Caleb y su hermana Karla son estrellas del karate; aunque para ello han debido de superar líos entre asociaciones que ponen en riesgo participaciones a nivel internacional. Con todo ello, uno es campeón mundial y la otra va camino a serlo.
Juntos han conformado una gran hermandad deportiva que se hace fuerte a través de la sangre, pues ambos han tenido que encarar las dificultades dentro del tatami y aquellas que de manera administrativa les han impedido explotar su talento a pesar de su esfuerzo.
Los hermanos Fajardo Cordero no son exentos de los problemas con las asociaciones y federaciones que en el deporte nacional han causado controversias y que, en el caso de los karatecas poblanos, ponen en riesgo su participación para seguir representando a México y Puebla en competencias internacionales.
“Es algo que no está en nuestras manos, o sea son problemas mayores, entonces la verdad si como que nos pone tristes porque estamos perdiendo el tiempo en el cuál podríamos estar probándonos o fogueándonos a nivel mundial, pero a pesar de todo sabes que algún día se va a resolver así que nosotros no podemos descasar, tenemos que seguir nuestra preparación”, mencionó Caleb en entrevista con El Sol de Puebla.
La existencia de dos federaciones mexicanas pone en riesgo la participación de Caleb y Karla en eventos internacionales que les permitan soñar en sumar méritos y representar a México en competencias como Juegos Centroamericanos e incluso los mundiales de la Federación Mundial de Karate, WKF por sus siglas en inglés, pues en la federación que ellos están registrados, a pesar de ser legal, no es considerada por el máximo organismo de la especialidad.
Ambos jóvenes sueñan con seguir creciendo y cosechando triunfos cada uno enfocado en sus carreras, concentrándose más en el trabajo diario dentro del tatami como les compete, otorgándole el beneficio de la duda a las federaciones quienes deberían priorizar el desarrollo de talentos como lo son los representantes poblanos.
El inicio de la historia
Karla Fajardo Cordero coincidió con el karate mientras sus papás trabajaban y pasaban por ella a la escuela, aunque su primer deporte fue el taekwondo, por alguna razón que no supo explicar la llevó a elegir un arte marcial diferente y no soltarla aún con sus 20 años.
La estudiante de Ingeniería Ambiental en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) tomó el karate como una forma de vida que la han llevado a ser una representante estatal desde que tiene 12 años participando de manera consecutiva en los Juegos CONADE, antes llamadas Olimpiadas Nacionales.
Sin saberlo, Karla iba creando una historia propia mientras inspiraba a su hermano pequeño a seguir sus pasos, incitándolo a que se interesara en una disciplina que terminaría por volverse una forma de vida familiar.
Caleb mencionó en la entrevista con esta casa editorial que fue gracias a su hermana que se interesó por el karate, “pero poco a poco fue agarrándole el gusto” y comenzó por disputar sus propias competencias descubriendo que su esfuerzo podría traerle diferentes éxitos.
Tal fue el impacto que solo un año después de que empezara a entrenar, el ahora estudiante de preparatoria BUAP tuvo su primera competencia nacional; aunque cuando era pequeño no dimensionaba las competencias a las que asistía, él siempre buscó disfrutar del deporte y de los retos que implicaba competir.
Ahora, con 11 año de experiencia en esta arte marcial, Fajardo Cordero ha conquistado el sueño de ser campeón mundial e incluso suma ese logro con la cosecha de dos preseas en los recientes Juegos CONADE 2023: una de oro en kata y un metal de bronce en combate.
La clave del éxito que ha llevado a Caleb a perfilarse como uno de los mejores deportistas jóvenes de la entidad es el trabajo, “todo es por una preparación, este logro no se alcanzó así nada más, fue por llevar un entrenamiento; no es algo que yo tenga, es algo por lo que yo trabajo todos los días”, mencionó.
Con el Torneo de Campeones a finales de mes, el Macrorregional y la Copa Mabuni en puerta, Caleb está concentrado en seguir demostrando su talento y con ello hacer sentir orgullosa a su familia que desde su primera competencia lo han alentado para ser un gran karateca.