El partido que México ofreció ante Suecia fue decepcionante, pobre y preocupante para los aficionados poblanos que se dieron cita en diferentes sitios de la ciudad.
Desde temprana hora el público apretó el acelerador en calles y avenidas de la ciudad para llegar a su casa, trabajo, escuela o restaurante a fin de observar el juego de México, por lo que el tráfico estuvo a todo lo que daba.
Ya para el minuto 25 las calles estaban desoladas: todos estaban observando el juego en el que durante el primer tiempo, si bien Suecia fue en ese lapso ligeramente mejor, la Selección Mexicana dio algunas sensaciones de peligro. El público estaba a la expectativa: había esperanza de hacer mejor las cosas, era impensable quedar eliminado.
Terminaron los primeros 45 minutos y los aficionados seguían con la esperanza, creían que en el segundo tiempo México haría el gol de la diferencia y la calificación a los octavos en primer lugar, pero la historia cambió rápidamente al inicio del segundo tiempo.
Cayó el gol sueco y los poblanos enmudecieron, su rostro se puso serio, no había momento para festejar.
Cayó el segundo gol a través de una polémica marcación del árbitro argentino Néstor Pitana y las rechiflas y mentadas sobre el silbante pampero no se hicieron esperar. No faltó alguien que dijera que se repitió el “no era penal” como hace 4 años. Era momento de comenzar a observar por redes sociales o en otro televisor cómo iba el partido Corea-Alemania.
Cayó la tercera anotación y los aficionados decidieron estar atentos del otro partido, por el cual, hasta el tiempo de compensación, cuando se agregaron 6 minutos, la desesperación se estacionó en los rostros de los aficionados. Ya ni caso le hacían al juego de México; el de Corea y Alemania era el efectivo porque un gol teutón eliminaba al TRI pero el empate o alguna anotación coreana calificaba a los Aztecas y así sucedió. No fue uno sino dos goles que los surcoreanos realizaron para eliminar a Alemania y decretar la calificación de México a los octavos de final.