Con apenas medio juego de respiro para mantenerse dentro del margen para aspirar a un partido frente a los Tigres de Quintana Roo, cuarto lugar de la zona Sur, los Pericos de Puebla enfrentarán a partir de este martes la última serie de la temporada regular de la Liga Mexicana, contra los poderosos Diablos Rojos del México, que comandan el standing global de la división.
De acuerdo al sistema de clasificación por puntos, a falta de esos tres partidos, ya ni Tigres se moverá del cuarto casillero ni Pericos del quinto, por lo que ahora la pelea se centra en ese juego de comodín, que por un lado los felinos quieren evitar, y los Pericos buscan forzar para salvar por lo menos de la honra, y meterse por fin a unos play-offs favorecido por un choque extra que se jugaría en Cancún.
Con los dos juegos y medio de distancia que lo separan de los Tigres y que lo mantienen con vida todavía en el final de campaña, los Pericos lo único que tienen que hacer es ganar la misma cantidad de partidos que los felinos en la última serie del rol regular 2019… Y con ello, muchos corazones saltarán de alegría.
Los verdes cierran ante el equipo más poderoso del Sur, mientras los caribeños terminan en casa de los Olmecas de Tabasco que, al arrebatarle el último de la serie a Pericos, los colocó en serios predicamentos.
Los poblanos ya le ganaron la primera serie en el “Alfredo Harp” a los Rojos en los tiempos de Enrique Reyes, pero ahora su la “Chispa” Gastélum quiere salvar su honor como manager debutante tendrá que sacar de su chistera el mejor beisbol del equipo para mantenerlos en liza.
Los Pericos llegarán a la serie decisiva con sus tres mejores abridores: Guillermo Moscoso, Gabriel Arias y Mauricio Lara, y con esas cartas se estará jugando su futuro en esta campaña.
Además, tendrán que salir a jugar un beisbol por nota, lleno de inspiración, para no darle facilidades a un rival de la estatura de los Diablos.
Desde que Gastélum fue designado timonel, los verdes almacenan 5 triunfos por 12 derrotas, señal inequívoca de que despedir al “Che” Reyes fue un garrafal pecado.