Cuatro décadas se cumplen este día de que un viernes 14 de septiembre tres disparos del sinaloense Ernesto Escárrega liquidaron al emergente Manny Parra para rematar una obra magistral de pitcheo sobre el diamante del parque Hermanos Serdán y llevar a los Ángeles de Puebla a una victoria por blanqueada de 3-0 sobre los Indios de Ciudad Juárez en el séptimo juego de la final para coronarse campeones de la temporada de 1979 de la Liga Mexicana de Beisbol.
Fue así como se puso fin a un ayuno de 16 años sin ganar un campeonato, desde los poderosos Pericos de Puebla de 1963, hasta los Ángeles de ese 1979.
El destino quiso que se encontrarán cara a cara dos managers que habían sido parte de esos Pericos campeones.
Por un lado, José “Zacatillo” Guerrero al frente de los Indios; por el otro Jorge Fitch, como el gran comandante de los Ángeles.
Ese viernes 14 de septiembre el séptimo y decisivo partido se programó para las 13:30 horas. Un horario inusual, pero en la final había pasado de todo y querían ganarle la carrera a Tláloc, que en par de ocasiones había hecho de las suyas: cuando comenzó la serie en el parque Hermanos Serdán y cuando regresó para jugar el sexto y séptimo partido.
ESPECTACULAR
La batalla que comenzó el 6 de septiembre, un día después de lo programado, debido a la lluvia, y después de cinco fragorosas batallas regresó a Puebla el miércoles 12 de septiembre con los Indios arriba 3-2.
Ángeles tenía que ganar para forzar el séptimo partido ¡y lo hizo!, pero no ese miércoles, sino el jueves porque la lluvia volvió a hacer de las suyas.
En ese sexto juego apareció el binomio veracruzano del pitcheo: César Díaz y Pablo Gutiérrez Delfín, y entre los dos llevaron a los Ángeles al triunfo de 6-2 para empatar la final.
En Puebla se vivía la locura.
Eran muchos años de frustraciones, donde aparecían como el “ya merito”, etapa en que Diablos los había liquidado en primera ronda en 74-75 y76, y Córdoba en el 77.
Después de un 1977 fabuloso en el 78 ni siquiera calificaron, y provocó que los Pérez Avellá armaran un trabucazo, con un pitcheo mexicano que no tenía nadie.
En ese 1979 de la mano de Fitch dominaron el Oeste del Sur con 86 triunfos y 51 derrotas, y como primer lugar se encontró con Tabasco en el primer play-off. Lo liquidaron pronto en cuatro juegos, y en la final de División ejecutaron en cinco a los Cafeteros con todo y su estelar Ramón Arano.
En el Norte Juárez venció en siete a Tecolotes y a los Saraperos en cinco, para llegar a la gran final.
JOYA DE ESCÁRREGA
Ese séptimo juego fue fenomenal.
La liga programó el partido final ese viernes 14 de septiembre a las 13:30 horas, y relatan las crónicas de ese tiempo que no cabía un alfiler en el Hermanos Serdán.
Escárrega había perdido un duelazo de pitcheo ante el novato Porfirio Gutiérrez en el cuarto juego por 3-1 para poner los cartones 2-2 en ese momento.
“El Indio bueno” traía la espina clavada.
“Zacatillo” mandó a su estelar Mike Paul que había ganado los juegos uno y cinco, con apenas tres días de descanso.
Escárrega fue tejiendo una obra magistral a lo largo de nueve episodios, aisló siete imparables y ponchó a cuatro enemigos para ganar el duelazo zurdo Mike Paul.
El momento más apremiante lo vivió en la tercera tanda con la pizarra 0-0 permitió sencillos ligados de Lupe Valle y Luis Alonso Mendoza.
Leo Figueroa se sacrificó y fue allí cuando el derecho mostró su temple y su grandeza en el cerrito al dominar a Toño Briones en elevado corto al derecho, imposible para que Valle desafiara el brazo de Zamudio, y tras propinar pelotazo a Manuel Delgado para llenar las bases, sometió al cuarto leño Elpidio Osuna en otro elevado a los terrenos del “Súper Ratón” para colgar un cero de oro.
Si no fue ahí no sería nunca, porque Escárrega se creció al castigo y dominó a 18 de los últimos 22 enemigos que enfrentó para completar su faena en una tarde magistral.
En la novena Balaz le abrió con sencillo, pero ponchó a Vega, dominó a Dávila en rola al cuadro para jugada de selección, y le puso la última cereza al pastel ponchando a Manny Parra para que la locura estallara en el Serdán.
RESPONDIERON
Del otro lado, Mike Paul estaba lanzando una joya.
Durante cuatro entradas atornilló en un hit a los azules y llevaba una cadena de 10 retirados en fila cuando Raúl Colón lo saludó con sencillo en el quinto rollo; Elguezábal falló en elevado al izquierdo, pero Morris Nettles encendió la mecha con otro sencillo.
