La versión más existencialista del Puebla y de su afición ha aparecido en las últimas 72 horas, pues nada más al caer en la repesca del futbol mexicano seguidores y miembros del equipo no dejan de preguntar “¿por qué…?” Sí, “por qué” el azul y blanco que marchaba viento en popa hacia la Liguilla terminó cayéndose en la segunda mitad del torneo e inclusive generando dudas sobre su accionar de cara a la repesca del próximo domingo contra Mazatlán en el Cuauhtémoc.
Explicaciones hay varias… inclusive el técnico Nicolás Larcamón brindó la suya nada más al perder el invicto en casa el pasado viernes 22 de abril contra Necaxa.
“Es un momento donde se han juntado las cosas que han atentado contra nuestra competitividad: errores y lesiones”, valoraba por entonces el argentino.
Aunque antes de eso se trataron de las suspensiones de hombres claves en su esquema como los centrales Juan Pablo Segovia e Israel Reyes.
Hasta ahí la razón acompañaba a Larcamón. Pero el viernes nada más al tropezar con Mazatlán, sufriendo así el tercer traspié consecutivo, la explicación de la derrota por fin encontró a la lógica: exceso de confianza, relajación.
Sí, el enfermo por fin reconoció el problema. Es verdad, las suspensiones, lesiones mermaron el desempeño del equipo durante la segunda mitad de torneo; pero tampoco se puede el sol tapar con un dedo, ya que por lo menos en dos partidos (Santos y Pumas) quedó en evidencia el bajón del Puebla durante la segunda mitad de la temporada.
Tarde o no el líder del proyecto reconoció lo evidente, lo que estaba ante la mirada de todos y veía cualquiera sin la necesidad de ser un experto.
“Creo que nos metimos en un contexto de malos resultados propio del gran andamiaje (del arranque de campaña); pero ahora empieza una nueva competencia”, dijo.
El Sol de Puebla desde el pasado 19 de marzo señaló dónde le dolía al enfermo: baja de tensión competitiva ejemplificada en defensa.
Bastaba con echar ojo al juego contra Santos, aquel donde el conjunto lagunero remontó un 2-0 en contra. En el primer tanto Leo Suárez atraía a los cuatro centrales del Puebla; sí, cuatro sobre un hombre; luego el futbolista albiverde terminaba por descargar por izquierda hacia Eduardo Aguirre, quien atendió desde atrás el servicio rompiendo el fuera de juego para después liquidar a Silva, espectador de la acción.
Quiere usted otro ejemplo, revise el 2-2. Suárez, un jugador de 1.66 metros, aparecía rematando en el área chica entre Juan Pablo Segovia y Lucas Maia; Segovia, por cierto, mide 1.85 y Maia 1.92. Es decir, entre los dos le sacaban 20 o más centímetros al mediocampista argentino de Santos y aun así perdieron, vaya ni siquiera compitieron.
Ante Pumas la misma historia, La Franja se quedó a cinco minutos de levantar los brazos otra vez gracias a una relajación en defensa. El gol del 2-2 de Pumas, obra de Jorge Antonio Ruvalcaba, llegó en medio de los dos centrales y con los auriazules rematando en el área chica.
Esa falta de competitividad de la defensa, y en general de todo el equipo, le costó por lo menos seis puntos al Puebla. Si La Franja sumaba esas unidades presumiera hoy de 32; es decir, estaría en la Liguilla… el hubiera no existe, pero ojalá a la repesca este equipo llegue con la lección aprendida.