es como he ido mezclando entre el trabajo y el juego, cumpliendo con ambas actividades mis sueños”, agrega.
“En cuanto a mí, trato de avisar con tiempo en el trabajo y afortunadamente me han entendido. Pero cuando regreso de un partido debo de ponerme cuanto antes a hacer lo que dejé pendiente”, retoma la cancerbera Brissa Rangel, quien en la actualidad labora como entrenadora de porteros en el centro de formación del Wolfsburgo en la Unidad Deportiva de la Volkswagen.
ESTRAGOS Y PROPUESTAS
Pero al igual y como ha sucedido con muchos trabajadores en los últimos meses, parte de las jugadoras con empleos fuera del futbol han visto reducido sus ingresos en sus respectivos trabajos, producto de los estragos económicos de la pandemia de COVID-19, al igual y como le sucedió a Brissa Rangel.
Los entrenamientos se suspendieron desde hace par de meses en el centro de formación donde presta sus servicios la arquera del Puebla y si bien en un primer momento se le cubrieron los honorarios, tras el prolongado tiempo de cuarentena los pagos debieron de suspenderse. Por lo tanto, Brissa hoy sólo depende del futbol como su única fuente de ingresos.
“Estamos a la espera de un aviso para volver a las actividades, confiando en que todo se normalice un poco, porque si bien nos siguieron pagando al principio de la pandemia a pesar de no estar laborando, ahora se dejó de hacer porque tampoco hay ingresos”, comparte.
Lo sucedido con la arquera evidencia la necesidad de presumir salarios más competitivos dentro del circuito rosa, los cuales a decir del póker de futbolistas se concretarían siempre y cuando se vendiera de mejor manera a la competencia y si se le exhibiera en televisión abierta, al igual y como sucede con la justa de los varones.
En su visión, la Liga Femenil es un buen producto y para muestra lo sucedido en cada una de sus finales, donde se han registrado llenos en la Sultana del Norte en el Volcán, el BBVA y hasta en el estadio Azteca.
“Creo que la falta más difusión a la Liga, hay canales que transmiten nuestros partidos, pero sinceramente falta que se hable más de nosotras porque interés hay”, explica la capitana López.
“Coincido con ‘Majo’, sinceramente creo que deberían de pasar nuestros partidos y la gente los vería porque hay calidad y nivel”, remata Worbis.
Hoy los equipos femeniles representan un gasto para sus clubes y por dicha razón es difícil homologar los salarios entre categorías. Aunque la respuesta para cambiar eso puede la presuman las palabras de las jugadoras del Puebla: exhibición y mejor mercadeo.
- Uno de los obstáculos que han detenido el crecimiento económico de los equipos femeniles o de su “independencia” financiera, es el no permitir la entrada de patrocinadores distintos a los presumidos por los conjuntos de varones
- 70 Mil pesos al mes es lo que devenga una de las jugadoras estrella de las Tigres
Se puede vivir del futbol, pero depende de las condiciones en las que estés viviendo y de las situaciones de cada uno de los equipos
María José López, capitana Puebla