El diseño de la Plaza de Tlatelolco podría considerarse una especie de trampa arquitectónica: los accesos y los claros fueron una estructura desfavorable para las muchas víctimas de aquella masacre. No voy a referirme acerca de las consecuencias del hecho, ya se ha escrito mucho y desde muy diversos puntos de vista, como es costumbre en México. Hay quien se adhiere a la opinión de Díaz Ordaz y señala que eso salvaguardó la estabilidad del país; por otro lado, hay quien afirma que eso silenció un movimiento que buscaba más libertades y que hubiera dado resultados positivos. Lo cierto es que muchos estudiantes, quién sabe cuántos al día de hoy, vieron su vida segada por las balas.
La divergencia de opiniones no nos debe extrañar, en un país históricamente dividido nos encontramos con criterios sumamente divergentes, los cuales no contribuyen a una mejor nación.
Pues bien, vamos a la pregunta inicial. Recordemos el contexto de la época: un mundo polarizado entre los bloques capitalista y socialista, en el cual se disputaron muchas batallas, especialmente en Latinoamérica, como un intento de traer al propio continente del imperio yanqui una extensión soviética.
Cuba y Chile ya estaban en esa vía, pero instaurar un régimen comunista junto a Estados Unidos era muy osado, sin embargo, millones de mexicanos simpatizaban con esa idea, sin embargo, eso era imposible, como lo es ahora, debido a la relación que existe con el vecino del norte, así que, para aquellos que gritan en contra del socialismo el día de hoy, les recomiendo documentarse y analizar que el objeto de su protesta es algo de otra época y carente de fundamento real.
Recordemos las muy buenas condiciones económicas de aquel entonces, la época del “milagro mexicano” que permitió construir familias y fortunas notables, eso se tenía que ver reflejado en eventos deportivos, como ha sido costumbre, fue entonces que los Juegos Olímpicos de 1968 y la Copa del Mundo de 1970 tuvieron sede en suelo nacional.
Sabemos que el movimiento tuvo su origen en algo tan simple como una pelea de equipos de futbol, pero las protestas fueron subiendo de nivel, al grado de tener que intervenir el Ejército en instalaciones educativas, desde luego influenciadas por intereses muy particulares e, indudablemente, con un tinte de ideas socialistas.
Sabemos también que estos eventos deportivos sirven para que las protestas y reclamos sean escuchados y atendidos, como sucedió con la huelga de Air France días previos al Mundial de 1998.
Fue entonces que la presión por el inicio del evento, programado para el 12 de octubre, quizá haya influido para querer cortar de tajo un movimiento que quizá habría seguido, conseguido algo y perdido fuerza, como ha sucedido otras veces; puede ser que también la matanza hubiera ocurrido, pero tiempo después y en menor escala; o simplemente las protestas no hubieran sido tantas de no saber que la prensa internacional estaba llegando. Lo que sí creo es que la matanza de Tlatelolco hubiera sido diferente sin las Olimpiadas, además de que la muerte de estudiantes jamás será algo que se pueda justificar. Hasta la próxima semana.
vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven.