Cuando tiene a su hija en los brazos, la sonrisa de María del Rosario Espinoza es más brillante que nunca, su rostro se ilumina. Se siente plena, feliz, ser madre ha sido -como narra- ”la emoción más hermosa”. La máxima exponente del Taekwondo nacional en la historia describe las sensaciones de ser madre.
“Cuando subí al podio en los Juegos Olímpicos, el ver mi medalla olímpica fue lo más bonito que vieron mis ojos. Cuando tuve a mi hija, fue lo más emocionante, lo más hermoso también, porque te imaginas muchas cosas cuando está en la panza, pero una vez que sale, que la tuve conmigo, todo cambió. Una medalla olímpica es orgullo, es inspiración a más personas, pero un hijo es dar vida, queda esa semillita en el mundo para ti“, expresa mientras mira a su pequeña sonreír.
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La pequeña María Jannet acompaña a su mamá al Centro Nacional de Alto Rendimiento (CNAR). Juega, ve a los atletas y a su progenitora como toda una campeona, ahora que es entrenadora del equipo de parataekwondo. Quizá la pequeña no lo sabe aún, pero su madre es una mujer histórica en el olimpismo tricolor.
‘Chayito‘ compartió con ESTO que al enterarse que iniciaría su proceso de maternidad vivió “un momento en que me sentí muy afortunada, fue en el primer intento, así que fue algo increíble y por todo lo que estaba viviendo dentro del embarazo”.
María planificó con anticipación la llegada de su descendiente, era algo en lo que “estaba muy clara. Una vez que ya no quisiera competir, mi siguiente paso eran mis objetivos personales y ser mamá. Estuve clara y consciente de lo que quería, se especulaba mucho el tema de mi retiro, se decidió que fuera primero mi embarazo y después mi retiro.”
“Lo tenía planeado, era en el ciclo de Tokio, pero por azares del destino yo continué como deportista y, una vez que pasó Tokio, que se vino la pandemia, lo alargué un poquito más, pero ya tenía muy claro que quería embarazarme”, recuerda.
“También tenía un problema con la espalda y cadera, antes de embarazarme me sometí a una cirugía para estar bien y que todo el proceso del embarazo no tuviera complicaciones, todo fue planeado y las cosas se dieron bien, afortunadamente en la primera intención”, rememora Espinoza en charla con el Diario de los Deportistas.
Al inicio el sueño de ser mamá fue complejo, sin embargo, la pequeña trajo abundancia en su vida: “Los primeros tres meses fueron complicados porque estuve en riesgo, pasando ese lapso, vinieron todos los cambios en mi cuerpo, pero todos esos cambios los quería vivir. Entonces, disfruté mucho mi embarazo después de los tres meses, cuando mi hija me pateaba, todo era increíble”.
“No tenía miedo porque fuera a cambiar mi vida, porque no sabía de qué manera. Tenía miedo un poco de cuando iba a llegar la hora de dar a luz, pues quería que fuera parto natural. Sí, tenía un poquito de temor, pero cuando nació mi hija todo cambió, no sabía que fuera tan mágico, tan increíble pero también complicado por los tiempos, fue incertidumbre de lo que estaba viviendo y lo que iba a pasar.”
Los entrenamientos actuales de María del Rosario no la privan de compartir tiempo con su hija. La triple sesión diaria del equipo paralímpico se comparte con una entrenadora extra desde el perímetro del tatami. María Jannet, se emociona y agita sus manos mientras su madre dirige a sus pupilos rumbo a la justa veraniega de París 2024. Al tomarla en sus brazos, sus rostros se conectan con una fraternal sonrisa entre madre e hija.
Una sonrisa que se pintó desde el 9 de noviembre del año pasado y que hasta la fecha rememora con gozo: “Cuando mi hija nació, la tuve en CDMX. Pocas personas me pudieron acompañar. Cuando la escuché se me salieron las lágrimas. Era un sentimiento que no sabía que estaba pasando, pero escucharla, verla, fue algo increíble y esas primeras horas fueron muy bonitas porque estaba viendo a mi hija que estaba bien, fueron momentos mágicos e increíbles.”
Madre y deportista
La Brecha, en Sinaloa, su tierra natal, le pintó un estereotipo conservador. El cual percibió como “un entorno muy familiar, de estudiar, casarte y tener hijos”. Sin espacio para el deporte de alto rendimiento, la posibilidad de unirse al Ejército mexicano, ser campeona mundial y posteriormente cumplir el sueño de ser mamá. María rompió ese estereotipo.
