El pueblo cementero, como su equipo, está al alza. Sí, hubo tiempos donde las finales perdidas y las temporadas de vacas flacas cohibieron a los aficionados a La Máquina a grado de apoyar a su escuadra de forma sigilosa en plazas como Puebla, donde los colores celestes resurgieron el viernes con la visita de su equipo, campeón del futbol mexicano, al estadio Cuauhtémoc.
“Azul, Azul, Azul”, gritaba la afición cementera a las afueras del estadio, donde aguardaba la llegada del autobús del monarca de la Liga MX para desgañitarse, sin importar que apenas vieran a los héroes que pusieron fin a la malaria apenas unos segundos.
Aunque, a decir verdad, el recibimiento no era para menos, pues más de uno esperó 23 años para volver saludar con los brazos abiertos a Cruz Azul en Puebla con la estampa de campeón. Los más jóvenes, aquellos no rebasando la veintena de años, se arremolinaron para ver de cerca a su soberano, del cual sólo habían escuchado de sus días de gloria, pero jamás festejado con él en vivo y a todo color su coronación.
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Color, por cierto, lo puso La Máquina con ese uniforme naranja con el cual saltó a la grama del dos veces mundialista… como si Cruz Azul necesitara de llamar la atención por lo externo a la cancha y no por lo que pasa en ella. Pero la mercadotecnia manda en tiempos donde las tendencias están por encima de la tradición.
—¿Y el Azul, apá? ¿No que vestía de celeste? —se le escuchó a decir a un niño por ahí.
—No esté molestando chamaco y póngase a ver el juego porque el campeón esta jugando —contestó el padre lleno de carácter y sabiduría, pues la verdad ver a los cementeros campeones no es cosa de todos los días.
Y es que usualmente Puebla es territorio de los grandes del juego de pelota azteca porque La Franja se ha descolorido desde la década de los 90, pues antes de eso América, Chivas, Pumas o Cruz Azul sufrían la gota cuando en el calendario les aparecía el conjunto blanquiazul.
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Pero desde hace varios años, esas escuadras han hecho suya la Angelópolis con todo y aficionados. Por eso no debe de sorprender a La Franja, aun presentándose el viernes con aforo reducido por la pandemia, juegue de visitante cuando Cruz Azul está en la casa y el dos veces mundialista retumba con el “Azul, Azul” en la grada a pesar de tratarle de opacar con el sonido local.
Los celestes y su pueblo están de regreso, han salido de las sombras para no volver ahí nunca o tal vez en mucho, mucho tiempo… o hasta que el karma del futbol se ponga con ellos a mano después de cómo los trataron los últimos 25 años.