Lo primero que necesita cualquier persona o institución para mejorar es trazarse una meta, si no existe un objetivo superior, cualquier ente está condenado al fracaso. El tema ha sido muy repetitivo y se ha hablado hasta el hartazgo de él, pero no podemos dejar de mencionar el hecho de que cada temporada el equipo se ha desarmado, pese a eso, alguna especie de milagro ha hecho que los Camoteros accedan a 5 liguillas consecutivas, algo que resulta algo extraordinario en la historia de las últimas 3 décadas.
Ahora se ha ido la pieza fundamental, Nicolás Larcamón emigró a un equipo de mayor jerarquía y con mayor presupuesto, asumiendo que la Franja es de las nóminas más modestas.
Hace unos días estaba escuchando por Radio Imagen a un miembro de la directiva, quien más bien parecía emitir un mensaje político, ya que señalaba que el equipo estaba bien, pero fue claro al señalar que no se buscaba el campeonato, ya que primero estaba la estabilidad del club.
Sé perfectamente que el futbol mexicano es un negocio, pero también no se puede renunciar de origen a obtener un título o a soñar en cosas grandes. Cuando refiero el término bonsái, quiero hacer una comparación con los manejos que ha tenido el club, ya que parece que viven para no crecer, asumiendo que la mediocridad será siempre la directriz de un equipo que algún día fue grande.
El 5 a 1 ante Pachuca nos dan una idea clara de lo que puede ser este torneo: un inicio competido, una genialidad de Antoni Silva, pero con el paso de los minutos los camoteros no supieron contener el embate del campeón. Así pinta la temporada: fracasos con algún chispazo que pueda sumar puntos, espero equivocarme, pero como no se había visto desde hace años, el cuadro no tiene con qué ser competitivo, no se puede depender solo del arquero y, lo peor de todo, no se puede aspirar a la victoria cuando esta no se aparece en los pensamientos de los directivos. No quiero ser ave de mal agüero, pero puede ser que se avecinen malos tiempos, donde Puebla era de los coleros de la tabla, con la taxativa de que ahora no hay descenso, lo cual aligera la situación y la orienta a una mediocridad permanente.
Lo peor es que seguramente lo que un servidor diga, al igual que otro periodista deportivo, no tendrá cabida en los oídos de la directiva camotera, ellos se sentirán contentos contando los billetes que les ha dejado la venta de gente como Santiago Ormeño, Christian Tabo, Jordy Cortizo y Nicolás Larcamón, sabiendo que la escuadra no perderá la categoría, sin importar lo que piense la afición ni el nivel que había tomado el equipo durante los últimos 3 años. Al final todo es un negocio y los dueños lo ven simplemente como eso. Hasta la próxima.
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