“Cuando planeé mi vida como deportista, me enfoqué en dedicarme al cien por ciento a mi vida como atleta. Y una vez que pasara esa etapa iba a continuar mi etapa personal y dentro de mis planes estaba el ser mamá y siempre lo tuve muy claro.”
Aunque es un camino complicado, ella redobla esfuerzos para cumplir en todos los ámbitos de su etapa actual, como mamá y entrenadora de Alto Rendimiento. “Conozco muy pocas deportistas que se embarazan y siguen su carrera. Cuando una atleta quiere tener esa etapa de su vida y continuar como deportista es importante respetar ese espacio para ella porque no es fácil. Una vez que ya no era deportista, para mí, era complicado estar al 100 por ciento con mi hija, la atención a ella 24/7. Y ahora el compromiso de seguir con los entrenamientos, con los objetivos y eso es el doble de difícil. Es algo de admirarse, de respetarse porque llega esa etapa de tu vida, pero no concluye tu ciclo como deportista.”
La felicidad se le nota, mientras dirige a sus pupilos, disfruta de Jannet a su lado. La sensación que describen sus ojos es inigualable, María del Rosario lo logró, todos sus sueños se cumplieron. “Me siento una persona muy privilegiada, porque al final creo que la vida me ha compensado por muchísimas cosas”.
Preparó su mente para la maternidad
Alcanzar la gloria olímpica fue algo por lo cual María del Rosario Espinoza luchó toda su vida. Una preparación de años fue necesaria para lograrlo en Beijing 2008 por primera vez. Lo cierto es que nadie la preparó para la última vez que vistió el Dobok para representar a su país.
“Como deportista es importante preparar tu mente, siempre ir más allá de ese límite, en lo físico, lo técnico, la mente te ayuda muchísimo. El Alto Rendimiento es muy pesado, es de muchas horas y si no lo deseas, si no lo trabajas a conciencia se te va a hacer un calvario. Es ahí donde entra lo mental, pero también existe esa curva del deportista del descenso, del retiro en el cual te tienes que preparar y tener las personas indicadas para ese momento”, indica.
Mirar hacia atrás, hacer un recuento de sus logros y comenzar el duelo del retiro fue algo que afrontó con ayuda. María se rodeó de las personas indicadas e inclusive con ayuda profesional para prepararse de cara al siguiente ciclo de su vida de manera plena. “Yo pasé el duelo del retiro a finales del 2021. Me pasó un poco de todo, estaban las personas que me apoyaban a mi lado, no dejé la parte mental, me seguí preparando para ese momento".
"Siempre estuve con mi psiquiatra, para vivir ese duelo. Me ayudó a llevarlo más ligero y para empezar con el proceso de ser mamá. Primero pasé ese duelo, después todo el proceso del embarazo, pero fueron dos cosas totalmente diferentes. Fui encasillando cada momento, superando cada uno en su etapa”, apunta.
María del Rosario quedó satisfecha, entregó el amor y entusiasmo necesario en cada combate, en cada competencia. El no quedar en deuda con el deporte le otorgó la paz necesaria para colgar el uniforme.
“Me entregué a México, al deporte, así que no me quedé con la sensación de ‘pude haberlo hecho mejor’, en ese momento lo hice con el corazón. Con todo lo que tenía. El deporte siempre me enseñó y aprendí. Lo mejor fue que no me quedé con alguna espinita, con incertidumbre de ‘qué hubiera sido’, lo di todo, terminé esa etapa y después viene la etapa personal, cumpliendo otros objetivos”.
Los patrocinadores la apoyaron
Por su mente no rondaba otro plan, María tenía muy claro cuál era el siguiente paso al soltar el Alto Rendimiento. “Yo estaba muy clara de que una vez que ya no quisiera competir, mi siguiente paso eran mis objetivos personales y ser mamá. Estuve clara y consciente de lo que quería”.
Desde el inicio fue consciente de las consecuencias que esto traería en su carrera. Priorizando sus anhelos, informó a los patrocinadores de sus planes, mientras ella entendió que algunos dejarían de caminar con ella. Otros decidieron respaldarla y acompañarla en este sueño.
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“Se especulaba mucho sobre el tema de mi retiro, se decidió que fuera primero mi embarazo y después mi retiro. Yo compartí mi embarazo cuando tenía seis meses aproximadamente y ya había platicado con mis patrocinadores de cuáles eran mis siguientes planes. Afortunadamente, todos los tomaron a bien y sobre todo porque sabían que ya no iba a competir, entonces fue una alegría para ellos. Algunos todavía los sigo teniendo como patrocinadores, siendo embajadora. Otros dijeron “como ya no vas a competir, ya no vamos a seguir con el patrocinio”, se entiende, yo lo entendí.”