“Nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario”, bajo esa máxima el Puebla fichó a Dieter Villalpando, aún en proceso de una imputación por abuso sexual, razón por la cual su contratación es una apuesta arriesgada para La Franja.
Al futbolista se le señaló en octubre pasado de la citada acusación, quedándose desde entonces sin equipo tras ser apartado de las Chivas Rayadas del Guadalajara, club que no esperó a conocer más sobre la situación para cortar toda relación laboral con el mediocampista. Aunque en primera instancia el conjunto rojiblanco informó sobre una separación temporal con el jugador.
Pero tras aquello, el nacido futbolísticamente en las filas de los Tuzos del Pachuca se quedó sin trabajo, volando, hasta arreglar su fichaje con el Wellington Phoenix de la Liga de Nueva Zelanda a comienzos de agosto de este año.
Dicho club apostaba por él dado su currículo deportivo, pero las negociaciones se cayeron cuando supieron sobre las acusaciones vertidas en contra del jugador en territorio nacional.
Es decir, tanto las Chivas en México como el Wellington de Nueva Zelanda en apariencia sopesaron las repercusiones de mantener a Villalpando entre sus filas, las cuales tal vez se centraron en evitar a toda costa que a sus marcas se les relacionara con un tema legal, o simplemente tampoco se arriesgaron a perder a un elemento con la campaña empezada por una resolución desfavorable en los juzgados.
Ambos escenarios, Puebla parece los dejó de considerar dadas sus necesidades de fichar, ya sea por la lesión de Daniel Aguilar o por hacerse sí o sí de un refuerzo de renombre tras quedar el equipo diezmado por las ventas del verano.
ECOS DE FABBRO
El fichaje de Villalpando por el Puebla recuerda al de Jonathan Fabbro con los extintos Lobos BUAP, cuando en el 2017 los licántropos firmaron al argentino naturalizado paraguayo cuando estaba sin equipo y enfrentaba una acusación de abuso sexual a una menor en Argentina.
Meses después de ser firmado, a finales de ese 2017, a Fabbro se le giró una orden de aprehensión a un día del arranque de la pretemporada de La Manada rumbo al Torneo Clausura 2018, donde Lobos después de un buen certamen debut en Primera acabó por perder la categoría.
Tras conocer la noticia, el club universitario anunció el fin de su relación con el futbolista, desprendiéndose de uno de sus entonces jugadores más regulares o desequilibrantes sobre la cancha.
Fabbro pasó 20 días fugado, pero acabó por ser arrestado en Cholula y deportado a territorio sudamericano para purgar una condena de 14 años tras ser hallado culpable del delito de violación.
Aquello se trató del principio del fin para Lobos, pues seis meses más tarde perdía por la vía deportiva la categoría.
Hasta ahora del caso de Villalpando sólo se sabe su proceso continúa en Jalisco, donde se le acusó y después cambió de abogados. Pero meses después de aquello el Puebla ha confiado en él dándole trabajo en una época muy complicada para el futbolista y el propio club.
A partir de ahora, y dicho por el propio técnico de La Franja Nicolás Larcamón, Villalpando cuenta con dos semanas para acabar de coger la forma física, la futbolística parece le llevará más tiempo cuando disputó su último partido hace 10 meses.
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La apuesta por ese lado también es arriesgada para el conjunto blanquiazul, ya que después varios meses sin jugar y con una preparación a contrarreloj hay riesgos de ver a Dieter sufrir una lesión muscular y lento para dar con el ritmo competitivo cuando el campeonato está en su ecuador y dirigiéndose a los momentos de definición.
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