El zurdo parecía salir adelante cuando dominó al “Houston” Jiménez en elevado al derecho, pero el noveno en el orden José Luis “Zamorita” Hernández respondió con oportuno al izquierdo para empujar la de la quiniela.
Allí aflojaron al estadunidense, porque en la quinta Zamudio se embasó con error del torpedero Lupe Valle, Luis Lora y Paquín Estrada ligaron sencillos para llenar la casa; y aunque Colón abanicó el tercer strike, “El Popeye” Elguezábal respondió con doblete entre izquierdo y central para empujar par de carreras y poner los cartones 3-0.
Era todo lo que necesitaba Escárrrega, que con esa ventaja se agigantó en el cerrito para dar a Puebla la tercera estrella de su historia y alcanzar la gloria después de largos 16 años.
“Lo mejor fue que nos coronamos”, recuerda desde Texas Fernando López, quien perdió dos duelazos contra Mike Paul.
“Llegamos los dos mejores, y es imposible olvidar el cariño de esa afición a quien sigo recordando”, dijo el sonorense que abrió los juegos uno y cinco de la final.
“Fue una tremenda final, ellos también traían un enorme cuerpo de abridores”, recuerda Pablo Gutiérrez Delfín que abrió y ganó un partido y en el sexto donde no había mañana emergió desde el bullpen para mantener la ventaja tras la enorme labor de César Díaz.
“Yo guardo los periódicos de todas las finales, principalmente de ese 1979”, rememora el licenciado José Guadalupe Olivares, aficionado de hueso colorado al beisbol y que acompañó al equipo hasta Ciudad Juárez para apoyarlo en esa tremenda batalla.
ATIPÍCO
En esa gran final sucedió un hecho que no se ha vuelto a repetir en la era moderna de las finales: dos partidos en un mismo día y a nueve entradas como son los juegos de esta índole.
La final se programó para iniciare el miércoles 5 de septiembre de ese 1979 a las ocho de la noche, pero la lluvia impidió que comenzara la batalla con el duelo entre Mike Paul y Fernando López.
Al día siguiente, jueves, la liga reprogramó una doble jornada: el primer juego comenzó a las 11:30 horas, y el segundo a las ocho de la noche.
Juárez pegó primero y con enorme labor monticular de Mike Paul pintó de blanco a los Ángeles por 3-0. Fernando López que aceptó la primera carrera en la cuarta perdió el duelo.
El estadio se desalojó para por la noche dar paso al segundo juego. El agarrón en la loma invitaba a no perdérselo por nada del mundo: César Díaz contra Rafael García, dos señores caballos.
El duelo se extendió a entradas extras con la pizarra empatada 1-1 y fue hasta el décimo segundo capítulo cuando con casa llena, el veracruzano Bernardo Calvo sacó una rola de botes altos que pasó por encima de la cabeza del antesalista Abelardo Vega para que anotara Colón y los Ángeles empataran de manera espectacular la batalla.
Fue justicia divina para el de Jamapa, Veracruz César Díaz que lanzó pelota de seis imparables en toda la ruta. Doce magistrales entradas, lo que ya no se ve en nuestros días.
La serie se reanudó el sábado 8 de septiembre en el “Cruz Blanca” de Ciudad Juárez, donde el derecho Pablo Gutiérrez lanzó una magistral gema de seis imparables para pintar de blanco 5-0 a la tribu y dar la pública ventaja que tendrían en la final a los Ángeles. La derrota fue para Ed Bane.
Los Indios empataron al día siguiente al ganar 3-1 con enorme pitcheo de Porfirio Gutiérrez, un novato, que superó en el duelo a Ernesto Escárrega, y al día siguiente tomaron la ventaja de 3-2 en la serie y se colocaron a uno del título, otra vez con Mike Paúl en el cerrito.
El zurdo y Fernando López protagonizaron un duelazo de ceros durante cinco entradas hasta que,en la sexta, la Tribu del “Zacatillo” explotó con tres anotaciones, suficientes para encaminarse a una victoria de 3-1.
LA HAZAÑA
Los Ángeles regresaban al Hermanos Serdán sin mañana, con la obligación de ganar ese sexto juego y mandar la final hasta el séptimo desafío.
El martes fue completo de viaje y todo quedó listo para el miércoles 12, pero Tláloc apareció de nuevo. Un golpe de suerte para los dos porque había día extra de descanso para su pitcheo.
Se repitió el duelo del segundo juego y otra vez César Díaz se subió en el cerrito para superar a Rafael García, una de las dos cartas estelares de los Indios.
Y Fitch cuando César se metió en problemas jaló, entonces, por Pablo Gutiérrez Delfín quien cerró el telón para conservar ese triunfo de 6-2 que mandó la final hasta el séptimo desafío.
Llegó la hora de Escárrega contra Paul, y el derecho de Los Mochis se sacó la espina colgando las nueve argollas para dar a Puebla su primer banderín en 16 años.
Ese viernes 14 de septiembre Puebla cubrió de gloria y su afición comenzó por adelantado los festejos del CLXIX aniversario de nuestra Independencia.