A estas alturas del año ya se hubieran presentado los carteles de la feria de Puebla en su edición 2020. La empresa Don Bull Productions, tenía contemplado para estas fechas una feria monumental.
Sin embargo, ante las embestidas del COVID-19 toda la organización de la feria poblana se tuvo que postergar a finales del presente año. Sin embargo, en muchos de los aficionados aún queda el recuerdo de la última actuación en Puebla del “Brujo de Apizaco” Rodolfo Rodríguez “El Pana” quien, en la segunda corrida de la feria de la Angelópolis del 2013, alternó con el español Jun José Padilla “El Pirata” hoy ya retirado de los ruedos y el tlaxcalteca Uriel Moreno “El Zapata”.
Una feria que organizó el empresario y ganadero don Alejandro Martínez Vértiz y que, para la segunda corrida de feria, el 24 de abril de aquel 2013 consiguió un encierro muy rematado de San José.
LA ÚLTIMA ACTUACIÓN DE “EL PANA” EN PUEBLA
Esa tarde de abril del 2013, se anunció como “la despedida de El Pana” sin saber, aficionados y matador, que ya no regresaría a torear nunca más a esta ciudad.
En aquella tarde, el matador enfrentó un lote muy rematado de San José y aunque pasó fatigas con el acero, dejó ver ese aroma de su toreo añejo y sabor. No logró apéndice alguno. Dos años después, volvió a Puebla para dictar una conferencia en la UPAEP y finalmente en el 2016 en el norte del país Rodolfo Rodríguez buscando la gloria encontró la muerte.
El matador a quien el destacado periodista Heriberto Murrieta bautizara como “El Brujo” debe su apodo de “El Pana” a su último oficio de panadero. Un torero que desde su niñez padeció el infortunio de quedarse huérfano de padre y vivir en carne propia las embestidas de la pobreza. Por lo que su madre a quien llamaba cariñosamente “Licha Superstar” logró en los setenta con lo que ganó toreando, comprarle una casa.
“El Pana” es recordado no solamente por las muchas y muy importantes faenas realizadas en diferentes ruedos de México y más allá de nuestras fronteras, sino por sus múltiples aportaciones a la fiesta en invenciones de quites, lances, suertes con la muleta y pares de banderillas.
Un romántico que sabía tres idiomas, lector de poemas y novelas, declamador profesional y lamentablemente un bebedor que le costó mucho esfuerzo retirarse de las garras del alcoholismo. Sin embargo, aunque pasó por distintos oficios desde la niñez, supo formar una trayectoria como matador de toros basada en el esfuerzo y el amor a la profesión. Sin importar las múltiples cornadas que marcaron su cuerpo.
Como decía San Agustín de Hipona “ama y haz lo que quieras” y Rodolfo Rodríguez amó su profesión sin límites. Un torero que su casa la llenó de reconocimientos, anécdotas y recuerdos; hogar en la ciudad industrial tlaxcalteca de Apizaco que hoy se ha convertido en un museo.
Este mes de abril se cumplen siete años de la última actuación en El Relicario del infortunado matador Rodolfo Rodríguez “El Pana”, autoproclamado, “El último romántico”.