Los aires de modernidad se respiraban en la bella Angelópolis, el anuncio de los Juegos Olímpicos para Mexico le abrió al estado de Puebla la oportunidad de dar un paso gigante en la arquitectura, la construcción del Estadio Cuauhtémoc.
Fue la mañana nublada del 6 de octubre de 1968 cuando la afición poblana, maravillada por el nuevo espacio, le dio paso al capítulo más importante de la historia deportiva en Puebla: la inauguración de su estadio para 35 mil almas.
La apertura fue con los choques Puebla contra América y México ante Checoslovaquia.
El fin era darle cobijo a las olimpiadas de esa época, plagada de una sociedad mundial que levantaba la voz por sus derechos.
Pero el Estadio Cuauhtémoc no se ha quedado atrás, siempre ha rejuvenecido como muestra de grandeza, siempre imponente, siempre vigente.
Siguiendo esa línea, el Coloso de la colonia Maravillas, tuvo su primera metamorfosis y con ella llegaron las rampas oriente y poniente, formando a un gigante con un sello distintivo que anunciaba desde lejos que un templo deportivo sería sede del mundial México 86.
Ya como enorme recinto deportivo, el Estadio Cuauhtémoc aumentó su aforo a 42 mil 648 aficionados, quienes vieron al astro argentino, Diego Armando Maradona, con la siempre atractiva selección de Argentina en contra de combinado tricolor.
La carrera veloz del tiempo y su inexorable ley llevó a jugarle al tú por tú a la modernidad y se realizó una tercera remodelación en 2015.
Llegaron las rampas Norte y Sur, para darle otra vista, las mismas caras de impresión en los poblanos de hace 50 años se dibujaron en la actualidad, el tiempo transcurre, pero el Estadio Cuauhtémoc sigue siendo la casa deportiva por tradición.
La escuadra del Boca Juniors se midió al Puebla para comenzar esta nueva etapa, ahora con una capacidad para 51 mil 726 enamorados del fútbol.