El ansia al final les ganó y los lanzó de vuelta al campo sin importar que éstos se hallen fuera de Puebla o más allá de Cholula, “pues la onda es jugar sin ser molestado”, como dice uno de los futbolistas amateurs dándole a la pelota en la clandestinidad.
Ante la posible visita de inspectores de Protección Civil en las diversas canchas de la capital del estado con la encomienda de suspender partidos o “casacaritas”, participantes y directivos de algunas ligas de Puebla han optado desde hace un mes en jugar “en lo oscurito” como en las canchas de Cuanalá.
Para llegar a dichas áreas, al menos desde el centro de Puebla y en automóvil, se recorren casi 21 kilómetros o 40 minutos; aunque tal vez sea más tiempo por las condiciones de acceso a los campos con caminos en terracería y llenos de lodo.
Pero eso no les importa a los futbolistas, quienes se olvidan del encierro provocado por la pandemia por 90 minutos o más.
Tal vez por eso dejan de lado las medidas de seguridad o prevención en medio de la conocida situación sanitaria, mientras los dirigentes de los circuitos hacen de la vista gorda o se han dado por vencidos, “pues total, uno les dice una y otra vez que deben de estar con el cubre-bocas y les vale madre, qué se le hace”, expresa sin tapujos uno de los hombres de pantalón largo de las competencias, de visita en la cancha en el afán de revisar se lleve todo en orden con sus agremiados.
Si los representantes de los circuitos conocen el riesgo, entonces cuál es la razón de organizar y efectuar partidos.
“Es simple, necesitamos el dinero y llevábamos mucho tiempo encerrados, perdiendo. También necesitamos trabajar y ellos jugar, así que todos ganan”, explica el representante de una de las competencias para veteranos más afamada del estado.
“Como te decía, tratamos de que se cuiden lo más posible. Les dices que en la banca deben de estar con cubre-bocas, evitar los amontonamientos o que no se junten y mira… qué le hacemos”, agrega.
SON RESPONSABLES
Pero hay quien sí presta atención a las sugerencias de los directivos de sus respectivas competencias, como el portero del Borussia, Jesús Ramos. El guardameta llama la atención porque ataja con todo y cubre-bocas, mientras este artículo brilla por su ausencia entre compañeros y rivales.
Ramos es consciente de jugar al futbol sin saber del estado médico de sus 21 acompañantes dentro del rectángulo verde, sin siquiera conocer su temperatura porque los termómetros infrarrojos en esas canchas, aunque necesarios… son un lujo. Al final, el reportarse a jugar –sano o no- es responsabilidad de cada quien.
“En mi caso el deporte es fundamental y queríamos regresar con todas las medidas que ha impuesto el gobierno. Al menos en mi persona trato de jugar con el cubre-bocas y todo eso, pero quienes venimos debemos de ser responsables”, expresa.
Segundos más tarde, Ramos termina por justificar su presencia como la de sus compañeros en la cancha.
“Si uno se arriesga para ir a trabajar, y todos los días, pues aquí te arriesgas cada ocho o 15 días… sólo que aquí te diviertes, lo pasas bien y te olvidas de todo lo que está pasando porque vivir todo esto, también nos ha afectado”, remata.