Si en Puebla existe un seguidor fiel a las Águilas del América ese tiene que ser Enrique Escobar.
De origen humilde, Escobar se cansó un día de tantos fracasos como aficionado del Puebla, que convencido por su hermano decidió seguir al América.
“No fue fácil, pero mi hermano me dio sus argumentos y acepté”, confiesa Enrique.
“Te unirás al equipo más ganador del futbol mexicano. Ya olvídate de los sinsabores que sufres con el Puebla”, le dijo su consanguíneo.
De eso ya pasaron más de 15 años, y desde entonces Enrique se tatuó prácticamente en su piel los colores del América.
“No hay nada como mis Águilas”, dice Enrique, que también sufre cada vez que el equipo pierde un partido o queda eliminado en la liguilla.
“Es una sensación diferente, mis Águilas siempre están arriba y juegan permanentemente en la liguilla”.
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SU NIDO ÁGUILA
Desde ese mismo primer día que vino su transformación, Enrique comenzó a coleccionar todo lo que tenía que ver con el América, desde tazas hasta cobertores, y edificó en su pequeña recámara “El Nido Águila”, como él lo llama.
Así, todo su cuarto que mide 12 metros cuadrados está cubierto por los colores e insignias de América.
Desayuna, come y duerme entre los colores de sus Águilas, a tal grado que su cama está vestida con un cobertor que tiene en el centro el escudo del América.
“Mire jefe, dice Enrique, desde el techo puede usted ver todo lo que es el América”.
Balones, camisetas, tazas, muñecos, posters, con el escudo bien tatuado de los millonetas aparecen en su pequeño cuarto, en cuya entrada aparece una enorme esfinge de una Águila.
“Hasta al Chucky tengo vestido de americanista”, dice sonriente al confesar que le gustaría ver algún día a su ídolo con el cuadro capitalino.
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Su bicicleta, con la que sale todas las mañanas para dirigirse al trabajo, la tiene adornada con los colores del América.
“Muchos me la quieren comprar, pero no la vendo ni por todo el dinero del mundo. Para mí vale mucho”, confiesa.
Esa pasión y estar rodeado por los colores de su equipo favorito le ha llevado a Enrique a lo largo de más de 15 años invertir una buena cantidad de dinero. “No sé cuánto, pero ha sido poco a poco, y algunos souvenirs me lo han regalado algunas amistades”.
Para Enrique la felicidad máxima en su vida son las Águilas. Y esa pasión que siente por el equipo se la transmitió a su misma familia, principalmente su sobrino Bryan, de nueve años, que también es Águila de Corazón.
“Lo contagie y es todavía, creo, más americanista que yo”, señala al referirse a su sobrino.
Pero pese a tener todo lo que tiene, su colección dice no estar completa. “Me encantaría tener una playera y un balón autografiado por los jugadores de mis Águilas.
“Sería lo máximo. La playera la enmarcaría para colocarla en la pared”, agrega entusiasmado.
POR EL TRIUNFO
Enrique no duda que este sábado en el estadio Azteca sus Águilas saldrán volando alto contra el Puebla, su próximo rival, y cuyas decepciones a lo largo de su juventud lo llevaron a convertirse en americanista.
“Vamos a ganar el sábado. Somos los papás del Puebla, y en el Azteca a lo largo de los últimos 10 años no nos han visto un partido.
“Espero disfrutar en grande el triunfo con mi familia que, en su mayoría, igual que yo, ama los colores del América”, agrega.
“No me arrepiento de lo que hice, porque apenas conocí al América me di cuenta que ese sería por el resto de mi vida el equipo de mis amores”.