Los aficionados no abandonaron al Puebla, pese a todo lo se dijo durante la semana, y una vez más se hicieron presentes en el estadio Cuauhtémoc para hacerle ver a la directiva, cuerpo técnico y jugadores que siguen profesando su amor por los colores azul y blanco.
Y ese apoyo se recompensó con el primer triunfo del Puebla en casa para sacudir la presión de su técnico Juan Reynoso.
También se debe decir, un buen número de aficionados rojos, colocados en la cabecera norte del estadio, apoyaron a sus Diablos con todo y que los mexiquenses tampoco han dado motivos suficientes en este torneo.
Esta vez, a la salida de los dos equipos al campo no hubo humo azul, tampoco fuegos pirotécnicos o una manta gigantesca en la cabecera sur, pero si se escucharon las porras del "Puebla, Puebla", con unos deseos especiales que desde hace partidos atrás no se notaban.
Ni hacia frío, un pretexto menos para no decir que ir al estadio sería complicado, los aficionados ocuparon en buena cantidad algunas localidades, exceptuando las rampas Poniente, sur y norte, las cuales ya es recurrente que no sean abiertas al público ocupándose exclusivamente la oriente, la que refleje ante las cámaras de televisión una buena entrada.
Se entonó el Himno Nacional, se hicieron honores al lábaro patrio, (previo al Día de la Bandera el 24 de febrero).
Se escucharon las alineaciones de ambos equipos, por parte del Puebla, los ovacionados, Nicolás Vikonis y Osvaldo Martínez; los abucheados y con todo, Cristian Tabó y el entrenador Juan Reynoso.
Las acciones del partido, pocas que contar, la parcialidad de los Diablos apoyando tímidamente, los locales con pocos motivos para gritar, en un partido con dos equipos que no dan suficientes motivos para que sus seguidores se animen, aunque queda claro, pese a lo que se diga durante la semana, lo que se exprese en los medios de comunicación o se divulgue en redes sociales, Puebla tiene a su afición cautiva, con deseos de no apagarse, aunque en ocasiones les dan motivos suficientes para hacerlo.
Todo se olvidó cuando Osvaldito la bajó como maestro dentro del área y tocó a la llegada de Zaldívar, que solo ante Talavera tocó de zurda para clavar el gol que hizo estallar el Cuauhtémoc, en el minuto 37 de tiempo corrido.
Ahí estaba una vez más la clase de Osvaldito, que le terminó poniendo medio gol al exariete de las Chivas.
Y para el segundo tiempo, el gol de Tabó levantó en vilo a los más de 20 mil aficionados que tuvieron el premio a su lealtad.
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