La inseguridad es un problema que afecta a cualquier ciudadano, además de esto tenemos otras amenazas como el terrorismo y hasta algunos aficionados contrarios que pueden perder los estribos, sea como sea, parece ser que en el mundo contemporáneo se requiere guardia hasta para quienes son ídolos del deporte.
Hace unos días la selección de futbol beliceña tuvo momentos de alto apuro cuando se vieron rodeados por algunos haitianos armados con fusiles, transportados en motocicletas modestas y con apariencia de delincuentes, situación que evidentemente preocuparía a cualquiera. Aun con la protección de algunos agentes de seguridad locales, tuvo que entablarse una negociación para que los centroamericanos pudieran pasar y cumplir su compromiso con la escuadra de la nación más pobre del continente.
Cabe señalar que ese bloqueo es normal en Haití, así como en nuestro país ocurren cotidianamente matanzas y “levantones”, pero hay que analizar con cuidado la situación y ver el riesgo que corren los diversos atletas.
En primer lugar recordemos que un equipo nacional o cualquier club representa un lugar, una ideología o simplemente una rivalidad con otro que resulta local. En el entendido de que eso atenta contra una localía, según los aficionados propios del lugar, se establece un sentimiento de animadversión que se pude tornar en violencia.
Ante tal situación hay que distinguir los riesgos, por ejemplo, empezaremos con la amenaza terrorista que constituiría una agresión que represente a un país de primer mundo, como es el caso de Estados Unidos; o que sea muy odiada como lo es Israel, basta recordar los atentados de Múnich 72, cuando parte de la delegación de la estrella de David fue masacrada por terroristas árabes, dando como resultado la muerte de 11 deportistas y 5 delincuentes.
Otro factor es la rivalidad, pensemos cuando la Selección Mexicana ha tenido que jugar en Centroamérica, especialmente en Honduras, donde de por sí existen índices criminales muy altos, situación que obliga al gobierno local a proporcionar una escolta de índole militar.
Recuerdo ahora ese partido en el Luis “Pirata” Fuente, en 2008, cuando Veracruz y Puebla se jugaron prácticamente la salvación, encuentro al cual los camoteros tuvieron que llegar bajo un enorme operativo de seguridad que fue insuficiente ante la frustración que provocó el resultado adverso que tuvieron los jarochos.
Es más, inclusive en el pasado juego de la Franja ante el Toluca, el cual no levantaba la más mínima expectación de seguridad, vimos a los pupilos de Larcamón llegar acompañados de dos motopatrullas, situación que se replica en muchos encuentros.
Lastimosamente vivimos en un mundo violento y envuelto en la tensión provocada por la pandemia, así que parece que todo equipo profesional y representativo tiene que ir protegido para evitar ser víctima de la fama, como lo han sido políticos, deportistas y artistas que han perdido la vida en escenarios públicos. Hasta la próxima.
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