Monterrey rayó, pero en el consentimiento y en el pecado llevaba la penitencia. Le dio a Lobos permiso de creer y éstos se crecieron para sacar un empate 1-1 casi providencial, luego de lo poco mostrado en el primer tiempo.
Pero a los equipos como a Rayados les basta con una, la cual halló Nicolás Gabriel Sánchez en el 92, para llevarse 2-1 los tres puntos a casa.
Los regiomontanos sufrieron para llevarse el juego porque creyeron al rival liquidado, pues después picar por delante a los 11 minutos dominaron a placer, en gran medida por toparse con un adversario sin ideas.
Los norteños ni siquiera necesitaban de jugar a tope, humillaban sin golear, pero sí tocándole el esférico a su rival de un lado a otro de la cancha para hacerlo correr detrás del mismo, como el “salero” de los niños a la hora del receso.
Bastaba con echar un vistazo al rostro del español Abraham González, con la lengua de fuera después de saltar y saltar tras la libre.
Aunque tal vez eso se debió en gran medida a la posición a ocupar en el campo: entre los centrales cuando en la espalda, su dorsal, dice se trata del 10 de La Manada.
Al ibérico le han pedido –Paco Palencia- jugar ahí, para ayudar a los zagueros (Francisco “Maza” Rodríguez y Michael Orozco) a salir con el balón controlado.
No cayó de extraño entender la pronta creencia regiomontana de ganar el partido… ¡a los 11 minutos!
A Rayados, o a Celso Ortiz, le bastó con pescar un balón rebanado por Francisco “Maza” Rodríguez para conquistar el cubil.
El disparo de Ortiz, en los linderos del área, contó con cierta dosis de fortuna, pues acabó adentro tras un desvío de Michael Orozco, después del intento de éste por barrer para evitar la caída de su marco.
En cambio, se entrometió en el viaje de la redonda para hacerle imposible llegar a Toño Rodríguez, quien a los siete minutos ya le había ganado un mano a mano a Avilés Hurtado.
Después vino el monologo regiomontano, sin profundidad, pero igual de efectivo con la posesión del esférico.
La Manada no hallaba cómo salir, y cuando lo lograba por medio de una hombrada de Bryan Rabello… no había nadie adelante para acompañarlo.
La nula reacción en cancha, propiciada por las pocas variantes desde la banca universitaria por parte de Paco Palencia, llevaron a la afición a gritar: ¡fuera Palencia, fuera!
“El Gatillero” tal vez escuchó los gritos y se dejó de necedades, adelantó a González en el complemento, el movimiento táctico le beneficio a Lobos; aunque también queda la duda sobre qué tanto de esa reacción se la permitió Rayados echándose atrás para cazar a la contra.
Palencia leyó bien la crecida de los suyos y quemó las naves, mandó a la cancha a Colin Kazim-Richards.
El turco se halló con un rebote a 20 del final y clavó el empate, justo por méritos propios y por el consentimiento regio.
Pero sobre el final, en la compensación, la táctica fija liquidó a La Manada cuando Nicolás Sánchez se iba a rematar para mandar con la testa de nuevo a la lona a La Manada.